Friday, January 24, 2025

Bolivia abre su fiesta de la miniatura para pedirle al Ekeko dólares, alimentos y diésel

 La fiesta patrimonial de la Alasita, que significa 'cómprame' en aimara, se inauguró este viernes en Bolivia entre rituales andinos para pedirle al Ekeko, el "dios de la abundancia", dólares, alimentos y diésel, cuya escasez mantiene al país en una crisis económica.

Cada 24 de enero, centenares de artesanos abren pequeñas tiendas en La Paz para vender casas, edificios, vehículos, alimentos, maletas, títulos de estudio, certificados de salud, bebés, entre otros, todo en miniatura para que “con fe”, durante el año, los deseos de los compradores se hagan realidad.

"Son 6.000 artesanos que ahora van a ofrecer sus productos, entre las novedades están la canasta familiar (de alimentos básicos), los envases de combustible, el aceite, todo lo que estaba faltando en los hogares", explicó a EFE el secretario de Culturas de la Alcaldía de La Paz, Américo Gemio.

La artesana Enriqueta Gutiérrez vende desde hace más de 60 años billetes, casas, herramientas y alimentos de primera necesidad, todo en miniatura, en su quiosco al que algunos visitantes se acercan a comprar antes de mediodía.

"Uno tiene que comprar con fe, lo que uno desee y sueñan, así se hace realidad (...) la gente ahora está comprando más el dólar, azúcar y otros víveres"", contó a EFE Gutiérrez.

La Alasita se realiza en un campo ferial en el centro de la ciudad, pero por esta jornada algunos artesanos colocaron tiendas de miniaturas en diferentes barrios de La Paz.

La festividad y sus símbolos como el Ekeko, la principal deidad andina de la fortuna y la abundancia, se han transformado con el tiempo hasta llegar a la expresión de lo ancestral fusionado con lo mestizo y urbano.

Un Ekeko hecho de piedra es el punto de concentración de los creyentes, quienes a mediodía se acercan a él para entregarle todo lo que compraron y luego le arrojan cerveza y alcohol para pedirle que sus deseos en miniatura se hagan realidad.

Por ejemplo Hilda, una mujer que llegó temprano para colocar sus dólares miniatura a los pies del "dios de la abundancia" con "mucha fe".

Decenas de visitantes también lanzan a la imagen miles de billetes, especialmente dólares falsos, con la esperanza de obtener la divisa este año.

Otros asistentes a la feria compran las artesanías para llevarlas donde los sabios aimaras o “amautas” que esperan cerca del parque para la tradicional ‘ch’alla’ o bendición de estos “pequeños” bienes.

Uno de los quioscos más visitados es el que ofrece vehículos hechos de madera. Nicole Pati es la tercera generación de su familia que fabrica buses y camiones de colores.

"Desde mi abuelo estamos aquí, realizamos todo a mano (...) un camión pequeño tardamos en hacer un mes y luego uno más grande lo hacemos en tres meses porque hay muchos detalles", explicó a EFE Pati.

En la feria también se encuentra alcancías hechas de yeso, "cholets" en miniatura, que son edificios de la cultura aimara con colores vibrantes y vidrios de espejo en miniatura y el tradicional Plato Paceño, que tiene choclo, habas, papa y queso, un reconocido platillo de La Paz.

La Alasita es una de las tradiciones más antiguas de la cultura andina que originalmente se celebraba en el solsticio de verano austral el 21 de diciembre, con miniaturas que se colocaban a deidades andinas como las illas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró la feria de la Alasita como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2017.





Alasita: la tradición que convierte los deseos en miniaturas de esperanza

 Cada 24 de enero, al mediodía, las calles de La Paz se llenan de vida. El bullicio, el aroma del sahumerio y la multitud que sale de sus hogares y oficinas marcan el inicio de la Alasita, una festividad que, entre miniaturas y deseos, simboliza la esperanza de un futuro mejor. 

‘Dólares’, responde Rodrigo Medina, ingeniero civil, cuando se le pregunta qué comprará en la Alasita. Para él, esta festividad de los sueños refleja los anhelos más profundos de la gente: ‘que lleguen los dólares para estabilizar el país’.

