L as t’anta wawas, escaleras, bizcochuelos, cañas y otuqurus, entre una veintena de elementos, son imprescindibles en la mesa de difuntos, que debe armarse mañana al mediodía. Cada símbolo cumple una función específica para ayudar a los muertos en su viaje por un día al mundo de los vivos.
"Nuestras costumbres y tradiciones tienen una fuerte carga simbólica. Cada objeto tiene un significado que liga a los vivos con las almas que llegan en Todos Santos”, explicó la responsable del área de Investigación , Folklore y Artes populares de la comuna paceña, Vida Tedesqui. La mesa de difuntos -aseguró la especialista- es una tradición previa a la colonia que fue evolucionando con los años.
Por su parte, el delegado municipal para el Fomento de la Interculturalidad, Marcelo Fernández, aseguró que en tiempos precolombinos la relación con la muerte era distinta. "Antes, la cultura andina convivía con el muerto en la misma casa. En noviembre el cuerpo recibía una fiesta y baile para que los difuntos ayuden a la población. Para esto se celebraba con lo que le gustaba al difunto -explicó-. Si el muerto era un soldado del inca, la fiesta debía tener una connotación de guerra y de soldados”.
El altar -aseguró Fernandez- es un "conjunto de diferentes horizontes civilizatorios”. La unión de las tradiciones y costumbres locales y extranjeras dio como resultado la actual mesa de Todos Santos. "El pan no es un elemento indígena originario, viene de los árabes y pasó a los españoles. Ahora es parte primordial de nuestras costumbres”, dijo,
El sincretismo también pervive en otras costumbres. Para Fernandez, el rezo de los mementos es un ejemplo de ello. "Los mementos eran canciones en latín, como cánticos gregorianos. Hoy en muchas comunidades se cantan, sin saber el contenido”, explicó.
La cultura, concordaron ambos expertos, no es estática. Esto llevó a que el mundo andino adapte las visiones externas para construir una nueva tradición.
Friday, October 31, 2014
TODOS SANTOS, LA FIESTA DE LOS DIFUNTOS
Todos Santos a decir del antropólogo José Antonio Rocha es la fiesta del sumaj kausay, del buen vivir, un momento donde se hacen fuertes los lazos de amistad y familiar, en torno al difunto. Ese momento no es más que el compartir, el vivir en comunidad y trabajar juntos todo para recibir el alma del difunto, que llegará al mediodía del 1 de noviembre.
Es una fiesta que se fortalece y lo hace aún más por el momento político e histórico que vive el país, indica el investigador.
La fiesta de Todos Santos es una tradición boliviana, se tiene la costumbre de recordar a partir del mediodía del 1 de noviembre hasta el mediodía del 2.
Es un día especial, dedicado a compartir con las almas de los familiares que murieron. Algo que transita en el mundo de lo sobrenatural, de la fe, de lo secreto y por tanto, difícil de creer y entender. Pero allí está, celebrado y respetado por mucha gente.
Toda persona en el transcurso del año que haya tenido un deceso entre sus familiares o amistades, está obligada, si pertenece especialmente a la clase popular, a efectuar "el hacer rezar" por la salvación del alma del difunto. Es una costumbre que consiste en recibir grupos de personas para que recen y después retribuirles con masas, viandas criollas, frutas, refrescos, dulces, chicha y otras bebidas.
La Fiesta de Todos los Santos o día de los difuntos no tiene su propio origen en Bolivia. Las costumbres y tradiciones vienen con la llegada de los españoles que al imponer su religión amenazaban, a la gente original de estas tierras que si no se arrepentían de sus pecados pagarían en el purgatorio para ir directo al infierno.
(todossantosenbolivia.blogspot.com)
TIEMPO DE JALLUPACHA
* La fiesta de Todos Santos marca en el calendario andino el umbral del tiempo de jallupacha (de lluvias), cuyo carácter es esencialmente femenino, es decir, tiempo de crecimiento de las plantas. Según relato del cronista Guamán Poma de Ayala, antiguamente los pueblos del mundo andino sacaban a sus muertos de los denominados pukullos o bóvedas para darles de comer y beber.
LAS COSTUMBRES
Las costumbres de Todos Santos son diferentes de acuerdo a las regiones, (altiplano, valles y trópicos). Asimismo, dentro de las regiones existen distintas creencias, costumbres y tradiciones en las subregiones. También hay diferencia entre el área rural y urbana.
La presentación de mesas en el área rural se realiza mayormente con productos del lugar, mientras que en el área urbana se emplea más masitas de harina en diferentes modalidades, caramelos y la bebida más consumida es la cerveza.
EL MAST´AKU
Es el elemento central de la fiesta. El mast´aku es el altar familiar en el que se recibe el alma del ser querido el 1 de noviembre. En él se prepara un banquete con todos los alimentos que más le gustaban al difunto.
Familiares preparan con anticipación una diversidad de masitas, además cocinan todos los platillos que en vida deleitaba el fallecido. A eso se suma una variedad de frutas que son colocadas en la mesa con la creencia que degustará de todo lo ofrecido.
El mast´aku es también adornado con grandes palmeras y cañas, además de cadenas elaboradas con nailon de colores morado y negro.
LA T´ANTAWAWA
La t´antawawa es parecido a un muñeco elaborado con masa de pan, que puede representar a la mujer o al hombre. Para diferenciar se colocan pequeñas máscaras pintadas.
Son infaltables en el mast´aku, que con mucha anticipación son preparadas por los familiares para representar al difunto.
LA ESCALERA
Es una figura elaborada con masa de pan que es colocada en el mast´aku. Según las creencias, la escalera sirve para ayudar a bajar al alma del cielo a la tierra y luego de "compartir" 24 horas con sus seres queridos, posibilita su retorno.
VISITA AL CEMENTERIO
Según manda la tradición, el 2 de noviembre es jornada para visitar el cementerio y compartir un momento con el alma del difunto. Allí preparan sobre el nicho una mesa (en el área rural, y en el área urbana es prohibido por las alcaldías), que contiene masas de pan (t´antawawa, t´anta achachi, escaleras, coronas, caballos, mulas, cruces, masitas, biscocho, galletas, empanadas, rosquitas y otros), todos estos elaborados de harina y algunos de quinua; también frutas (naranja, lima, banano, piña, caña de azúcar y otras más) además podemos encontrar huevo, queso, flores, coca, y otros, todo lo que gustó en vida a las almas. las personas llevan comida preparada, bebidas y velas, refrescos, entre varios otros artículo para hacer rezar.
Los familiares hacen rezar a los niños pobres que visitan ese día el cementerio, también oran las personas mayores que vienen individualmente o en conjunto.
Es una fiesta que se fortalece y lo hace aún más por el momento político e histórico que vive el país, indica el investigador.
La fiesta de Todos Santos es una tradición boliviana, se tiene la costumbre de recordar a partir del mediodía del 1 de noviembre hasta el mediodía del 2.
Es un día especial, dedicado a compartir con las almas de los familiares que murieron. Algo que transita en el mundo de lo sobrenatural, de la fe, de lo secreto y por tanto, difícil de creer y entender. Pero allí está, celebrado y respetado por mucha gente.
Toda persona en el transcurso del año que haya tenido un deceso entre sus familiares o amistades, está obligada, si pertenece especialmente a la clase popular, a efectuar "el hacer rezar" por la salvación del alma del difunto. Es una costumbre que consiste en recibir grupos de personas para que recen y después retribuirles con masas, viandas criollas, frutas, refrescos, dulces, chicha y otras bebidas.
La Fiesta de Todos los Santos o día de los difuntos no tiene su propio origen en Bolivia. Las costumbres y tradiciones vienen con la llegada de los españoles que al imponer su religión amenazaban, a la gente original de estas tierras que si no se arrepentían de sus pecados pagarían en el purgatorio para ir directo al infierno.
(todossantosenbolivia.blogspot.com)
TIEMPO DE JALLUPACHA
* La fiesta de Todos Santos marca en el calendario andino el umbral del tiempo de jallupacha (de lluvias), cuyo carácter es esencialmente femenino, es decir, tiempo de crecimiento de las plantas. Según relato del cronista Guamán Poma de Ayala, antiguamente los pueblos del mundo andino sacaban a sus muertos de los denominados pukullos o bóvedas para darles de comer y beber.
LAS COSTUMBRES
Las costumbres de Todos Santos son diferentes de acuerdo a las regiones, (altiplano, valles y trópicos). Asimismo, dentro de las regiones existen distintas creencias, costumbres y tradiciones en las subregiones. También hay diferencia entre el área rural y urbana.
La presentación de mesas en el área rural se realiza mayormente con productos del lugar, mientras que en el área urbana se emplea más masitas de harina en diferentes modalidades, caramelos y la bebida más consumida es la cerveza.
EL MAST´AKU
Es el elemento central de la fiesta. El mast´aku es el altar familiar en el que se recibe el alma del ser querido el 1 de noviembre. En él se prepara un banquete con todos los alimentos que más le gustaban al difunto.
Familiares preparan con anticipación una diversidad de masitas, además cocinan todos los platillos que en vida deleitaba el fallecido. A eso se suma una variedad de frutas que son colocadas en la mesa con la creencia que degustará de todo lo ofrecido.
El mast´aku es también adornado con grandes palmeras y cañas, además de cadenas elaboradas con nailon de colores morado y negro.
LA T´ANTAWAWA
La t´antawawa es parecido a un muñeco elaborado con masa de pan, que puede representar a la mujer o al hombre. Para diferenciar se colocan pequeñas máscaras pintadas.
Son infaltables en el mast´aku, que con mucha anticipación son preparadas por los familiares para representar al difunto.
LA ESCALERA
Es una figura elaborada con masa de pan que es colocada en el mast´aku. Según las creencias, la escalera sirve para ayudar a bajar al alma del cielo a la tierra y luego de "compartir" 24 horas con sus seres queridos, posibilita su retorno.
VISITA AL CEMENTERIO
Según manda la tradición, el 2 de noviembre es jornada para visitar el cementerio y compartir un momento con el alma del difunto. Allí preparan sobre el nicho una mesa (en el área rural, y en el área urbana es prohibido por las alcaldías), que contiene masas de pan (t´antawawa, t´anta achachi, escaleras, coronas, caballos, mulas, cruces, masitas, biscocho, galletas, empanadas, rosquitas y otros), todos estos elaborados de harina y algunos de quinua; también frutas (naranja, lima, banano, piña, caña de azúcar y otras más) además podemos encontrar huevo, queso, flores, coca, y otros, todo lo que gustó en vida a las almas. las personas llevan comida preparada, bebidas y velas, refrescos, entre varios otros artículo para hacer rezar.
Los familiares hacen rezar a los niños pobres que visitan ese día el cementerio, también oran las personas mayores que vienen individualmente o en conjunto.
“Catrinas” en la Llajta
Diversos centros cochabambinos de maquillaje se adecúan a las fechas de la celebraciones populares, es así que con nuevas propuestas para poder lucir algo diferente y glamuroso para estas fiestas el maquillaje de catrinas es la mejor opción según propone “Z@ Make Up” a cargo de la maquillista Zaida Sánchez que trae a nuestra ciudad los diseños de las catrinas mexicanas.
Quienes deseén lucir estos diseños deben hacer su reserva en “Z@ Make Up” que se encuentra ubicada en la avenida Man Césped 177 (entre Washington ) en el edificio Las Retamas Dpto- 5B, celular 77906582.
La imagen de la Catrina se ha convertido en la imagen mexicana por excelencia sobre la muerte, es cada vez más común verla plasmada como parte de celebraciones de día de muertos a lo largo de todo el país, incluso ha traspasado la imagen bidimensional y se ha convertido en motivo para la creación de artesanías, ya sea de barro u otros materiales, las cuales dependiendo de la región pueden variar un poco en su vestimenta e incluso su famoso sombrero, pero que igual se les ha dado en llamar "catrinas".
De acuerdo con el folclore mexicano, “La Catrina, o Catrin, mejor conocida como la Muerte y con muchos nombres más, puede mostrarse de muchas formas.
