Lionel Guzmán creció dando forma a los soldaditos de plomo que son una tradición de la Alasita. "En realidad están hechos de peltre, que es una mezcla de estaño, antimonio y cobre, porque el plomo es tóxico”, aclara el artesano que éste, como todos los años, alista un "ejército” en miniatura para la feria paceña.
Heredero de una larga tradición familiar de artesanos, Lionel admite que todos aún se refieren a los soldaditos "como de plomo”. De hecho, la historia, especialmente de ciertos países europeos, establece una estrecha relación entre los juguetes y el material con que se fabricaron durante mucho tiempo.
"Están en los museos porque son parte de la historia universal. Francia y Alemania son dos de los primeros países que comienzan a elaborarlos. En Francia se solía hacer soldados de estaño, a los que se añadía una pequeña cantidad de plomo (conocido como estaño de plomo). Y en Alemania, se dice que el propio (Adolf) Hitler hacía sus simulacros de guerra con soldados de plomo”, explica Guzmán, quien con los años se ha vuelto un especialista en el tema.
Su origen -dice- es aún más remoto: "En las pirámides de Egipto, junto a las tumbas de los faraones, han hallado soldaditos de oro y plata con los que se presume que jugaban los niños ”.
Aunque se trata de las miniaturas más antiguas y universales, los soldaditos de plomo de Guzmán tienen indudablemente la impronta boliviana.
Ejército boliviano
Representan a los cadetes del Colegio Militar, a los "dálmatas” (soldados especializados), a los soldados de infantería con boinas rojas (camuflados) y a los tradicionales Colorados de Bolivia, con bayoneta calada en posición de ataque.
Incluso, algunos trascienden los significados bélicos y para muchas personas, según especifica Guzmán, tener un "Colorado boliviano” con bayoneta es sinónimo de protección de las tiendas y los negocios.
Antiguamente, las figuras para Alasita se fabricaban con moldes de piedra pizarra de dos dimensiones, eran planas. Ahora se ha logrado mayor detalle y el cuerpo de los soldados tiene tres dimensiones y perspectivas: por delante, por detrás y de perfil.
Hay artesanos que continúan fabricando los antiguos modelos planos, pero los más requeridos son los últimos.
Maestro de la fundición
Guzmán conoce el secreto de la fundición desde hace mucho tiempo. Su madre fue una de las fundadoras de la Feria de Alasita. Con ella aprendió a trabajar con metal, "lo más importante es dominar las técnicas”, dice.
El mayor problema para esta artesanía se encuentra actualmente en los precios del estaño, que últimamente se han disparado. Guzmán detalla que antes compraba una libra por 50 bolivianos como máximo, mientras que ahora debe pagar 100. "A veces no hay caso de trabajar porque el material es caro y la gente busca sólo cosas baratas”.
Para abaratar costos, el artesano opta por mezclar materiales como estaño y antimonio para la creación de sus miniaturas.
Cada soldadito cuesta cinco bolivianos, un precio económico respecto de otros países cercanos como Argentina, desde el punto de vista de Lionel. Sus más fieles clientes, según ha podido comprobar en cada una de las ferias de Alasita, son los niños y niñas, pero también los coleccionistas.
En el proceso de creación, la etapa más difícil consiste en pintar a mano cada uno de los soldaditos, una vez que éstos se sacan del molde. "Requiere de mucho pulso y paciencia”, sostiene.
"El artesano nace y está habituado al trabajo manual y creativo desde pequeño. Si una persona se dedica a este oficio por otros motivos, económicos por ejemplo, difícilmente va a obtener buenos resultados. Además te tiene que gustar, debes apasionarte con lo que haces”.
Los hijos de Lionel, de seis y ocho años, ya ayudan a su padre con la parte más sencilla de creación de los soldaditos: el pintado de camuflado. "Somos artesanos de familia”, explica Guzmán.
Chacha Warmi, la novedad del año
Lionel Guzmán lanza como una de las novedades para esta Feria de Alasita el Chacha Warmi, la figura que representa la unión del Ekeko con su par femenino o Tunu. El hallazo es resultado de una investigación del artesano.
El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, viajó ayer a Suiza con el propósito de recuperar al llamado Ekeko Tunu. Se trata de una pieza arqueológica que fue extraída de Tiwanaku por el suizo Johann Jakob von Tschudi hace 155 años. Posteriormente fue vendida al museo de Berna, en 1929. El viceministro tiene previsto reunirse con los representantes del Museo de Historia de Berna para llegar a un acuerdo y repatriar esta figura boliviana.
Según la investigación realizada por Guzmán al respecto, esta pieza (de 15,5 centímetros) representa al Ekeko mujer. Su estudio cuenta con el apoyo del Consejo Internacional de Museos. "Se enmarca en la estructura dual pasada de los pueblos indígenas originarios campesinos, en la cual el mundo es concebido como un toro formado de dos patas esposadas, en una dimensión femenina y masculina”, explica.
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