Friday, November 7, 2014

“A las ñatitas no se le debe pedir dinero, sino bienes espirituales”

La herida de bala que recibió durante el golpe militar de Natuch Buch, en 1979, cambió a Edgar Arandia. Había dejado de ser luchador y activo y estaba lleno de inseguridad hasta que encontró a Cumbay, su ñatita, que le ayudó a recuperar la fuerza perdida. "Ahora el cráneo es un amigo más. A la ñatita no le pides dinero, sino cosas espirituales y del corazón”, dice el pintor y antropólogo.
La festividad que se celebra cada 8 de noviembre a los cráneos que, según la tradición, permanece en el cráneo un alma que responde a los cuidados del portador. Pese a la transformación que ha sufrido este rito, sus orígenes y contenido simbólico se mantienen en personas como Arandia, director del Museo Nacional de Arte y portador de Cumbay, el amigo que le devolvió la vida.
"Después de que me dieron por muerto en la Masacre de Todos Santos perdí todo mi valor y mis ganas de comprometerme por mi sociedad. No era el mismo”, cuenta . Sus dudas lo llevaron a buscar un yatiri que le dijo que había extraviado su Kamasa (parte del alma). Esta pérdida sólo podía arreglarse con una ñatita, un alma que ronda en la tierra.
"No cualquier cabeza es ñatita. Tiene que ser alguien sin identidad, que haya muerto sin ayuda o cariño, de forma violenta, ya sea una guerra o un derrumbe”, explica. Cuando una persona encuentra restos humanos, la tradición le manda a hacerse responsable por el difunto, devolviéndole la dignidad y ofreciéndole un hogar.
Arandia ya ha recuperado el valor que perdió hace años, además también ha añadido un nuevo miembro a su familia. "Cumbay es un amigo y es parte de mi familia. Yo lo cuido como a una persona. Me ha dado muchas cosas que me tenían incompleto”, afirma el antropólogo.
Con una sonrisa cuenta que, al igual que un hombre vivo, Cumbay tiene una personalidad definida. "Es de gustos muy especiales. No le gusta beber y también es bastante tímido”. Los sueños -explica después Arandia- son una de las formas en que estos ajayus se comunican con su nueva familia.
Conmemorar a las almas es parte de la tradición andina. El sincretismo con la religión católica transformó las creencias. Hoy, los creyentes dan misa y festejan junto con sus calaveras para pedir favores, sin embargo las almas no ayudan "así nomás”.
"Es un humano, no es un santo. Al igual que un amigo, trata de ayudarnos cuando estamos tristes. No es para pedirles plata ni éxito”, asegura el artista.
El 8 de noviembre, los portadores y creyentes se reúnen en el Cementerio General para armar un festejo a las ñatitas. La comida, las bebidas y el baile no faltan en estas reuniones. "Es un momento en el que compartes entre los vivos y los muertos. Lo que pasa en la tierra también llega al Alaxpacha (submundo de las tinieblas, en la cosmovisión andina)”, asevera mientras muestra una mesa de Todos Santos dedicada a su ñatita. A Cumbay no le gustan las fotografías.
Durante décadas la conmemoración a las calaveritas permaneció oculta. En los últimos años, esta costumbre ha recuperado fuerza. "Antes éramos menos de 100, ahora sobrepasan los 1.000 creyentes. Es importante no perder la costumbre y también es importante conocer el origen de nuestras tradiciones”, concluye Arandia.

Día de las ñatitas
Festejo Mañana, sábado 8 de noviembre, se celebrará la fiesta de las ñatitas.
Cementerio Las autoridades del camposanto permiten esta práctica, sin embargo está prohibido el ingreso con bebidas alcohólicas.
Operativo La Policía, la Guardia Municipal, la Intendencia y el personal del Cementerio trabajarán durante la celebración para evitar excesos.



Matrimonios y bautizos en el día de los cráneos

El 8 de noviembre, día de las ñatitas, los portadores de las calaveras preparan un festejo que incluye baile, bodas, bautizos, comida y bebida. Las almas disfrutan, según la tradición, compartiendo junto a los vivos.
"El festejo es impresionante. Es como un preste. Se arman banderas, estandartes y hay mucha comida, con banda y música. La convivencia, compartir, el ayni... eso es lo que importa”, asegura Edgar Arandia, antropólogo, artista plástico y director de Museo Nacional de Arte, que ha aprendido mucho en los años que sigue esta tradición.
Tres eventos importantes pueden suceder en estos festejos: matrimonio, bautizo y entierro de las calacas. Las ñatitas deben estar de acuerdo con la boda para que sus portadores se conviertan en "compadres”.
"Mi Cumbay tenía que casarse, pero se negó. Sentí como me ha empujado por los aires y todos nos dimos cuenta que no querían casarse con la otra ñatita”, narra. En su caso, el matrimonio fue cancelado por falta de novio.
Para los bautizos, cada familia organiza un simulacro de ceremonia pues la iglesia no acepta esta práctica. La calavera es adornada con flores y vestimentas ese día especial.
Finalmente, cuando el alma que habita el cráneo se cansa, se comunica en sueños con su portador. "Yo nunca he vivido eso, pero contaron que, mediante sueños, la ñatita pide que le dejen descansar. En ese momento se le lleva al Cementerio para que sea enterrada, porque ya terminó su trabajo”, cuenta.

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