De acuerdo a la tradición, la muerte y la memoria de nuestros fieles difuntos, nos da un sentido de identidad.
Difuntos manifiestan su llegada con una brisa, ruido o mosca
La tradición refiere que sentir una suave brisa, un ventarrón, un ruido o el asomo de una mosca son las manifestaciones más comunes con las que un alma manifiesta su llegada a la tierra para reunirse con sus seres queridos.
El mast’aku (mesa para el difunto) está servida y los vivos esperan la llegada de las almas con todo lo que les gustaba para poder compartir con ellos 24 horas.
La tradición alude que las almas llegan al mediodía del 1 de noviembre a disfrutar del mast’aku que le han preparado y parten nuevamente el 2 de noviembre, también al mediodía, momento en el que se debe levantar la mesa.
Según el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón, el antropólogo José Antonio Rocha, la gente percibe la llegada del alma de sus seres queridos a través de las señales como el ruido de algún objeto o golpe, la entrada de una brisa a la casa, específicamente donde está la mesa y el asomo de una mosca o mosquito a los alimentos servidos para el difunto.
Sin embargo, según testimonios de trabajo de campo recabados por Rocha, hay animales como el perro que tienen la facilidad de ver al alma llegar o partir de la tierra. Aseguran que los perros perciben este fenómeno y lo hacen saber porque aúllan permanentemente y miran de manera fija al cielo.
“Pero más allá de estas manifestaciones lo que más vale es la plena convicción de que nuestros seres queridos están con nosotros”, manifestó.
También se dice que si el día de los difuntos llueve es porque las almas están tristes y si hace calor es porque llegan felices.
El investigador social Wilfredo Camacho coincide con Rocha al referirse a las formas en las que identificamos al alma.
Pero para él la presencia del alma de un ser querido puede estar siempre que uno lo invoque.
Más allá de la fiesta de los difuntos, Camacho señaló que las almas ayudan a sus seres queridos en situaciones de crisis, cuando uno de sus parientes está enfermo, cuando necesitan reconciliarse con alguien o precisan de un favor.
“He escuchado testimonios de personas que han pedido a sus difuntos que les cumplan un favor y han sentido su presencia cuando los invocaron”, dijo.
TRADICIÓN La fiesta del día de los difuntos es muy antigua en nuestro país. El armado de los altares o mesas se remonta a los antepasados quechuas y aimaras.
Wilfredo Camacho indica que el mast’aku viene de la época de Tiwanaku hace más de 5.522 años.
El mast’aku en esos tiempos tenía otro objetivo, señala que en el calendario el 1 y 2 de noviembre eran fechas de transición de tiempo seco a húmedo.
Para los incas el mes de octubre era de sequía y para que pueda haber lluvias para sus sembradíos se llamaban a los difuntos, indicó.
Para ellos la tradición era sacar los restos de los difuntos, sus huesos y osamentas para hacerlos “pasear” por las calles.
Pero las almas tenían un pre requisito para interceder, era el que los vivos armen una mesa con buenas intenciones.
“Entonces en esa época los vivos se esmeraban para hacer una buena mesa con la mejor bebida, comida, pan, maíz, hoja de coca. Y si el difunto comía bien y lo hacían bailar bien, entonces satisfecho se iba al janaj pacha (al cielo) y era un buen antecesor para que llueva.
Aunque la celebración ha cambiado con el paso del tiempo Camacho reconoció que cada sector del país tiene su propia forma de recordar a los muertos.
En la zona andina y en los valles es muy tradicional realizar el armado de mesas, que incluso se llevan hasta los cementerios para despedir a las almas. En algunos sectores de la zona andina la fiesta dura hasta tres días, es decir hasta el 3 de noviembre.
En la zona de los llanos la tradición simplemente se reduce a poner una vela y orar por el alma además de visitar las tumbas de los difuntos.
MUERTOS RECIENTES Según el antropólogo José A. Rocha, todas las almas retornan a la tierra y sin importar el tiempo que haya pasado de su muerte se debe armar una mesa para recibirlas.
Se dice que una alma es nueva cuando el difunto murió tres o hasta cuatro meses antes del día de los difuntos y antigua cuando ya pasó un año o más de su muerte.
Para Rocha el armado de mesas tiene que ver también con la economía de las familias. Indicó que muchos familiares no arman el mast’aku a las almas nuevas por todos los gastos que erogaron en el entierro. Por eso esperan varios meses para ahorrar y ofrecer los mejores alimentos a las mesas.
Datos.
Elementos
Los productos que se colocan en las mesas deben ser elaborados por los familiares, para demostrar al difunto el cariño que se le tiene.
Levantado de mesa
El mast’aku es levantado a las 12:00 horas del 2 de noviembre por una persona ajena a la familia del difunto.
Asimismo algunos acostumbran volcar las mesas luego de que son levantadas con oraciones para evitar que la muerte vuelva a visitar a la familia.
Alabados
Tres padrenuestros y tres avemarías anticipan los coritos de los alabados que niños, jóvenes y adultos ofrecen la noche del 1 de noviembre en las casas donde se arman las mesas para el difunto.
Estos alabados son ofrecidos mencionando el nombre del difunto y como recompensa los familiares entregan a los que alabaron masitas, refrescos y otros productos que se ponen en la mesa.
El paseo de los muertos
Hasta el año 1784 el paseo de los muertos el 2 de noviembre era una tradición que se realizaba en la ciudad de Cochabamba, según un libro de Guaman Poma.
El antropólogo y decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón, José Antonio Rocha indicó que ese año el intendente, Francisco Viedma que era una especie de gobernador prohibió el sacado de los cuerpos de las tumbas por higiene y para cuidar la salud pública de los habitantes.
“Probablemente esto se podía convertir en un foco de infecciones, por lo que decidieron prohibirlo”, dijo.
Hasta esos años la mayoría de los difuntos era enterrado en los cementerios que estaban al lado de las iglesias de la ciudad.
Sin embargo, también había ciudadanos que guardaban los restos de sus seres queridos en sus casas y aprovechaban esas fechas para volver a tener un contacto con ellos y compartir comida y bebida.
Desde esa época los ciudadanos tampoco pudieron conservar los huesos y restos de sus familiares en las casas.
Iglesias respetan tradiciones
La celebración de Todos Santos, como se denomina en nuestro país es para la Iglesia católica el 1 de noviembre y es la fecha en la que se recuerda a los santos muertos y vivos.
Para los católicos el 2 de noviembre es el día de los difuntos y en honor a ese día se celebran misas y se recuerda a los difuntos colocando una fotografía y un vaso de agua, mencionó monseñor Luis Sainz.
Indicó que la Iglesia respeta las tradiciones de la cultura andina que realiza el armado de mesas y aseguró que ese día se debe recordar a los seres queridos que ya no están entre nosotros elevando oraciones por ellos.
Para la Iglesia evangélica el 1 y 2 de noviembre no tiene ningún significado. Ellos no realizan ninguna celebración especial esos días, pero respetan el sentir y la tradición de los creyentes en la llegada de las almas.
El pastor de la iglesia Ekklesia, Juan Peredo, señaló que el 2 de noviembre recuerdan a sus difuntos, pero no hacen ningún tipo de celebración por ese acontecimiento.
Por otro lado para la Iglesia adventista estas fechas tampoco tienen un significado.
El pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Gilson José Da Silva indicó que pese a que esta religión no realiza celebración alguna a los difuntos, los miembros de la misma acuden a los cementerios para elevar su mensaje a las personas que sí creen en la llegada de las almas.
“El día de los difuntos vamos a los cementerios para elevar un mensaje de esperanza a las personas que han perdido a sus seres queridos”, mencionó.
Indicó que la Iglesia sí cree en la resurrección y que animan a las personas que despiden a sus muertos con una oración, un mensaje o les regalan una flor.
Para la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ültimos Días o mormones el día de los difuntos pasa como cualquier otro, sin celebraciones especiales.
El mast’aku responde a los gustos del difunto y a las costumbres
En los mast’akus o altares para los difuntos predominan los platos y bebidas que eran del gusto de la persona que ya no está entre nosotros.
Las comidas elaboradas por los mismos familiares son señaladas con banderines de colores negro y lila.
En ella también se incluyen otros elementos como la t’antawawa que es el centro de la mesa y representa el cuerpo del difunto, por lo que va caracterizado de acuerdo al sexo.
Las masitas con figuras de animales recrean el mundo en el que habitamos.
Algunos elementos importantes son la paloma, el zorro y la llama. En algunos casos estos dos últimos son reemplazados por el perro y el caballo respectivamente.
Elaboradas también en masa se coloca un sol y una luna estas representan a las deidades del cielo Janaj Pacha y de la tierra Kay Pacha.
La escalera de pan, hace alusión al elemento usado para bajar a Jesucristo de la cruz, que surge de la religión católica. Pero en las mesas se usa este elemento para que las almas puedan bajar y subir facilmente al llegar y retornar al cielo.
En algunas provincias es cada vez más frecuente cambiar este elemento por un avión o helicóptero.
Los canastos, vasos y botellas que se elaboran de dulce sirven como utensilios para que el alma pueda transportar sus bebidas y comidas.
Los suspiros y otros dulces que se colocan en las mesas sirven como un elemento llamativo para recibir a las almas, ya sea transformadas en moscas o en una brisa sutil.
En las mesas no pueden faltar las fotografías de los difuntos, velas y un vaso de agua.
El 1 de noviembre por la noche las puertas de las casas son abiertas para que la gente con rezos y oraciones para el alma pueda ir levantando los productos de la misma. El 2 al mediodía la mesa debe ser levantada.
La visita de las almas
Tradición familiar, que anualmente se celebra el primer día de noviembre es la fiesta de Todos Santos, con rituales como la visita a la tumba de los difuntos o en los domicilios con el armado de la mesa o mast’aku.
Desde el mediodía del 1 de noviembre, familiares vecinos y amigos acompañan a los dolientes en una jornada de rezos y juegos tradicionales ofrendados al alma del difunto. La jornada dura hasta el día siguiente.
El común denominador de esta fiesta es la interrelación con los seres queridos que fallecieron, y que ese día regresan para dar consuelo y alegría a la familia doliente y amigos.
Cuanto más “nueva” (que recién murió) es el alma, más grande es el mast’aku.
Como manda la tradición, familiares de los difuntos reciben a las almas, con suculentos platos de comida, una variedad de bebidas, frutas, dulces, masitas y todo cuanto en vida le gustaba al difunto.
Los urpus e importantes elementos simbólicos como la escalera, la t’antawawa, la víbora, el sapo tampoco están ausentes en las mesas de Todos Santos.
Desde el mediodía del 1 de noviembre, familiares vecinos y amigos acompañan a los dolientes en una jornada de rezos y juegos tradicionales ofrendados al alma del difunto. La jornada dura hasta el día siguiente.
El común denominador de esta fiesta es la interrelación con los seres queridos que fallecieron, y que ese día regresan para dar consuelo y alegría a la familia doliente y amigos.
Cuanto más “nueva” (que recién murió) es el alma, más grande es el mast’aku.
Como manda la tradición, familiares de los difuntos reciben a las almas, con suculentos platos de comida, una variedad de bebidas, frutas, dulces, masitas y todo cuanto en vida le gustaba al difunto.
Los urpus e importantes elementos simbólicos como la escalera, la t’antawawa, la víbora, el sapo tampoco están ausentes en las mesas de Todos Santos.
Llegan los angelitos y se alistan las "mesas" en los cementerios
Listos para recibir a los angelitos hoy en las casas y mañana a los adultos, las familias preparan las tradicionales "mesas" de Todos Santos con lo que más les gustaba a sus difuntos, dulces, comida y refrescos de todo tipo.
Tanto en el Cementerio General como en el de Lajastambo hasta ayer continuaban los preparativos para que las tumbas estén con la mejor imagen posible para el arribo de sus seres queridos.
