Thursday, March 26, 2015

La Calle Ancha, cuna de las tradiciones chapacas



La calle Cochabamba, que originalmente se llamó Calle Ancha, por ser la calle más “ancha” que tenía Tarija, es una de las calles de la capital chapaca donde mejor se respira la tradición y cultura chapaca.

Esto se debe, muy probablemente, a que la calle está ubicada en el barrio San Roque, un barrio que se caracterizó por albergar a las familias de la clase media, lo que le dio ese carácter popular y marcado por la esencia de las costumbres tarijeñas. En este barrio y en la calle más ancha de la capital se desarrollaron de manera natural las celebraciones más importantes de las festividades religiosas y populares.
La calle Cochabamba era la calle donde se establecieron los talleres de los artesanos, cuya actividad era permanente desde la época de la Colonia. “San Roque era el barrio de la clase media, y la calle Cochabamba era la calle de los carpinteros, herreros, zapateros, joyeros, sastres, sombrereros”, explica el historiador nacido en ese barrio, Manuel Chávez Ferreira. Todo en una época en la que estos oficios eran bien remunerados y proporcionaban buenos ingresos a estos artesanos. Actualmente, los descendientes de estas familias han vendido sus casas y se han mudado a la periferia, por lo que esa actividad comercial que le daba vida a la calle Ancha ha disminuido y prácticamente desaparecido.
La calle Cochabamba era también la calle donde se encontraban las chicherías. “Aquí se vendía chicha y saice”, explica el presidente del barrio San Roque, Renán Andrade, quien recuerda que hasta inicios de los años 80, cuando ya se había asfaltado la calle, los burros entraban por ella con las cargas de leña para las chicherías que la utilizaban para la preparación de esta bebida típica en una época en la que no había gas como ahora. “Llegaban incluso al Mercado Central llevando las cargas de productos para la venta en ese lugar”, agrega.
En el barrio San Roque se realizaba la actividad comercial más intensa de fines del siglo XIX y gran parte del siglo XX. “En la manzana donde se encuentra la Casa Dorada estaba la mayor cantidad de comercios que traían telas al por mayor, telas finas, bisutería para mujer, espejos de Venecia”, y todo lo que se debía importar para satisfacer las necesidades de los tarijeños, generalmente procedente de Europa, según explica, Chávez.
La fiesta de Santa Anita es parte esencial de las costumbres de los vecinos de San Roque y Tarija en general. Esta celebración, que tiene una esencia religiosa, surgió en 1884 a iniciativa de las hermanas de San Ana, como un acto de confraternidad infantil en el que se instalaban bazares y los niños que participaban intercambiaban los productos que ofrecían por botones de concha. “Eran cuatro los botones de la camisa del chapaco neto, pequeñitos y de concha, esos se usaban”.
Esta práctica fue difundiéndose y se llegó a practicar en los cuatro barrios de la ciudad.
La tradición surge como fiesta religiosa porque Tarija es un departamento donde los españoles han trabajado mucho la religiosidad, según explica Manuel Chávez. “Tarija fue fundada como pueblo de españoles donde se nos cristianizó hasta el tuétano, porque sino, no hubieran podido confiar en los indígenas que eran muy rebeldes”.
Al principio se instalaban los bazares frente a la iglesia de San Roque y posteriormente se trasladó a la calle Cochabamba donde se consolidó la instalación de bazares todos los años.
Esta celebración también tiene un origen español, ya que los primeros colonos lo organizaban como un juego para que jueguen los niños, intercambiando objetos por conchitas.
Luego, don Moisés Navajas, que creó el primer banco en Tarija, instituyó la modalidad de cambiar las conchitas por dinero, de modo que los padres de los niños iban al banco y cambiaban las conchitas por dinero y se las daban a sus hijos para que practiquen el trueque en Santa Anita y cuando pasaba la celebración volvían al banco a cambiar las conchitas por dinero nuevamente.
Era una forma de enseñar a los niños a comerciar, explica Chávez, para quien se trata de una mezcla de festividad religiosa con costumbres propias de España, Portugal y de Tarija misma, como la idea de la “tornavuelta” que practicaban los campesinos chapacos y que consistía en “brindar el trabajo de uno cuando lo necesite el vecino, para que el me lo devuelva después cuando yo necesite. Era una especie de trabajo comunitario”.
En San Roque se conjugan una serie de factores que hacen de este un barrio patrimonial, tradicional y folclórico que inspiró canciones y cuecas.
Don Abdón Rivera, de los Embajadores del Guadalquivir evocó a la famosa calle ancha donde vivió y pasó su mocedad. A través de su música le cantó a las más arraigadas tradiciones y costumbres del populoso barrio de San Roque con sus fenómenos sociales que marcaron, de algún modo, la esencia de la capital chapaca.
“Mencionaba la calle ancha y a la miss San Roqueña, una mujer muy bella de la familia Pantoja”, explica el presidente del barrio recordando la tradición de escoger reinas de belleza del barrio. “Había la Miss San Roque, la Miss Ojos”.
Del mismo modo, es en este barrio donde se celebra la Fiesta Grande de Tarija, en honor al Patrono San Roque, en la cual la devoción y la fe se expresan en la procesión de los chunchos promesantes por diferentes calles de Tarija, para visitar a las diferentes iglesias de los barrios de la capital y cuyo escenario principal es también la calle “Ancha”, para culminar en el atrio de la iglesia de San Roque.

Tradiciones chapacas en la Calle Ancha

Santa Anita
La fiesta de Santa Anita es una celebración importante dentro de la cultura tarijeña. Inicialmente era una fiesta dedicada a los niños en la que ellos, a manera de juego intercambiaban botones de concha por productos en miniatura sin necesidad de dinero.

Los chunchos
Los chunchos promesantes mantienen la tradición surgida en el siglo XIX con muy pocas variaciones en cuanto a la vestimenta y rutinas que se siguen durante la festividad que comienza en agosto y culmina en septiembre en la calle Cochabamba, con el “encierro”.

La Chicha
La venta de chicha y aloja caracterizó a la Calle Ancha durante mucho tiempo, por lo que era el lugar obligado de visita de quien quisiera saborear un buen saice tarijeño y acompañarlo de un vaso de chicha.

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