Saturday, April 19, 2014

La tradición de los voladores pervive pese al paso del tiempo

Mucha gente, principalmente las personas mayores, tuvieron en su época de niñez o juventud, la oportunidad de dirigir un volador, juguete liviano que se hace volar con ayuda del viento. Esta tradición pese al paso inexorable del tiempo pervive y se pone de manifiesto, principalmente en esta temporada.

Al tener este objeto en la mano, muchas veces uno se siente libre como el viento, pero también existe el desafío para conducirlo de manera adecuada y que el volador alcance la mayor altura posible, por eso se utiliza todo un tubito de hilo delgado para que el artefacto sea maniobrable.

Lo ideal es que el volador sea dirigido en campo abierto o en los lugares más altos, para evitar que se tengan encuentros inesperados con cables de energía eléctrica o postes. Es toda una experiencia levantar un volador en el firmamento, tradición que pese al paso del tiempo no se ha perdido y aún perdura ese legado ancestral.



CERRO CERRATO

Uno de los lugares donde se encuentran estos juguetes es el cerro Cerrato, sitio donde está el Sagrado Corazón de Jesús. Allí está don Miguel Del Carpio de 64 años, que es ahora el encargado de ofrecer a la ciudadanía los voladores y quien heredó el arte de construirlos de su papá y abuelos, Asencio Zabala y Víctor Del Carpio.

"Ellos eran mis abuelos y aquí arriba no hemos perdido la tradición que lo hacemos cada año y en esta época. Antes se lo hacía pasando Todos Santos, pero como toda la generación ha cambiado ahora se hace en esta temporada y nosotros los nietos seguimos la tradición, también hacen los vecinos", explicó.

Argumentó que la construcción de los voladores tuvo una evolución, antes se hacía de papel de seda y madera, o las conocidas "bambuchas" con figuras en forma de estrellas o de acuerdo a la imaginación del constructor, como Batman.

Indicó que ahora es más fácil hacer los voladores de plástico, porque duran más y su vuelo es más fácil.

"Los voladores aquí en el Sagrado Corazón de Jesús son una tradición, a partir de las cinco o seis de la tarde cuando empieza a oscurecer algunas personas lo sueltan, porque se tiene la creencia que Cristo va a resucitar. Es una tradición desde mis abuelos", argumentó.

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