Un total de 50 puestos de venta de guirnaldas y otros elementos se alistan en inmediaciones de Lajastambo donde los vecinos del lugar se organizan solos para tener una festividad relativamente ordenada, aunque para hoy ya se tiene prevista la presencia de efectivos policiales que controlarán la seguridad en el camposanto.
Ladrillos, cemento y pintura se trasladaban al lugar mientras las parejas y familias acomodaban los nichos de sus hijos y familiares. Para ellos, "la mesa" se instalará en el mismo cementerio y se compartirá con todos los que acudan a rezar por el alma de su ser querido.
Asimismo, en el Cementerio General, los escaleritas y limpiadores son los más buscados; la limpieza total cuesta Bs 15 mientras que los rezos Bs 3. De acuerdo con lo comentado por uno de los rezadores no videntes del Cementerio, esta festividad es muy importante porque logran más recursos económicos para subsistir, aunque también más personas acuden al lugar a ofrecer sus servicios, de hecho se espera que unos 32 rezadores estén presentes durante el fin de semana.
Hoy, desde las 7:00 hasta las 17:30, estarán abiertas las puertas de los dos cementerios donde grandes cantidades de personas se citarán, hoy para esperar las almas de los angelitos, es decir de los niños fallecidos, y mañana, el día más concurrido por la instalación de las "mesas" para la llegada de las almas adultas.
Con el objetivo de dar seguridad, está completamente prohibido el ingreso de bebidas alcohólicas al lugar y las bandas de música o mariachis.
Un total de 697 policías y guardias municipales estarán desplegados durante los tres días de la festividad, 149 el viernes, 288 el sábado y 121 el domingo, asimismo los patrullajes de prevención y auxilio ofrecerán un trabajo constante.
Para hoy, la Gobernación determinó, a través de una resolución, la suspensión de actividades desde mediodía para que las personas puedan acudir a los camposantos. Para el lunes, se ratifica el feriado.
Tanto en el Cementerio General como en el de Lajastambo hasta ayer continuaban los preparativos para que las tumbas estén con la mejor imagen posible para el arribo de sus seres queridos.
Un total de 50 puestos de venta de guirnaldas y otros elementos se alistan en inmediaciones de Lajastambo donde los vecinos del lugar se organizan solos para tener una festividad relativamente ordenada, aunque para hoy ya se tiene prevista la presencia de efectivos policiales que controlarán la seguridad en el camposanto.
Ladrillos, cemento y pintura se trasladaban al lugar mientras las parejas y familias acomodaban los nichos de sus hijos y familiares. Para ellos, "la mesa" se instalará en el mismo cementerio y se compartirá con todos los que acudan a rezar por el alma de su ser querido.
Asimismo, en el Cementerio General, los escaleritas y limpiadores son los más buscados; la limpieza total cuesta Bs 15 mientras que los rezos Bs 3. De acuerdo con lo comentado por uno de los rezadores no videntes del Cementerio, esta festividad es muy importante porque logran más recursos económicos para subsistir, aunque también más personas acuden al lugar a ofrecer sus servicios, de hecho se espera que unos 32 rezadores estén presentes durante el fin de semana.
Hoy, desde las 7:00 hasta las 17:30, estarán abiertas las puertas de los dos cementerios donde grandes cantidades de personas se citarán, hoy para esperar las almas de los angelitos, es decir de los niños fallecidos, y mañana, el día más concurrido por la instalación de las "mesas" para la llegada de las almas adultas.
Con el objetivo de dar seguridad, está completamente prohibido el ingreso de bebidas alcohólicas al lugar y las bandas de música o mariachis.
Un total de 697 policías y guardias municipales estarán desplegados durante los tres días de la festividad, 149 el viernes, 288 el sábado y 121 el domingo, asimismo los patrullajes de prevención y auxilio ofrecerán un trabajo constante.
Para hoy, la Gobernación determinó, a través de una resolución, la suspensión de actividades desde mediodía para que las personas puedan acudir a los camposantos. Para el lunes, se ratifica el feriado.
Familias optan por adelantar Todos Santos en el cementerio
Ante la presencia estimada de 35.000 personas en el Cementerio General, el 1 y 2 de noviembre, algunas familias optan por adelantar Todos Santos con el armado de la mesa para sus difuntos, y así evitar las aglomeraciones y el ajetreo. “Venimos hoy (ayer) porque el sábado y domingo el cementerio estará lleno de gente; mañana (hoy) vendrán su hermana (del difunto) y mis hijos, que también traerán pan”, expresa Plácida Humérez, quien alista junto a una de sus hijas las t’antawawas para el nicho de su esposo.
Un albañil terminaba de arreglar la tumba, mientras las mujeres hacían los preparativos para recordar a su ser querido, que falleció hace un año y dos meses. “Que acabe de planchar y luego voy a hacer rezar”, dice Humérez, quien luego señala que prefiere celebrar Todos Santos en su casa de la zona San Martín (El Alto).
En la mañana de ayer, al menos unas diez familias adelantaron Todos Santos con el armado de las mesas y diferentes rezos. “No traje pan, pero sí coca; prefiero venir hoy (ayer) porque ni el sábado ni el domingo habrá lugar para sentarse, es demasiado lleno”, comenta Dionicia Paye.
Menciona que parte de la tradición de su familia es rezar después del mediodía del domingo 2 en su vivienda. “Este año será para mi esposo, el año pasado fue para mi hijo”. A dos días del 1 de noviembre, los familiares hacían arreglar ayer los nichos con estuco, el colocado de las lápidas y los cambios de las flores. “No queremos que el nicho de mi papá esté descuidado para Todos Santos”, indica William Quispe, quien perdió a su padre hace seis meses.
El administrador de la necrópolis, Alexis Tavera, informa que todo está listo para recibir el fin de semana a las aproximadamente 35.000 personas que acuden al camposanto en estas fechas. El horario de atención en sábado será a partir de las 07.30 y el domingo desde las 07.00. “Todas las puertas del cementerio se abrirán”.
Seguridad. Agrega que, como cada año, lo más seguro es que no haya mucha gente el sábado. “Pero el domingo sí habrá buena cantidad”. Para la seguridad de los visitantes, la Alcaldía habilitó 50 cámaras de vigilancia que alertarán cualquier hecho de robo u otra situación. También desplegará 500 guardias ediles.
En las puertas se colocarán señales y se obsequiarán mapas del cementerio para que los visitantes localicen fácilmente el nicho de su ser querido. Para el 2 de noviembre se tiene previsto cerrar la avenida Mariano Baptista, entre las calles Reyes Cardona y Nataniel Aguirre, detalla Tavera.
A las 10.00 de hoy, en la plaza San Francisco, la comuna impartirá el “Aula Abierta de Todos los Santos” para enseñar el armado de la mesa. La dirección departamental de Tránsito, para evitar accidentes previo a dicha festividad, comenzó ayer los operativos de control en la terminal de buses del transporte interdepartamental e interprovincial.
Arman mesa en el Senado
Piñas, t’antawawas, cañas de azúcar, ají de arvejas y todos los elementos de una mesa de Todos Santos fueron preparados ayer en el hall del Senado para los asambleístas fallecidos y otros personajes. “Es una actividad interesante porque con la mesa se tiene una proximidad con los que ya no están”, dijo la senadora Centa Rek (CN). Vino, agua y abundantes frutas se observaron en la mesa preparada por el Senado.
En la lista de senadores fallecidos estaban Marcelina Chávez (MAS), Javier Hurtado (MAS), Ana María Romero de Campero (MAS), Gerald Ortiz (CN) y Nelly Ancasi (MAS). Pero, además, la mesa fue armada para otros dos senadores suplentes, recordó Rek.
También hubo cánticos en memoria de los difuntos y se repartió a todos los presentes el plato tradicional del ají de arvejas. Las imágenes del Che Guevara, el expresidente de Venezuela Hugo Chávez, la periodista Hanalí Huaycho fueron agregadas.
Abren nueva entrada al camposanto por Ajayuni
La empresa Mi Teleférico inaugura hoy el nuevo ingreso al Cementerio General, que da a la Estación Ajayuni. Será una entrada permanente para facilitar la visita de las personas. “Al mediodía de mañana (hoy) está prevista la inauguración de este ingreso. Eso fue lo que anunció públicamente el Gerente de Mi Teleférico”, informó Ronald Terán, responsable de la obra.
El arquitecto detalló que la portada del ingreso fue recuperada de la demolición de la Casa Alencastre, edificada en el siglo XIX. “Este ingreso será un gran aporte porque las personas tienen que dar toda la vuelta para entrar”.
Medidas. El portal mide 1,91 metros de ancho y 3,40 de alto, y está ubicado en la parte posterior del Cementerio General. “El propósito de la Doppelmayr y Mi Teleférico es que este nuevo ingreso sea permanente”, remarcó Terán. Un comunicado de Mi Teleférico señala que para la inauguración se preparará una mesa de Todos Santos con todos los elementos característicos, como las t’antawawas y las frutas.
“En esta ocasión serán con formas de cabinas, que incluyan frases educativas como parte de la Cultura Teleférico”, indica la nota. El Cementerio General tiene ocho puertas de ingreso, con la actual sumarán nueve, las cuales estarán habilitadas para el 2 de noviembre.
Bolivia y México recuerdan a sus difuntos con "catrinas" y "t’anta wawas"
Las tradicionales calaveras "catrinas" mexicanas y los panes antropomórficos bolivianos conocidos como "t’antawawas" se encontraron frente a frente en una exposición conjunta de ambos países para recordar el Día de los Difuntos.
La muestra fue inaugurada por la Alcaldía de La Paz y la Embajada de México en el museo Tambo Quirquincho de esta ciudad, con el fin de estrechar lazos entre ambos países a través de la cultura, explicó a Efe el oficial mayor de Culturas paceño, Walter Gómez.
"La cultura es el mejor puente para hermanarnos. Además, a través de las manifestaciones populares es donde nos reconocemos como pueblos. Aquí encontramos similitudes de tradición, identidades que nos hacen un solo pueblo", sostuvo.
Indicó que es la tercera vez que se realiza esta actividad con la embajada mexicana, pues ese país, al igual que Bolivia, "tiene una fuerte tradición" para celebrar el Día de los Difuntos.
Otro objetivo de la exposición es mostrar las tradiciones para que las nuevas generaciones "asuman un sentido de pertenencia con estas manifestaciones populares" y se pueda "alimentar el ‘ajayu’ (alma, en aymara) de nuestras culturas", según Gómez.
Así, en un extremo de la sala, la Oficialía de Culturas paceña armó la tradicional mesa de culto a las almas, cuyos protagonistas son las "t’anta wawas", unos panes antropomórficos que llevan una cara hecha de cerámica que representa al muerto recordado.
Además, hay panes con rostros de caballos o cóndores y también hogazas con formas de escalera, que son una especie de vehículos que facilitan el tránsito de las almas entre el cielo y el mundo de los vivos, según la creencia popular boliviana.
La tradición boliviana indica que las almas llegan al mediodía del 1 de noviembre y retornan al cielo al día siguiente, después de haber "disfrutado" la comida y bebida colocada por sus familiares en la mesa, que también está llena de frutas, dulces y los platillos y bebidas preferidas del difunto.
En el caso de México, los altares en honor de los difuntos también se instalan en las mismas fechas, aunque el 1 de noviembre está dedicado a recordar a los niños y el 2 a los adultos, explicó a Efe la agregada cultural de la embajada mexicana, Nuria Zúñiga.
"El mexicano tiene una relación muy particular con la muerte y muy diferente a otras culturas, en la cual la muerte no es vista como un final, sino como parte de un ciclo. Nos gusta tener esa relación porque así esa muerte no es algo temido sino es parte de la misma vida", sostuvo Zúñiga.
El colorido altar mexicano instalado frente a la mesa boliviana está dedicado a tres literatos latinoamericanos: el mexicano José Emilio Pacheco, el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Juan Gelman, estos dos últimos "mexicanos por adopción", según la agregada cultural.