Con raíces en las antiguas culturas andinas y una fuerte impronta de influencias coloniales y republicanas, la Alasita, palabra que proviene del verbo aymara “alathaña” que significa "cómprame", ha crecido hasta convertirse en Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Para el historiador Fernando Cajías, la Alasita es la festividad de fertilidad y abundancia, en la que los creyentes compran illas y amuletos con la esperanza de que sus deseos se hagan realidad. Aunque es más conocida en La Paz, esta celebración también tiene lugar en diversas regiones de Bolivia y en países vecinos, donde los migrantes bolivianos han llevado consigo esta rica tradición.

La Alasita estaba vinculada a las celebraciones agrícolas del solsticio de invierno (21 de junio, Año Nuevo Andino). Sin embargo, en 1782, el gobernador Sebastián de Segurola trasladó la festividad al 24 de enero para coincidir con la celebración católica de la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, como parte de una estrategia de sincretismo religioso y cultural destinada a integrar las prácticas andinas en el calendario cristiano, apunta Cajías.

Juan Carlos Núñez, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), afirma que la Alasita ha evolucionado hasta convertirse en una manifestación cultural inclusiva, que trasciende las clases sociales y económicas, integrando a todos los habitantes de La Paz.

Carmen Choque Rocha buscará su título profesional en miniatura para realizar la ch’alla justo al mediodía. “Este año egreso y tengo la esperanza de titularme como psicóloga. Tradiciones como ésta alimentan nuestras expectativas, fomentando el optimismo y la disposición positiva, que son considerados rasgos favorables de la personalidad”, comenta la futura profesional.

La costumbre de la compra de miniaturas al mediodía del 24 de enero, es considerado un momento mágico para garantizar la abundancia y prosperidad. Estas miniaturas representan deseos como casas, dinero, autos, bienes materiales, amor, educación o salud y son bendecidas por sacerdotes católicos con agua y por yatiris (sacerdotes andinos) mediante rituales, como la ch’alla y el sahumerio.

A lo largo del tiempo, la Alasita ha evolucionado de una ceremonia agraria y espiritual a un evento híbrido que fusiona la cosmovisión andina, la devoción católica y las expresiones artesanales urbanas. Este proceso refleja la capacidad de adaptación y resistencia cultural de los pueblos originarios ante la dominación colonial y los cambios sociales", explica Núñez.

Cajías, a su vez, destaca que la Alasita es un ejemplo de mestizaje cultural, donde las prácticas andinas se combinan con elementos occidentales, pero que sigue conservando su esencia original de intercambio simbólico. La festividad ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero sigue siendo una parte importante de la identidad cultural del altiplano boliviano.

La festividad también es un escaparate para el arte de diversos grupos de artesanos, que van desde la cerámica y los textiles hasta la orfebrería, pintura, escultura y carpintería. Estos creadores no solo elaboran hermosas miniaturas, sino que alimentan la cultura y marcan tendencias cada año.

La relevancia de esta manifestación cultural se consolidó en 2017, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, la reconoció como Patrimonio de la Humanidad e incluyó la Alasita en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Ritos y tradiciones

Según la Unesco, las tradiciones son representaciones culturales transmitidas de generación en generación dentro de una comunidad. En el caso de la Alasita, estas tradiciones se reflejan en ritos como la compra y bendición de miniaturas, la ch’alla y los circuitos tradicionales familiares o de amigos.

“La Alasita es mi parte favorita de vivir en La Paz, es un momento en el que parece que los deseos se hacen realidad, pero también es una feria que, por cerca de un mes, nos reúne. Hay juegos, comida y diversión, es un lugar ideal para ir a pasear, tomarse fotos, ver películas con un api o jugar canchitas. Desde que vivo en La Paz no me la pierdo nunca”, expresa Patrick Sommer, ingeniero austriaco que vive en la sede de gobierno desde 1998.

El Ekeko, figura central de la feria, es considerado un portador de prosperidad. Según la tradición, se le "cría" con ofrendas de comida, bebida y cigarrillos para garantizar buenos augurios. Otros elementos tradicionales incluyen los "periodiquitos", publicaciones satíricas en miniatura que critican eventos políticos y sociales, y los medios de pago simbólicos, como botones o billetes en miniatura, que aluden al intercambio económico.

La feria que da vida a esta tradición se extiende por más de un mes, destacando actividades recreativas como juegos de azar, retretas musicales y la interacción con personajes típicos, como la 'llanta baja', una chola enjoyada. A lo largo del tiempo, estas prácticas han evolucionado, adaptándose a nuevos contextos culturales, pero manteniendo su esencia ritual y comunitaria.

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