Saturday, November 1, 2014

Los “reziris” rezan en aymara y latín a cambio de alimentos

Con un costal de yute al hombro, zapatos desgastados y gorra para cubrirse del sol, Roberto Condori, de 69 años, camina por las vías del Cementerio General. En su costal lleva frutas, t’anta wawas, bizcochuelos, galletas y botellas de refresco: es su pago por los rezos y cánticos que hace para las almas de los difuntos en Todos Santos.
Condori es uno de los "reziris” -o rezadores- que estos días llenan el Cementerio. Interpretan p’ululuriris, que son oraciones especialmente dedicadas a las almas de los muertos.
"Aprendí de mi papá y de unos libros de catecismo. En Todos Santos vengo y rezo para las almas”, cuenta Roberto en un lenguaje que mezcla el aymara y el castellano. En algunos de sus cánticos también aparece el latín, aunque él no lo sabe.
El 1 y 2 de noviembre, niños y adultos llegan a las urbes desde el área rural para ofrecer sus rezos a cambio de unas monedas o alimentos. Muchas familias todavía les buscan y esperan en los altares armados frente a los nichos de sus seres queridos.
"Vengo cada mes a ver a mi hijo aquí en el Cementerio. Los rezadores cantan y oran en aymara para las almas, por eso le hago rezar: para que llegue en paz y que Dios siempre lo cuide”, dice Luis Huayllas, de 40 años, que ayer visitaba, con su esposa, el nicho de su hijo en el Cementerio .

"Son costumbres que se mantienen. Ahora el tiempo ha cambiado, no hay jóvenes que rezan y ya no hay mucha gente que hace rezar tampoco. Antes también estábamos unos 10 o 15 que rezábamos para la gente, ahora no pasamos de cinco”, cuenta Roberto mientras mete en el bolsillo tres bolivianos que recibió por un canto. "Muchas personas no tienen plata para dar, pero sí me dan algo para comer. Con eso yo soy feliz porque no necesito más tampoco. Yo le pido a Dios por la gente y Dios me responde con comida. Así es el trabajo”, asegura.
Una de las rezadoras, doña Juana, de 80 años, ora para las almas a cambio de alimentos. No habla español pero se las ingenia para explicar que tiene 13 años de experiencia como "reziri” y que es un trabajo que ayuda a las almas. Con cinco plátanos, una familia le paga su rezo y ella se va tranquila en busca de más deudos.
"Ya no hay tanto. Se está perdiendo esta costumbre de los reziris con los años. A mí me ha enseñado los cantos antiguos mi abuelo. Vengo para Todos Santos y Semana Santa”, explica Cirilo Sarsori. Sonríe a las personas mientras camina, hace bromas con los trabajadores del Cementerio y con sus conocidos mientras busca alguien que requiera sus servicios: "¿Se lo rezaré?”.

Los cánticos que suenan en el Cementerio General aún mezclan el aymara y el latín. "Hay un sincretismo y conjunción con la visión católica de las almas (...) El rezo de los mementos, que eran un canción en latín, se cantan en muchas comunidades. En Todos Santos todavía hay personas que cantan el memento”, explicó Marcelo Fernández, delegado municipal para el Fomento de la Interculturalidad.


Los rezadores reciben estos días una paga que depende de las posibilidades y el corazón de cada familia. "Pedimos al Dios por todos. Rezamos por las almas que llegan. Los familiares pagan con lo que tienen o, algunas veces, no quieren pagar mucho. Así no más se vive, pero me hace feliz conocer a las personas”, asegura Roberto Condori, el "reziri”.

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