Además de las fotografías de los tres, el altar lleva elementos típicos de la gastronomía mexicana, como el maíz, el fríjol, además de botellas de tequila y cerveza, refrescos, panes, objetos de cerámica y, por supuesto, las tradicionales "catrinas", creadas en el siglo XIX por el grabador mexicano José Guadalupe Posada.
Zúñiga indicó que con sus elegantes "catrinas" Posada hacía "una crítica a las señoras de alcurnia" durante los regímenes de Porfirio Díaz (1876-1880 y 1884-1911), una especie de "burla" a las élites porque "al morir, todos vamos a ser iguales".
"A partir de estas reminiscencias prehispánicas y de este uso cultural que se le ha dado a la ‘catrina’ es que conservamos la representación de la calavera en nuestros altares de muertos", dijo.
La muestra fue inaugurada por la Alcaldía de La Paz y la Embajada de México en el museo Tambo Quirquincho de esta ciudad, con el fin de estrechar lazos entre ambos países a través de la cultura, explicó a Efe el oficial mayor de Culturas paceño, Walter Gómez.
"La cultura es el mejor puente para hermanarnos. Además, a través de las manifestaciones populares es donde nos reconocemos como pueblos. Aquí encontramos similitudes de tradición, identidades que nos hacen un solo pueblo", sostuvo.
Indicó que es la tercera vez que se realiza esta actividad con la embajada mexicana, pues ese país, al igual que Bolivia, "tiene una fuerte tradición" para celebrar el Día de los Difuntos.
Otro objetivo de la exposición es mostrar las tradiciones para que las nuevas generaciones "asuman un sentido de pertenencia con estas manifestaciones populares" y se pueda "alimentar el ‘ajayu’ (alma, en aymara) de nuestras culturas", según Gómez.
Así, en un extremo de la sala, la Oficialía de Culturas paceña armó la tradicional mesa de culto a las almas, cuyos protagonistas son las "t’anta wawas", unos panes antropomórficos que llevan una cara hecha de cerámica que representa al muerto recordado.
Además, hay panes con rostros de caballos o cóndores y también hogazas con formas de escalera, que son una especie de vehículos que facilitan el tránsito de las almas entre el cielo y el mundo de los vivos, según la creencia popular boliviana.
La tradición boliviana indica que las almas llegan al mediodía del 1 de noviembre y retornan al cielo al día siguiente, después de haber "disfrutado" la comida y bebida colocada por sus familiares en la mesa, que también está llena de frutas, dulces y los platillos y bebidas preferidas del difunto.
En el caso de México, los altares en honor de los difuntos también se instalan en las mismas fechas, aunque el 1 de noviembre está dedicado a recordar a los niños y el 2 a los adultos, explicó a Efe la agregada cultural de la embajada mexicana, Nuria Zúñiga.
"El mexicano tiene una relación muy particular con la muerte y muy diferente a otras culturas, en la cual la muerte no es vista como un final, sino como parte de un ciclo. Nos gusta tener esa relación porque así esa muerte no es algo temido sino es parte de la misma vida", sostuvo Zúñiga.
El colorido altar mexicano instalado frente a la mesa boliviana está dedicado a tres literatos latinoamericanos: el mexicano José Emilio Pacheco, el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Juan Gelman, estos dos últimos "mexicanos por adopción", según la agregada cultural.
Además de las fotografías de los tres, el altar lleva elementos típicos de la gastronomía mexicana, como el maíz, el fríjol, además de botellas de tequila y cerveza, refrescos, panes, objetos de cerámica y, por supuesto, las tradicionales "catrinas", creadas en el siglo XIX por el grabador mexicano José Guadalupe Posada.
Zúñiga indicó que con sus elegantes "catrinas" Posada hacía "una crítica a las señoras de alcurnia" durante los regímenes de Porfirio Díaz (1876-1880 y 1884-1911), una especie de "burla" a las élites porque "al morir, todos vamos a ser iguales".
"A partir de estas reminiscencias prehispánicas y de este uso cultural que se le ha dado a la ‘catrina’ es que conservamos la representación de la calavera en nuestros altares de muertos", dijo.
Fiesta de Todos Santos Armar una mesa puede costar hasta Bs 1.000
El responsable de la Unidad de Usos y Costumbres del Municipio, Juan Luis Ballón, aseguró que el armado de una mesa para recibir a las almas y cumplir con la tradición de la festividad de Todos Santos cuesta entre 400 y mil bolivianos, sin embargo, aclaró que lo que más vale es la fe con que se realiza el acto.
De acuerdo con el experto en el tema, estos montos varían según los tres primeros años desde el fallecimiento ya que se debe recordar con una mesa especial al familiar que murió recientemente. El primer y segundo año de luto se tiene una mesa especial, sin embargo, no es tan primordial que la misma que se arma en honor a su muerte tenga que ser por demás completa.
Mientras que el último año, el tercero, sí es prioridad, debido a que es considerado de los más importantes por la tradición y tiene un carácter especial porque con el mismo terminaría la obligación de los familiares de poner la mesa especial, mientras que posteriormente sería de manera normal.
“El primer año casi no se hace mucho gasto, es por eso que módicamente se invierte en algo de harina para efectuar las masitas, pero siempre con todos los alimentos en comida, frutas y hasta algunas de las bebidas que le gustaba al difunto, porque es una sola vez al año que se le recuerda con este especial motivo, por lo que debe ser con todos sus gustos”, manifestó.
Mientras que el tercer año, que es conocido también como la gestión de la despedida, se hace de la misma manera, pero con más abundancia y con todos los productos que se ha tenido durante los dos años anteriores, por lo que, en cuanto al monto económico que se invierte, es superior al de los dos años anteriores.
En la oportunidad y en la mayoría de los casos para efectuar el pan de Todos Santos, según Ballón, generalmente se utiliza por lo menos de uno a dos quintales de harina, a lo que se suma las cañas, fruta, flores, la comida de preferencia del difunto y otras masitas, lo que, a consideración de la autoridad municipal, hace que en muchos de los casos sobrepase la inversión de mil bolivianos.
“Lo más importante en una mesa de alma es la comida que con preferencia en todas las casas se pone tres tipos de comida, como el ají de arveja, ají de papaliza y otros que le gustaba al difunto, pero que con exclusividad deben ser platos de preferencia o aquellos que le gustaba en vida”, explicó Ballón.
Sin embargo, para el responsable de Usos y Costumbres del Municipio, lo más importante en todos estos casos, para la familia, debe ser la fe que pone cada uno de los familiares en el armado sin importar mucho el monto económico que fuera invertido para implementar la mejor de las mesas.
LLEGADA DE ALMAS
Otro de los detalles que se debe tomar en cuenta es que el día que llegan las almas, según la creencia, son esperadas al mediodía de cada 1 de noviembre, momento desde el cual comienzan a compartir todo lo que se ha puesto en la mesa y otros productos hasta el día siguiente, jornada que se conoce como el día del despacho o la despedida, también a la misma hora pero con la diferencia de que se visita los cementerios donde fueron enterrados sus familiares difuntos.
“Finalmente para nosotros del mundo aymara, la llegada de las almas de nuestros seres queridos nos permite compartir una vez al año con nuestros familiares que los hemos perdido aquí en la tierra y no solamente es la presencia de los espíritus de ellos, sino también Todos Santos es para compartir con los vecinos, con los amigos de aquellas personas que se fueron al más allá, porque no interesa lo mucho o lo poco que puedes ofrecerles sino es estar junto a ellos”, finalizó Ballón.
DATOS
Se recomienda que en la mesa de recibimiento a las almas no deba faltar:
Las tantawawas, diferentes masitas, como bizcochuelos y galletas, además de dulces, flores, cañas, llamas, pasankallas, cebollas, plátanos, sandías, naranjas, piñas, refresco, flores, coronas, escaleras y caballos. Asimismo, no se debe olvidar la comida y bebida preferidas de las personas fallecidas.
De acuerdo con el experto en el tema, estos montos varían según los tres primeros años desde el fallecimiento ya que se debe recordar con una mesa especial al familiar que murió recientemente. El primer y segundo año de luto se tiene una mesa especial, sin embargo, no es tan primordial que la misma que se arma en honor a su muerte tenga que ser por demás completa.
Mientras que el último año, el tercero, sí es prioridad, debido a que es considerado de los más importantes por la tradición y tiene un carácter especial porque con el mismo terminaría la obligación de los familiares de poner la mesa especial, mientras que posteriormente sería de manera normal.
“El primer año casi no se hace mucho gasto, es por eso que módicamente se invierte en algo de harina para efectuar las masitas, pero siempre con todos los alimentos en comida, frutas y hasta algunas de las bebidas que le gustaba al difunto, porque es una sola vez al año que se le recuerda con este especial motivo, por lo que debe ser con todos sus gustos”, manifestó.
Mientras que el tercer año, que es conocido también como la gestión de la despedida, se hace de la misma manera, pero con más abundancia y con todos los productos que se ha tenido durante los dos años anteriores, por lo que, en cuanto al monto económico que se invierte, es superior al de los dos años anteriores.
En la oportunidad y en la mayoría de los casos para efectuar el pan de Todos Santos, según Ballón, generalmente se utiliza por lo menos de uno a dos quintales de harina, a lo que se suma las cañas, fruta, flores, la comida de preferencia del difunto y otras masitas, lo que, a consideración de la autoridad municipal, hace que en muchos de los casos sobrepase la inversión de mil bolivianos.
“Lo más importante en una mesa de alma es la comida que con preferencia en todas las casas se pone tres tipos de comida, como el ají de arveja, ají de papaliza y otros que le gustaba al difunto, pero que con exclusividad deben ser platos de preferencia o aquellos que le gustaba en vida”, explicó Ballón.
Sin embargo, para el responsable de Usos y Costumbres del Municipio, lo más importante en todos estos casos, para la familia, debe ser la fe que pone cada uno de los familiares en el armado sin importar mucho el monto económico que fuera invertido para implementar la mejor de las mesas.
LLEGADA DE ALMAS
Otro de los detalles que se debe tomar en cuenta es que el día que llegan las almas, según la creencia, son esperadas al mediodía de cada 1 de noviembre, momento desde el cual comienzan a compartir todo lo que se ha puesto en la mesa y otros productos hasta el día siguiente, jornada que se conoce como el día del despacho o la despedida, también a la misma hora pero con la diferencia de que se visita los cementerios donde fueron enterrados sus familiares difuntos.
“Finalmente para nosotros del mundo aymara, la llegada de las almas de nuestros seres queridos nos permite compartir una vez al año con nuestros familiares que los hemos perdido aquí en la tierra y no solamente es la presencia de los espíritus de ellos, sino también Todos Santos es para compartir con los vecinos, con los amigos de aquellas personas que se fueron al más allá, porque no interesa lo mucho o lo poco que puedes ofrecerles sino es estar junto a ellos”, finalizó Ballón.
DATOS
Se recomienda que en la mesa de recibimiento a las almas no deba faltar:
Las tantawawas, diferentes masitas, como bizcochuelos y galletas, además de dulces, flores, cañas, llamas, pasankallas, cebollas, plátanos, sandías, naranjas, piñas, refresco, flores, coronas, escaleras y caballos. Asimismo, no se debe olvidar la comida y bebida preferidas de las personas fallecidas.
Promueven la revalorización de la cultura y tradición de Todos Santos
El Ministerio de Culturas y Turismo, a través del Viceministerio de Descolonización, promueve la revalorización de la cultura y la tradición en el armado de la mesa de Todos Santos.
"La construcción de un Estado Plurinacional es un tema de ‘identidad’ y en este caso de una identidad cultural de nuestras cosmovisiones, cuando la identidad es firme nadie puede influir con otra cultura; la festividad de Todos Santos es el momento de acordarnos de nuestros ancestros y difuntos para tener latente el pensamiento revolucionario", explicó Félix Cárdenas, viceministro de Descolonización.
Agregó que cada año, al inicio de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos que ya fallecieron y a ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo "t’antawawas".
