Saturday, March 4, 2017

Los “paicheños” y sus singulares tradiciones



Los “paicheños” son gente que comparte un vínculo común en sus costumbres y tradiciones, visiblemente enraizadas en el canto y el baile. Poseen un carisma cultural que mantienen aún en la distancia.

Según Andrés Rodríguez, oriundo del lugar, el paicheño expresa su identidad con orgullo y con una fuerte inquietud por preservar y transmitir generacionalmente esta cultura coplera y festiva.
El cantón Paicho, segunda sección de la provincia Méndez, se encuentra a 80 kilómetros de la ciudad de Tarija, pero se tarda dos horas y media en llegar, debido a que al estar en Iscayachi se debe tomar un camino de tierra que serpentea por la serranía.
La producción agrícola y la pequeña ganadería mantienen la economía de la zona, sin embargo el área de producción no es muy amplia y esto no permite un mayor desarrollo económico. Esto se debe sobre todo al fuerte índice de migración. Los paicheños migran a la ciudad de Tarija, Santa Cruz y a la república Argentina, principalmente.
“Todos se van, a la Argentina o a Tarija y ya no vuelven, tenemos muchos problemas con la mano de obra, no hay quien trabaje”, se queja don Manuel Subia y explica que en Argentina hay una importante comunidad de paicheños que quizá por la nostalgia buscan mantener sus tradiciones y organizan fiestas al estilo del “pago”, cantan coplas y bailan cueca.
Pero los que quedan poseen pequeñas parcelas que sólo permiten que la gente sobreviva en el lugar, esto se debe a que los productos de la zona tienen alto precio en el mercado, entre ellos: la nuez, el durazno, las conservas y el queso de cabra. Los paicheños lamentan el no poder expandir más sus áreas de cultivo.
Sin embargo, pese a la fuerte migración ningún paicheño que se precie de serlo deja olvidadas sus tradiciones. La copla, el baile con su peculiar rueda de “eses” es sin duda un fuerte vínculo para esta gente.

Identidad y cultura
Ha quedado demostrado que los paicheños mantienen una fuerte representación en Tarija en actividades culturales, deportivas y folklóricas, eventos que realizan principalmente por motivos de apoyo y beneficencia.
Gustavo Rodríguez Velásquez, natural del cantón Paicho -administrador de empresas, que hoy se dedica al tema de transporte en la ciudad de Tarija- destaca que todos sus paisanos tienen un gran amor por su tierra.
“Ninguno deja de volver a su pueblo o ha vendido su pequeña parcela, todos tratamos de conservar nuestro lugar en Paicho, algo que nos une es el tema cultural y la afectividad a nuestras costumbres y tradiciones. Aquí en Tarija participamos en diferentes actividades culturales apoyando a eventos que organizan instituciones”, explica.
Revela que en Argentina también cuentan con un centro de residentes paicheños, que está muy bien organizado y que se ha convertido en un referente cultural de Tarija.
“Lo que más preserva un paicheño es su identidad, nuestra forma de interrelacionarnos con el canto y el baile que tiene ciertas diferencias con el resto de otras comunidades del valle central de Tarija. La forma de convivir y la forma de expresarse es muy diferente inclusive con las comunidades que colindan con nuestro cantón”, explica.

Cuando un paicheño
se vuelve adulto
Dentro de su calendario folklórico cultural bastante arraigado, el paicheño es más conservador en su tradición y no pierde la real esencia de lo que es su cultura, ya que procura conservar sus costumbres y actividades, tal como se vinieron realizando hace más de cien años atrás.
Ejemplo de ello es la fiesta del Carnaval que para ellos es mucho más seria y comprometedora, ya que en este periodo se realiza la presentación de los jóvenes que pasan a la edad adulta.
“Un señorita que cumple los 18 años se prepara en lo que es copla, el padre tiene la responsabilidad de ofrecerle tres ternos diferentes para los tres días del Carnaval. El terno es la vestimenta: desde las ojotas, la pollera, la manta, el caballo que para los que tengan mayores posibilidades tendrá montura forrada con plata blanca”, cuenta Gustavo.
De ahí en adelante la joven tendrá la libertad para asistir a las fiestas. En el caso de los varones la costumbre es más conservadora. La presentación se la realiza a partir de los 21 años de edad, al igual con sus tres respectivos ternos por día.
“Esta costumbre es como lanzar por primera vez a un artista al escenario, la gente aprecia quién es el mejor jinete, quién viste el mejor terno y quién es el mejor coplero o la mejor coplera”, cuenta.
Gustavo revela que los que destacan en estas tres cosas, antiguamente, tenían hasta mejores oportunidades para conquistar en el Carnaval.
“Si algún joven se aventuraba a los 15 ó 16 años a ir a la fiesta, la comunidad veía que ese joven se creía ya adulto y a partir de ello se le exigía todas las obligaciones con la comunidad como ser el tema de trabajo en la prestación vial y los trabajos en las carreteras. Es decir, que estaba obligado a hacer trabajo social y el corregidor se encargaba de hacerle cumplir”, detalla.
Esta característica particular del cantón Paicho, en la actualidad no tiene las mismas repercusiones que antes, por el tema de las migraciones y otros cambios que vinieron con la modernidad, sin embargo los paicheños buscan mantener esta tradición.

Los “eseros”
Algo que rescata el cantón Paicho es el baile al ritmo del erque y el canto de las coplas al ritmo de la caja. Además que la coreografía de “eses” es única en la región.
“Los ‘eseros’, como les llamamos, son dos personas que dirigen la rueda con una coreografía perfecta, que forma la figura de varias eses entrelazadas entre sí. Una persona que no sepa de esto hará cortar la rueda y ésta terminará, por eso es importante el ciclo y que todas las personas que bailen sepan de esta coreografía, que no es necesario ni ensayar porque todos los paicheños la aprenden desde niños”, explica Gustavo.
Cuenta que la tonada también tiene su característica porque es un poco más lenta y melancólica.

Un poncho de 500 dólares
Respecto a la vestimenta lo que más impresiona es sin duda el poncho del paicheño que es muy tradicional del cantón, se trata de un tejido especial con hilo fino, que se lo confecciona de forma artesanal.
En la actualidad sólo existen dos personas, ya muy mayores en edad, que realizan este tejido que lleva un proceso de elaboración de casi dos años, es por ello que el costo del poncho es de aproximadamente 500 dólares.

Una actividad
económica
En las riberas del río Paicho se han ido asentado las comunidades. En el paisaje predominan los sauces. Los árboles frutales bordean el río de trecho en trecho y las casas han sido construidas en las laderas, se trata de viviendas de adobe y piedra que le dan un encanto particular al paisaje.
En los patios se aprecian las esteras cubiertas de durazno a medio secar que pronto será pelón, uno de los productos que constituye el principal ingreso de los paicheños.

el famoso durazno de la zona y su recolección

Recolección de la fruta
Las plantaciones de durazno están a lo largo de las orillas del río Paicho, los paicheños “pallan” el durazno toda la mañana y retornan a sus casas con sus cargas a lomo de burro para continuar con la elaboración del pelón.

Actividad en familia
Las familias enteras deben dedicarse a pelar el durazno para ponerlo a secar. Es una labor ardura que lastima las manos pero que se hace sin pausa para evitar que la fruta se dañe en las huertas.

Siete años de heladas
Siete años de heladas hicieron creer a los paicheños que la producción de durazno se había terminado y este año han tenido que volver a armar sus esteras para poner a secar el durazno y convertirlo en pelón, un producto que les reporta muy buenos ingresos.

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