"La recuperación de nuestra identidad debe fortalecerse para hacer frente a ‘Halloween’, considerada como una ‘penetración cultural imperialista’, que no representa a la cultura ni a la sociedad boliviana", concluyó Cárdenas.
"La construcción de un Estado Plurinacional es un tema de ‘identidad’ y en este caso de una identidad cultural de nuestras cosmovisiones, cuando la identidad es firme nadie puede influir con otra cultura; la festividad de Todos Santos es el momento de acordarnos de nuestros ancestros y difuntos para tener latente el pensamiento revolucionario", explicó Félix Cárdenas, viceministro de Descolonización.
Agregó que cada año, al inicio de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos que ya fallecieron y a ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo "t’antawawas".
"La recuperación de nuestra identidad debe fortalecerse para hacer frente a ‘Halloween’, considerada como una ‘penetración cultural imperialista’, que no representa a la cultura ni a la sociedad boliviana", concluyó Cárdenas.
Rezadores y artistas se dirigen a difuntos
“Ángel que te vas al cielo que pasarás por tres calvarios para llegar más rápido” es una canción dedicada a los niños que parten de este mundo, la cual es entonada por muchos rezadores, quienes se preparan días y hasta meses antes de Todos Santos.
Atados con una bolsa de saquillo los rezadores inician su trabajo desde muy temprano. Oraciones como el Ave María, Padre Nuestro y Angelito en la mente son algunos de los rezos por los que obtienen recompensas variadas entre panes, pasankallas coloridas y más.
Gregorio Lucana, de 13 años, se gana la vida en la fiesta de Todos Santos tocando la zampoña junto a su hermana menor quien toca el bombo, ambos hacen música folklórica en el cementerio.
“Hace tres años vengo al cementerio, empecé ayudando a llevar agua, limpiaba nichos y así, luego me gustó ver a otros hacer música y me animé tocar el Padrenuestro, Aguas Claras, Llorando se fue, hermoso río”, dijo mientras se alistaba para entonar sus canciones.
Catedral Iglesia prepara mesa para recordar almas
La Iglesia Católica en Cochabamba prepara una mesa gigante que será armada en la Catedral este fin de semana para recordar a las almas olvidadas y sacerdotes como parte de las principales actividades por Todos Santos.
El rector de la Catedral Metropolitana, padre Marcelo Bazán, anunció ayer que por otro año consecutivo se continuará con esta tradición propia de la festividad para recordar a quienes ya partieron a la presencia de Dios.
“Vamos armar nuestra mesa y regalar dulces y galletas a los niños y personas mayores que vengan a rezar por las almas”, anunció.
Agregó que también harán misas. La principal será el domingo y estará precedida por el Arzobispo de Cochabamba monseñor Tito Solari. Invitó a toda la población a participar de este encuentro con Dios.
Por su parte, monseñor Solari dijo que el armado de mesas es parte de las tradiciones y costumbres propias de la cultura boliviana que respeta la Iglesia Católica.
“Toda la población ya prepara las comidas especiales para sus difuntos, las mesas y celebra así este acontecimiento del encuentro, de la memoria, que se hace de las personas que nos han dejado como un momento de comunión, una forma de agradecimiento”, aseveró.
Asimismo, indicó que mediante la oración y las misas, se debe encomendar y pedir a Dios el descanso eterno de las personas que partieron al más allá y recodarlas siempre con respeto y cariño.
“Debemos encomendarlas a Dios, que acoja a los difuntos en el reino y les premie con toda la paz. Este es el sentido profundo de la fiesta de los difuntos, de las celebraciones en las casas, en el cementerio, en los templos”, enfatizó.
DATOS
- Según la tradición andina, el primer día de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos fallecidos.
- A ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen un especial significado en la festividad de Todos Santos en Bolivia.
- Los amautas o sabios aymaras mencionan una y otra vez que “venimos de un Wiñay Marka (Pueblo eterno) y volveremos a ese Wiñay Marka por lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro pueblo”.
- El ajayu también se diferencia entre el “jisk’a” (pequeño o menor) y el jach’a (grande o mayor) ajayu.
El rector de la Catedral Metropolitana, padre Marcelo Bazán, anunció ayer que por otro año consecutivo se continuará con esta tradición propia de la festividad para recordar a quienes ya partieron a la presencia de Dios.
“Vamos armar nuestra mesa y regalar dulces y galletas a los niños y personas mayores que vengan a rezar por las almas”, anunció.
Agregó que también harán misas. La principal será el domingo y estará precedida por el Arzobispo de Cochabamba monseñor Tito Solari. Invitó a toda la población a participar de este encuentro con Dios.
Por su parte, monseñor Solari dijo que el armado de mesas es parte de las tradiciones y costumbres propias de la cultura boliviana que respeta la Iglesia Católica.
“Toda la población ya prepara las comidas especiales para sus difuntos, las mesas y celebra así este acontecimiento del encuentro, de la memoria, que se hace de las personas que nos han dejado como un momento de comunión, una forma de agradecimiento”, aseveró.
Asimismo, indicó que mediante la oración y las misas, se debe encomendar y pedir a Dios el descanso eterno de las personas que partieron al más allá y recodarlas siempre con respeto y cariño.
“Debemos encomendarlas a Dios, que acoja a los difuntos en el reino y les premie con toda la paz. Este es el sentido profundo de la fiesta de los difuntos, de las celebraciones en las casas, en el cementerio, en los templos”, enfatizó.
DATOS
- Según la tradición andina, el primer día de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres queridos fallecidos.
- A ellos se los espera con los altares armados de los difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo a las tantawawas, elementos que tienen un especial significado en la festividad de Todos Santos en Bolivia.
- Los amautas o sabios aymaras mencionan una y otra vez que “venimos de un Wiñay Marka (Pueblo eterno) y volveremos a ese Wiñay Marka por lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro pueblo”.
- El ajayu también se diferencia entre el “jisk’a” (pequeño o menor) y el jach’a (grande o mayor) ajayu.
EL MES DE LA ÑATITA
Noviembre es un mes consagrado a la memoria de la Ñatita y de quienes ya celebraron esponsales con ella. No hay cultura en el mundo que no haya honrado a sus muertos, acaso porque los humanos somos los únicos animales que tenemos conciencia de que en cualquier momento vamos a volvernos escasos para siempre y a dar un alegrón a nuestros enemigos.
El racionalismo occidental, el crecimiento de las ciudades, la explotación excesiva de los trabajadores bajo el capitalismo, nos convierten en guiñapos humanos, en naranjas exprimidas que ya no guardan sus tradiciones, pues apenas tienen tiempo para el descanso y la recuperación de las energías. La desregulación de las relaciones laborales ha hecho que la semana de 40 horas (ocho 3333125 diarias y descanso los sábados y domingos) haya desaparecido en Europa para dar paso a la jornada de 70 horas. ¡Diez horas por día! ¡O 12 por día para librar el domingo! En esas condiciones, los ritos de la muerte son una incomodidad que uno olvida pronto para que lo sigan exprimiendo en el trabajo. Velorio y entierro deben pasar cuanto antes para no perjudicar al patrón. Luego no habrá tiempo de ir al cementerio ni siquiera el 1 o el 2 de noviembre.
La conducta humana respecto de la muerte se va desligando de compromisos y va borrando la memoria de sus almas queridas. En la Edad Media, el difunto se exhibía puesto de pie a la puerta de casa para que toda la comunidad se despidiera de él. Todavía en estos tiempos, en algunos pueblos de Colombia los deudos llevan al difunto a la cumbiamba para que se despida de los placeres de esta vida. En Bolivia preparamos mesas con los manjares más copiosos. Hay mesas que ocupan todo el escenario de la orquesta bajo un tinglado donde la gente normalmente baila y consume chicha y manjares criollos. Pero en las ciudades de Occidente, el 2 de noviembre ni siquiera es feriado y transcurre como cualquier día. ¿Quién se va a ocupar de la Ñatita o de las almas que partieron?
Los avisos necrológicos en la prensa de Occidente son escuetos: una columna por un centímetro, cuando más, mientras aquí todavía menudean y a veces ocupan una página entera. Luego viene la misa de los nueve días, de cabo de mes, de seis meses y de cabo de año; y luego cada año se repetirá la ceremonia y la publicación del aviso. En los países europeos esas costumbres son impensables y han desaparecido por completo.
Cuando un ser querido muere, se contrata a una agencia funeraria que se hace cargo de esos trámites engorrosos, incluido el velorio y la publicación del aviso necrológico y, por supuesto, el traslado del difunto desde el hospital hasta la tumba pasando por el crematorio. En cambio, en nuestros pueblos la muerte todavía es un acontecimiento que se celebra en casa. La misa de nueve días y la de cabo de año son el inicio de fiestas ruidosas en las cuales sólo están ausentes la música y el baile.
Desde La Paz se ha irradiado el culto a la Ñatita, que se celebra en la octava de Todos Santos. La coincidencia me causa alegría porque en mi novela El run run de la calavera, que escribí el año 1983, la muerte es designada como La Ñatita, mucho antes de que esa denominación se hiciera popular en las populosas barriadas paceñas.
* Ramón Rocha Monroy es escritor y periodista, Cronista de la Ciudad en Cochabamba.
El racionalismo occidental, el crecimiento de las ciudades, la explotación excesiva de los trabajadores bajo el capitalismo, nos convierten en guiñapos humanos, en naranjas exprimidas que ya no guardan sus tradiciones, pues apenas tienen tiempo para el descanso y la recuperación de las energías. La desregulación de las relaciones laborales ha hecho que la semana de 40 horas (ocho 3333125 diarias y descanso los sábados y domingos) haya desaparecido en Europa para dar paso a la jornada de 70 horas. ¡Diez horas por día! ¡O 12 por día para librar el domingo! En esas condiciones, los ritos de la muerte son una incomodidad que uno olvida pronto para que lo sigan exprimiendo en el trabajo. Velorio y entierro deben pasar cuanto antes para no perjudicar al patrón. Luego no habrá tiempo de ir al cementerio ni siquiera el 1 o el 2 de noviembre.
La conducta humana respecto de la muerte se va desligando de compromisos y va borrando la memoria de sus almas queridas. En la Edad Media, el difunto se exhibía puesto de pie a la puerta de casa para que toda la comunidad se despidiera de él. Todavía en estos tiempos, en algunos pueblos de Colombia los deudos llevan al difunto a la cumbiamba para que se despida de los placeres de esta vida. En Bolivia preparamos mesas con los manjares más copiosos. Hay mesas que ocupan todo el escenario de la orquesta bajo un tinglado donde la gente normalmente baila y consume chicha y manjares criollos. Pero en las ciudades de Occidente, el 2 de noviembre ni siquiera es feriado y transcurre como cualquier día. ¿Quién se va a ocupar de la Ñatita o de las almas que partieron?
Los avisos necrológicos en la prensa de Occidente son escuetos: una columna por un centímetro, cuando más, mientras aquí todavía menudean y a veces ocupan una página entera. Luego viene la misa de los nueve días, de cabo de mes, de seis meses y de cabo de año; y luego cada año se repetirá la ceremonia y la publicación del aviso. En los países europeos esas costumbres son impensables y han desaparecido por completo.
Cuando un ser querido muere, se contrata a una agencia funeraria que se hace cargo de esos trámites engorrosos, incluido el velorio y la publicación del aviso necrológico y, por supuesto, el traslado del difunto desde el hospital hasta la tumba pasando por el crematorio. En cambio, en nuestros pueblos la muerte todavía es un acontecimiento que se celebra en casa. La misa de nueve días y la de cabo de año son el inicio de fiestas ruidosas en las cuales sólo están ausentes la música y el baile.
Desde La Paz se ha irradiado el culto a la Ñatita, que se celebra en la octava de Todos Santos. La coincidencia me causa alegría porque en mi novela El run run de la calavera, que escribí el año 1983, la muerte es designada como La Ñatita, mucho antes de que esa denominación se hiciera popular en las populosas barriadas paceñas.
* Ramón Rocha Monroy es escritor y periodista, Cronista de la Ciudad en Cochabamba.
La fiesta de los muertos surgió con las primeras pestes de la Conquista
Esta fiesta tiene orígenes indígenas inequívocos en todo el continente latinoamericano. En esta parte Sudamérica se inició en honor a los difuntos del incario que sucumbieron ante las pestes traídas a estas tierras de la futura América por los conquistadores españoles, incluso antes de la llegada de Francisco Pizarro al Perú, donde la muerte se anticipó a los conquistadores armados con la cruz y la espada. Muchas muertes prematuras sucedían en esos tiempos, entre ellas la del inca Huayna Cápac. Sus cuerpos eran llevados en procesión por las calles, buscando conjurar el extraño mal que atravesaba desde el reino caído de los aztecas y mayas, en México, hasta el amenazado Tahuantinsuyo en los Andes del sur. Así comenzaron el culto y la veneración a nuestros difuntos…
Un revelador estudio difundido por los antropólogos peruanos Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo, explica que la celebración del Día de los Difuntos que se festeja en casi todo el continente latinoamericano, desde México hasta Chile, los días 1 y 2 de noviembre, se originó durante los días finales del incario y los primeros años de la conquista española, hace más de cinco siglos. “Esta vieja costumbre nace en la época prehispánica y nos lo cuenta el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala en su crónica Nueva Crónica y Buen Gobierno”, afirman Huyhua y Arroyo.
Según el célebre cronista mestizo, noviembre, el Ayar Marcay Quilla, era el mes dedicado a los difuntos. “Los cuerpos momificados eran extraidos de sus bóvedas (llamadas pucullo) para renovar sus vestuarios, darles de comer y beber, y luego de cantar y danzar junto a ellos, los ponían en andas y los sacaban en recorrido, de casa en casa, por las calles y plazas para luego retornarlos a sus pucullos, “dándoles sus comidas y bagilla al principal de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y rropa y lo entierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho”, dice la crónica de Guamán Poma.
Esta costumbre sobrevivió a la hecatombe demográfica que trajo consigo la conquista española y sus enfermedades. Antes que Pizarro pise tierras incas, desde Panamá avanzaba una ola de peste negra: el sarampión, que los españoles trajeron desde España y contagiaron a los indígenas en Panamá. Desde allí esta enfermedad empezó su avance de muerte hacia el sur diezmando a miles de indígenas. El sarampión llegó por tierra antes que Pizarro por mar. Así, el inca Huayna Cápac fue contagiado y falleció por esta enfermedad. Muerto el inca lo momificaron y lo pasearon desde Tumpipampa en Ecuador hasta Cuzco, y en las festividades de Ayar Marcay Quilla continuaron haciéndolo. Durante todo ese trayecto el sarampión diezmó a la población que al acudir en masa a las procesiones del Inca se contagiaban masivamente. El indígena no tenía anticuerpos para esta nueva enfermedad y moría irremediablemente.
Pasado el tiempo, las festividades del mes de noviembre en honor a los “vivos y los muertos”, llamado también de “Todos los Santos” por la iglesia católica, continuaron vigentes y dicha costumbre hasta hoy subsiste en todos los pueblos andinos, especialmente en Bolivia, Perú y Ecuador, lo mismo que en México y Guatemala, donde la población indígena que guarda aquella memoria de la Conquista es similar.
Una “t’antawawa” gigante construida de cemento se muestra imponente en el Bosque de Algarrobos de Tiataco, en Arbieto, Tarata, en el valle cochabambino, donde se celebra una de las formas más auténticamente indígenas del día de Todos Santos dentro el territorio boliviano. | Foto Rodolfo Goytia, Los Tiempos.
Una “t’antawawa” gigante construida de cemento se muestra imponente en el Bosque de Algarrobos de Tiataco, en Arbieto, Tarata, en el valle cochabambino, donde se celebra una de las formas más auténticamente indígenas del día de Todos Santos dentro el territorio boliviano. | Foto Rodolfo Goytia, Los Tiempos.
Las “t’anta wawas”
Dentro de esta tradicional costumbre se destaca la “t’anta wawa” (que en quechua significa “niño de pan”), una de las ofrendas más bellas y dulces que se le puede hacer al difunto, sobre todo si es un niño o una niña. La t’anta wawa es un pan dulce y delicioso. Al pan o bizcocho le dan la forma de una muñeca o muñeco, incluso otra forma como la llama, y le agregan dulces como menudas grageas polícromas, pasas, etcétera. Lo hacen en varios tamaños, incluso con caretas de yeso. Cuando un niño o niña muere, siendo la prenda más querida de una familia, el dolor es inmenso, muere el futuro, mueren las esperanzas de la familia. Y, cuando llega el mes de noviembre los padres le llevan sus juguetes, su ropita, los potajes que más le gustaba y entre ellos el t’anta wawa que es una delicia para el paladar. Así surge esta costumbre, aunque no se sabe cuando surgió en su versión actual. Pero la t’anta wawa se extendió más allá, porque ya no solo es una ofrenda al niño o niña fallecida, sino a todo familiar querido que falleció, incluso es consumido por toda la familia: niños, adultos y ancianos, y por supuesto, uno de los más ricos está reservado para el fallecido.
Esta costumbre se extiende en todo la zona andina. En Bolivia genera una intensa actividad de la industria panificadora en las ciudades altiplánicas de La Paz, Oruro y Potosí, así como en los valles de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, donde los niños adquieren este pan junto con otros manjares de harina y azúcar a cambio de rezos cantados frente a los altares que los hogares erigen en ofrenda a sus familiares fallecidos. Las migraciones del occidente hacia el oriente boliviano han instalado también este consumo ritual en la ciudad tropical de Santa Cruz.
También la “t’anta wawa” es muy común en el Perú (donde se lo alude en género masculino como “el t’anta wawa”); tiene mucho arraigo en Ayacucho, Huancavelica, Junín, Arequipa, Apurimac, Cuzco y Cerro de Pasco.
En la serranía del Ecuador, donde el Día de los Difuntos coincide con la efeméride cívica del Día del Escudo, la “t’anta wawa” se consume con la “colada morada”, que es una bebida tradicional del folclor de la serranía ecuatoriana, se prepara con harina de maíz morado, con piña, mora, mortiño, frutilla, babaco, manzana, uvas, hierbas aromáticas y especias dulces (canela, pimienta, ishpingo, clavo de olor) y azúcar, se la sirve caliente.
La creatividad popular deja ver en cada zona tantas formas, texturas y sabores elaborados con mucho primor y detalle en su ornamentación. Son verdaderas obras de arte para la vista y el sabor.
Un revelador estudio difundido por los antropólogos peruanos Guillermo Huyhua y Rosa Arroyo, explica que la celebración del Día de los Difuntos que se festeja en casi todo el continente latinoamericano, desde México hasta Chile, los días 1 y 2 de noviembre, se originó durante los días finales del incario y los primeros años de la conquista española, hace más de cinco siglos. “Esta vieja costumbre nace en la época prehispánica y nos lo cuenta el cronista indígena Felipe Guamán Poma de Ayala en su crónica Nueva Crónica y Buen Gobierno”, afirman Huyhua y Arroyo.
Según el célebre cronista mestizo, noviembre, el Ayar Marcay Quilla, era el mes dedicado a los difuntos. “Los cuerpos momificados eran extraidos de sus bóvedas (llamadas pucullo) para renovar sus vestuarios, darles de comer y beber, y luego de cantar y danzar junto a ellos, los ponían en andas y los sacaban en recorrido, de casa en casa, por las calles y plazas para luego retornarlos a sus pucullos, “dándoles sus comidas y bagilla al principal de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y rropa y lo entierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho”, dice la crónica de Guamán Poma.
Esta costumbre sobrevivió a la hecatombe demográfica que trajo consigo la conquista española y sus enfermedades. Antes que Pizarro pise tierras incas, desde Panamá avanzaba una ola de peste negra: el sarampión, que los españoles trajeron desde España y contagiaron a los indígenas en Panamá. Desde allí esta enfermedad empezó su avance de muerte hacia el sur diezmando a miles de indígenas. El sarampión llegó por tierra antes que Pizarro por mar. Así, el inca Huayna Cápac fue contagiado y falleció por esta enfermedad. Muerto el inca lo momificaron y lo pasearon desde Tumpipampa en Ecuador hasta Cuzco, y en las festividades de Ayar Marcay Quilla continuaron haciéndolo. Durante todo ese trayecto el sarampión diezmó a la población que al acudir en masa a las procesiones del Inca se contagiaban masivamente. El indígena no tenía anticuerpos para esta nueva enfermedad y moría irremediablemente.
Pasado el tiempo, las festividades del mes de noviembre en honor a los “vivos y los muertos”, llamado también de “Todos los Santos” por la iglesia católica, continuaron vigentes y dicha costumbre hasta hoy subsiste en todos los pueblos andinos, especialmente en Bolivia, Perú y Ecuador, lo mismo que en México y Guatemala, donde la población indígena que guarda aquella memoria de la Conquista es similar.
Una “t’antawawa” gigante construida de cemento se muestra imponente en el Bosque de Algarrobos de Tiataco, en Arbieto, Tarata, en el valle cochabambino, donde se celebra una de las formas más auténticamente indígenas del día de Todos Santos dentro el territorio boliviano. | Foto Rodolfo Goytia, Los Tiempos.
Una “t’antawawa” gigante construida de cemento se muestra imponente en el Bosque de Algarrobos de Tiataco, en Arbieto, Tarata, en el valle cochabambino, donde se celebra una de las formas más auténticamente indígenas del día de Todos Santos dentro el territorio boliviano. | Foto Rodolfo Goytia, Los Tiempos.
Las “t’anta wawas”
Dentro de esta tradicional costumbre se destaca la “t’anta wawa” (que en quechua significa “niño de pan”), una de las ofrendas más bellas y dulces que se le puede hacer al difunto, sobre todo si es un niño o una niña. La t’anta wawa es un pan dulce y delicioso. Al pan o bizcocho le dan la forma de una muñeca o muñeco, incluso otra forma como la llama, y le agregan dulces como menudas grageas polícromas, pasas, etcétera. Lo hacen en varios tamaños, incluso con caretas de yeso. Cuando un niño o niña muere, siendo la prenda más querida de una familia, el dolor es inmenso, muere el futuro, mueren las esperanzas de la familia. Y, cuando llega el mes de noviembre los padres le llevan sus juguetes, su ropita, los potajes que más le gustaba y entre ellos el t’anta wawa que es una delicia para el paladar. Así surge esta costumbre, aunque no se sabe cuando surgió en su versión actual. Pero la t’anta wawa se extendió más allá, porque ya no solo es una ofrenda al niño o niña fallecida, sino a todo familiar querido que falleció, incluso es consumido por toda la familia: niños, adultos y ancianos, y por supuesto, uno de los más ricos está reservado para el fallecido.
Esta costumbre se extiende en todo la zona andina. En Bolivia genera una intensa actividad de la industria panificadora en las ciudades altiplánicas de La Paz, Oruro y Potosí, así como en los valles de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, donde los niños adquieren este pan junto con otros manjares de harina y azúcar a cambio de rezos cantados frente a los altares que los hogares erigen en ofrenda a sus familiares fallecidos. Las migraciones del occidente hacia el oriente boliviano han instalado también este consumo ritual en la ciudad tropical de Santa Cruz.
También la “t’anta wawa” es muy común en el Perú (donde se lo alude en género masculino como “el t’anta wawa”); tiene mucho arraigo en Ayacucho, Huancavelica, Junín, Arequipa, Apurimac, Cuzco y Cerro de Pasco.
En la serranía del Ecuador, donde el Día de los Difuntos coincide con la efeméride cívica del Día del Escudo, la “t’anta wawa” se consume con la “colada morada”, que es una bebida tradicional del folclor de la serranía ecuatoriana, se prepara con harina de maíz morado, con piña, mora, mortiño, frutilla, babaco, manzana, uvas, hierbas aromáticas y especias dulces (canela, pimienta, ishpingo, clavo de olor) y azúcar, se la sirve caliente.
La creatividad popular deja ver en cada zona tantas formas, texturas y sabores elaborados con mucho primor y detalle en su ornamentación. Son verdaderas obras de arte para la vista y el sabor.
Thursday, October 30, 2014
Artesano crea caretas con el rostro de los difuntos
Cada detalle, en vida, del rostro de Pasesa Espinosa (las arrugas, el color plateado del cabello, los labios y otros aspectos) fue plasmado en una de las caretas creadas por Víctor Cruz, un artesano que por tercer año oferta sus productos a las familias que celebran Todos Santos.
“El año pasado le hice el pedido (a Cruz) para que me haga la careta de mi mamá. Al verla ahora casi lloro, está igualita, el maestro hace buenos trabajos y he venido para encomendarle otros rostros de mis familiares difuntos”, expresa Fidelia Sirpa, hija de la fallecida Pasesa Espinosa.
Sin un puesto fijo para ofertar sus creatividades, el artesano Cruz extiende una lona sobre la acera de la plaza Juana Azurduy de Padilla (El Alto) para ofrecer cada máscara. “Para este año he creado casi 5.000 máscaras; la mayoría son pedidos que me hicieron el año pasado y el resto son trabajos realizados con rasgos que predominan en nuestra población”, indica a La Razón.
Los dos hijos y la esposa de Víctor Cruz ayudan a crear las caretas. El artesano, que tiene el oficio de carpintero, relata que la iniciativa para trabajar en estas máscaras surgió hace tres años, cuando preparaban la mesa de Todos Santos para su mamá.
“Yo tallé en madera el rostro de mi madre, le gustó tanto a mi esposa que me sugirió elaborar máscaras en yeso reforzado. Realizamos el año pasado una muestra y se vendió todo, además me hicieron varios pedidos”, cuenta.
Pero además de las máscaras a pedido, el artesano elaboró otras que se agotaron, como las figuras del Che Guevara, Hugo Chávez (expresidente de Venezuela), Carlos Palenque (conocido como el Compadre) y otros.
Al igual que Sirpa, otras personas llegan hasta la plaza de El Alto. La familia Guachalla Aruquipa entrega al artesano unas cinco fotografías de sus familiares difuntos para hacer el pedido de las caretas. “Quiero una para mi papá, otra para mis abuelos. Nos hablaron bien del artesano”, dice Eva M.
Más de un transeúnte se arrodilla en el puesto para elegir una careta que se parezca a algún familiar fallecido. Los precios de los productos varían de acuerdo con el tamaño, pues hay desde Bs 5 hasta Bs 40. “Para 2015 me pidieron caretas más grandes, creo que será más trabajo y el costo podría ser de Bs 70. Lo más moroso es elaborar la muestra maestra, tardo de dos a tres días, después todo es fácil”, indica.
LA PAZ SABOREA LA FESTIVIDAD DE TODOS SANTOS
Las plazas y las calles de La Paz se cubren con masitas y elementos que evocan la festividad de Todos los Santos celebrada de 2 de noviembre, cuando se recuerda a los seres queridos fallecidos. Con la esperanza de ayudarlos y brindarles aquello que disfrutaron en vida, la gente acude a los puestos a comprar los alimentos simbólicos para participar en esta tradicional celebración.
UNA FERIA COMPLETA. En la plaza Obispo Bosque se realiza la feria de Todos los Santos organizada desde hace nueve años por la Asociación de Panificadores Artesanales de Integración y Ramas Afines, donde además del armado de una mesa dedicada a las almas olvidadas y a personalidades como Carlos Palenque o Marcelo Quiroga Santa Cruz, se puede apreciar una amplia variedad de productos.
María Eugenia Ávila señala que allí se venden masitas del productor al consumidor y que los precios son los mismos que los del año pasado, por lo que invitó a llenar sus mesas con éstas.
Martha Quisbert viuda de Lucana cuenta que fue su marido, Rolando, el impulsor de la creación de esta feria. Hoy, junto a sus hijas continúa con la venta de masitas y ofrece la docena de maicillos a 15 bolivianos.
Dice que una de las innovaciones presentadas para los panes son los soldaditos, y cada uno cuesta 1,5 bolivianos.
Como Hilda Quisbert, también ofrece galletas y bizcochuelos recién horneados. Los elementos más vistosos son las escaleras y cruces hechas de dulces.
Las comerciantes recuerdan que la escaleras y los caballitos ayudan a las almas a llegar y a partir después de visitar a los vivos.
UNA FERIA COMPLETA. En la plaza Obispo Bosque se realiza la feria de Todos los Santos organizada desde hace nueve años por la Asociación de Panificadores Artesanales de Integración y Ramas Afines, donde además del armado de una mesa dedicada a las almas olvidadas y a personalidades como Carlos Palenque o Marcelo Quiroga Santa Cruz, se puede apreciar una amplia variedad de productos.
María Eugenia Ávila señala que allí se venden masitas del productor al consumidor y que los precios son los mismos que los del año pasado, por lo que invitó a llenar sus mesas con éstas.
Martha Quisbert viuda de Lucana cuenta que fue su marido, Rolando, el impulsor de la creación de esta feria. Hoy, junto a sus hijas continúa con la venta de masitas y ofrece la docena de maicillos a 15 bolivianos.
Dice que una de las innovaciones presentadas para los panes son los soldaditos, y cada uno cuesta 1,5 bolivianos.
Como Hilda Quisbert, también ofrece galletas y bizcochuelos recién horneados. Los elementos más vistosos son las escaleras y cruces hechas de dulces.
Las comerciantes recuerdan que la escaleras y los caballitos ayudan a las almas a llegar y a partir después de visitar a los vivos.
Wednesday, October 29, 2014
Feria de la Tantawawa busca rescatar tradiciones
Panes con diferentes formas como angelitos, niños, coronas, escaleras y otros se exponen en la décima quinta versión de la Feria de la Tantawawa, que se realiza en la plaza San Francisco desde el 27 de octubre y se prolongará hasta el próximo 3 de noviembre.
La feria es organizada por la Asociación Departamental de Panificadores de La Paz, que durante años se encarga de elaborar diferentes masitas con motivos relacionados a las Fiestas de Todos los Santos.
Dentro las novedades, EL DIARIO evidenció que existen galletas con detalles relativos a Halloween como arañas, calabazas, fantasmas, gatos, entre otros aspectos.
Las manos trabajadoras de las artesanas que realizan este tipo de trabajo se preparan durante todo el año para ofrecer al público las masitas más deliciosas y novedosas. No pueden faltar los bocados tradicionales como el panal, maicillos, bizcochuelo, pero sobre todo la infaltable tantawawa, con rostros angelicales.
“Esta es la décima quinta versión, está dirigida por el señor Dandy Mallea de la Federación de Panificadores de La Paz, una de las novedades también son los sabores de las galletas, este año se podrán degustar los sabores de quinua, hay mezcla de vainilla con chocolate”, relató Evelín Quiroga, artesana que elabora durante 20 años diferentes tipos de masitas en la urbe paceña.
MESA PARA ALMAS
Según las tradiciones bolivianas, cada 1 y 2 de noviembre se celebra a Todos Santos, fecha en la cual se recuerda a los difuntos que son familiares queridos que dejaron de existir en cuerpo en la tierra y que dejaron un recuerdo imborrable en la familia.
En ese sentido el primer día de noviembre, las personas quieren traer el recuerdo de aquel ser querido, por eso arman una mesa con todos los elementos que gustaba a quien ya no está más en cuerpo.
Las creencias dicen que los difuntos vuelven y ayudados con una escalera pueden descender y ascender de las alturas, por ese motivo las vendedoras de pan, dentro la variedad de masitas que ofrecen, también pusieron una escalera, esto para el alma.
PRECIOS
Los precios de los bocados que se venden en la Feria de la Tantawawa son variables y de acuerdo al producto. Los maicillos están desde Bs 1 hasta Bs 3, mientras que tres panales están a Bs 10, escaleras a Bs 10, bizcochuelos a Bs 4 y más.
“La gente viene a comprar galletas de naranjas, coco. Algunos productos han subido, pero sólo algunos como por ejemplo los panales, antes estaba Bs 2, ahora esta Bs 3”, relató Karen Chura, mientras realizaba la venta de sus productos.
Esta feria es un lugar donde concentra a la familia, amigos y demás personas para comprar lo que más exquisito le parece a la vista. En ese sentido las expositoras hicieron la invitación a la gente para que puedan visitar sus puestos de venta.
La feria es organizada por la Asociación Departamental de Panificadores de La Paz, que durante años se encarga de elaborar diferentes masitas con motivos relacionados a las Fiestas de Todos los Santos.
Dentro las novedades, EL DIARIO evidenció que existen galletas con detalles relativos a Halloween como arañas, calabazas, fantasmas, gatos, entre otros aspectos.
Las manos trabajadoras de las artesanas que realizan este tipo de trabajo se preparan durante todo el año para ofrecer al público las masitas más deliciosas y novedosas. No pueden faltar los bocados tradicionales como el panal, maicillos, bizcochuelo, pero sobre todo la infaltable tantawawa, con rostros angelicales.
“Esta es la décima quinta versión, está dirigida por el señor Dandy Mallea de la Federación de Panificadores de La Paz, una de las novedades también son los sabores de las galletas, este año se podrán degustar los sabores de quinua, hay mezcla de vainilla con chocolate”, relató Evelín Quiroga, artesana que elabora durante 20 años diferentes tipos de masitas en la urbe paceña.
MESA PARA ALMAS
Según las tradiciones bolivianas, cada 1 y 2 de noviembre se celebra a Todos Santos, fecha en la cual se recuerda a los difuntos que son familiares queridos que dejaron de existir en cuerpo en la tierra y que dejaron un recuerdo imborrable en la familia.
En ese sentido el primer día de noviembre, las personas quieren traer el recuerdo de aquel ser querido, por eso arman una mesa con todos los elementos que gustaba a quien ya no está más en cuerpo.
Las creencias dicen que los difuntos vuelven y ayudados con una escalera pueden descender y ascender de las alturas, por ese motivo las vendedoras de pan, dentro la variedad de masitas que ofrecen, también pusieron una escalera, esto para el alma.
PRECIOS
Los precios de los bocados que se venden en la Feria de la Tantawawa son variables y de acuerdo al producto. Los maicillos están desde Bs 1 hasta Bs 3, mientras que tres panales están a Bs 10, escaleras a Bs 10, bizcochuelos a Bs 4 y más.
“La gente viene a comprar galletas de naranjas, coco. Algunos productos han subido, pero sólo algunos como por ejemplo los panales, antes estaba Bs 2, ahora esta Bs 3”, relató Karen Chura, mientras realizaba la venta de sus productos.
Esta feria es un lugar donde concentra a la familia, amigos y demás personas para comprar lo que más exquisito le parece a la vista. En ese sentido las expositoras hicieron la invitación a la gente para que puedan visitar sus puestos de venta.
Con grandes t’anta wawas se abre la Feria de Todos Santos
Dos t’anta wawas de un metro adornan la mesa de difuntos de la Feria de Todos Santos. El evento se inauguró ayer en la Plaza Mayor de San Francisco con una variada oferta de masas características de la fecha. El tamaño de los muñecos de pan depende del tiempo que ya no está en el mundo el alma que se homenajeará el 1 y 2 de noviembre.
Cada puesto aportó con maicillos, t’anta wawas, bizcochuelos, panes en forma de escaleras o caballos a la mesa de difuntos de tres metros que se armo en el centro de la plaza. Antes, las vendedoras inauguraron la feria con un brindis, junto a autoridades ediles.
"Esta es una mesa armada por las vendedoras de la feria en homenaje a los muertos. Para ellos hemos hecho dos t’anta wawas, hombre y mujer, que cubren toda una lata. Es lo más grande que podemos hacer ”, explicó la dirigente de las artesanas panificadoras, Lourdes Vásquez.
El tamaño de las t’anta wawas
De acuerdo a la tradición andina, las t’anta wawas son los panes con formas humanas y caretas de yeso que representan a los difuntos. Son el complemento esencial para armar la mesa de bienvenida a las almas de los muertos que llegan al medio del 1 de noviembre. Al día siguiente, en su despedida, se recuerda la festividad de Todos Santos.
"Representan a los difuntos que llegan, a su alma. Su tamaño va a depender del tiempo que ha pasado desde que murió la persona”, afirmó Rosmery Layme, quien vende masitas de Todos Santos desde hace 10 años. Si ha pasado de uno a tres años de la muerte del ser querido -aseguró- las t’anta wawas en la mesa deben ser más grandes. El tamaño del pan disminuye después de los tres años de la muerte.
A las vendedoras de la feria hacer las dos t’anta wawas que exponen les tomó ocho horas entre la preparación de la masa, el horneado y la decoración.
Masas para las almas
Cerca de 30 puestos conforman la Feria del Pan de Todos Santos, que se realiza en La Paz hace una década. "Por lo general el 1 de noviembre viene la mayor parte de los compradores”, dijo Layme.
"Me gustan mucho las masitas. En mi hogar no somos creyentes pero igual compramos y preparamos las masitas por tradición”, explicó Jonny Fernández, un universitario que compró maicillos para su familia.
El director de Promoción y Producción Cultural de la Alcaldía de La Paz, Andrés Zaratti, explicó ayer que el municipio tomó previsiones desde hace tres semanas para garantizar la calidad de los productos de la feria.
Las vendedoras aseguraron que sólo venden pan horneado una noche antes. "Si pasa del día se vuelve duro. El comprador nota eso y luego no va a querer comprar más; por eso nos encargamos de tener sólo productos frescos. Para eso hay que trabajar en la noche”, contó Lucy García, una de las vendedoras que preparaba la mesa principal de la feria.
Hay productos para todos los bolsillos. Las t’anta wawas cuestan desde uno a 60 bolivianos, dependiendo el tamaño y la complejidad de los adornos.
El director de Promoción y Producción Cultural afirmó que la tradición de las masitas debe continuar pues así mantenemos viva nuestra historia.
Además aclaró que Bolivia y México son de los pocos países que mantienen estas tradiciones. "Es algo que debemos avivar”, dijo.
Costo de las masas
T’anta wawa Desde un boliviano hasta los 60 bolivianos, según el tamaño.
Maicillo Desde 50 centavos hasta un boliviano.
Bizcochuelo El costo depende del tamaño y oscila entre tres o 10 bolivianos.
Galletas Se venden a tres por un boliviano; y por paquete a 15 bolivianos. La novedad son las decoradas.
Suspiro La unidad cuesta entre 0,50 y un boliviano.
Vendedoras ofrecen pan y tradición a la gente
"Yo me ocupo de enseñar lo que significa cada masita. Es parte de mi trabajo”, aseguró Ruth Gonzales, quien vende de pan de Todos Santos desde hace ocho años. Como ella, muchas panificadoras se han convertido en transmisoras de las tradiciones.
Con una sonrisa y con mucha paciencia, las comerciantes de Todos Santos, explican el significado de cada producto a los compradores. "Algunas veces son extranjeros y otras son nacionales los que vienen. Siempre me preguntan el significado de cada cosa y yo tengo que saber porque de eso vivo”, explicó Gonzales, quien participa en la feria que también se instaló ayer en el atrio de la iglesia La Merced.
Allí, una veintena de artesanas ofrecen bizcochuelos, maicillos, panes en forma de escalera, toros o caballos y t’anta wawas de todos los tamaños para la mesa.
Algunas de las vendedoras recibieron el conocimiento de sus mamás o abuelas. Ese es el caso de Shamel Espinosa, de apenas 14 años. "Trabajo aquí por acompañar a mi familia. Mi abuela vendía masitas y yo iba con ella. Así he aprendido. Ella está en el cielo ahora, pero me toca a mi seguir sus pasos”, contó.
Junto a su mamá, Shamel vende en la Feria de Pan por Todos Santos, ubicada en la Plaza Mayor de San Francisco.
La exposición del significado y las creencias entorno a cada pan atrae a los turistas. "Mis masitas han llegado hasta España. Vienen los turistas y hacen embalar las t’anta wawas para mostrar allá. Eso me hace sentir orgullosa de mi tradición”, aseguró la feriante Rosmery Layme.
Cada puesto aportó con maicillos, t’anta wawas, bizcochuelos, panes en forma de escaleras o caballos a la mesa de difuntos de tres metros que se armo en el centro de la plaza. Antes, las vendedoras inauguraron la feria con un brindis, junto a autoridades ediles.
"Esta es una mesa armada por las vendedoras de la feria en homenaje a los muertos. Para ellos hemos hecho dos t’anta wawas, hombre y mujer, que cubren toda una lata. Es lo más grande que podemos hacer ”, explicó la dirigente de las artesanas panificadoras, Lourdes Vásquez.
El tamaño de las t’anta wawas
De acuerdo a la tradición andina, las t’anta wawas son los panes con formas humanas y caretas de yeso que representan a los difuntos. Son el complemento esencial para armar la mesa de bienvenida a las almas de los muertos que llegan al medio del 1 de noviembre. Al día siguiente, en su despedida, se recuerda la festividad de Todos Santos.
"Representan a los difuntos que llegan, a su alma. Su tamaño va a depender del tiempo que ha pasado desde que murió la persona”, afirmó Rosmery Layme, quien vende masitas de Todos Santos desde hace 10 años. Si ha pasado de uno a tres años de la muerte del ser querido -aseguró- las t’anta wawas en la mesa deben ser más grandes. El tamaño del pan disminuye después de los tres años de la muerte.
A las vendedoras de la feria hacer las dos t’anta wawas que exponen les tomó ocho horas entre la preparación de la masa, el horneado y la decoración.
Masas para las almas
Cerca de 30 puestos conforman la Feria del Pan de Todos Santos, que se realiza en La Paz hace una década. "Por lo general el 1 de noviembre viene la mayor parte de los compradores”, dijo Layme.
"Me gustan mucho las masitas. En mi hogar no somos creyentes pero igual compramos y preparamos las masitas por tradición”, explicó Jonny Fernández, un universitario que compró maicillos para su familia.
El director de Promoción y Producción Cultural de la Alcaldía de La Paz, Andrés Zaratti, explicó ayer que el municipio tomó previsiones desde hace tres semanas para garantizar la calidad de los productos de la feria.
Las vendedoras aseguraron que sólo venden pan horneado una noche antes. "Si pasa del día se vuelve duro. El comprador nota eso y luego no va a querer comprar más; por eso nos encargamos de tener sólo productos frescos. Para eso hay que trabajar en la noche”, contó Lucy García, una de las vendedoras que preparaba la mesa principal de la feria.
Hay productos para todos los bolsillos. Las t’anta wawas cuestan desde uno a 60 bolivianos, dependiendo el tamaño y la complejidad de los adornos.
El director de Promoción y Producción Cultural afirmó que la tradición de las masitas debe continuar pues así mantenemos viva nuestra historia.
Además aclaró que Bolivia y México son de los pocos países que mantienen estas tradiciones. "Es algo que debemos avivar”, dijo.
Costo de las masas
T’anta wawa Desde un boliviano hasta los 60 bolivianos, según el tamaño.
Maicillo Desde 50 centavos hasta un boliviano.
Bizcochuelo El costo depende del tamaño y oscila entre tres o 10 bolivianos.
Galletas Se venden a tres por un boliviano; y por paquete a 15 bolivianos. La novedad son las decoradas.
Suspiro La unidad cuesta entre 0,50 y un boliviano.
Vendedoras ofrecen pan y tradición a la gente
"Yo me ocupo de enseñar lo que significa cada masita. Es parte de mi trabajo”, aseguró Ruth Gonzales, quien vende de pan de Todos Santos desde hace ocho años. Como ella, muchas panificadoras se han convertido en transmisoras de las tradiciones.
Con una sonrisa y con mucha paciencia, las comerciantes de Todos Santos, explican el significado de cada producto a los compradores. "Algunas veces son extranjeros y otras son nacionales los que vienen. Siempre me preguntan el significado de cada cosa y yo tengo que saber porque de eso vivo”, explicó Gonzales, quien participa en la feria que también se instaló ayer en el atrio de la iglesia La Merced.
Allí, una veintena de artesanas ofrecen bizcochuelos, maicillos, panes en forma de escalera, toros o caballos y t’anta wawas de todos los tamaños para la mesa.
Algunas de las vendedoras recibieron el conocimiento de sus mamás o abuelas. Ese es el caso de Shamel Espinosa, de apenas 14 años. "Trabajo aquí por acompañar a mi familia. Mi abuela vendía masitas y yo iba con ella. Así he aprendido. Ella está en el cielo ahora, pero me toca a mi seguir sus pasos”, contó.
Junto a su mamá, Shamel vende en la Feria de Pan por Todos Santos, ubicada en la Plaza Mayor de San Francisco.
La exposición del significado y las creencias entorno a cada pan atrae a los turistas. "Mis masitas han llegado hasta España. Vienen los turistas y hacen embalar las t’anta wawas para mostrar allá. Eso me hace sentir orgullosa de mi tradición”, aseguró la feriante Rosmery Layme.
Tuesday, October 28, 2014
Hay 16 elementos infaltables en la mesa de Todos Santos
Las t’antawawas, los bizcochuelos, la escalera, las cañas de azúcar, las flores, el agua, coca y cigarros, y las coronas son parte de los 16 elementos que no deben faltar en la mesa para recibir a las almas, según una investigación de la Unicen.
“Si no se ponen todos estos elementos, el alma no se va a sentir satisfecha. Si tampoco se hace de manera correcta el recojo de la mesa, el alma va a seguir rondando en nuestro mundo y no podrá regresar”, indicó Valeria Jáuregui, una de las estudiantes de la Universidad Central (Unicen), que investigó sobre la mesa de Todos Santos.
El trabajo es iniciativa de los alumnos de primer año de la carrera de Administración de Empresas Turística, Hotelera y Gastronómica de la Unicen. El grupo presentará la forma del armado este 31 en la misma universidad.
Significado. Cada elemento (ver infografía) tiene un simbolismo, que implica el buen recibimiento de las almas al mediodía del 1 de noviembre. “El bizcochuelo significa el ataúd; la escalera, el descenso de los ajayus; y el t’antacaballo transporta las cosas”, explicó la estudiante Noelia Lijerón.
Parte de los objetos infaltables son las pasankallas, que deben colocarse en la parte superior como si fueran estrellas. Jáuregui añadió que también es importante el color del mantel. “Para el alma de un niño es blanco y si es un adulto, negro”, precisó.
A los anteriores se suman las figuras de perros y gatos porque “también acompañan al difunto”. Los estudiantes realizarán la “noche de brujas” en la Unicen, el 31, con el fin es recaudar juguetes para la Navidad de los niños.
Para que las familias economicen a la hora de comprar caña de azúcar, hoy y el viernes se venderá este producto en la feria del peso y precio justo, que se realizará en la urbe alteña. Según el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, la rebaja será de 10% y 25% de rebaja.
La mesa es al cumplir un año
12 meses
Si la persona fallece en diciembre, no corresponde hacer una mesa de las almas.
Armado
Lo primero que se coloca en la mesa es la t’antawawa.
Galletas, novedad de Todos Santos
Las t’antawawas (muñecos de pan), urpus, suspiros, pan dulce, canastas y figuras de dulces ya se venden al por mayor y menor en la tradicional feria de Todos Santos que se instala en la calle Aroma entre Lanza y San Martín.
La dirigente de la Asociación de Comerciantes de Todos Santos Calatayud, Selma Castellón, informó que 228 vendedoras ofrecerán sus productos hasta el 2 de noviembre. Sin embargo, la demanda más altas se registra antes de la llegada de las almas, al mediodía del 1 de noviembre.
La novedad de este año son las galletas de diferentes formas como cruces, llamas, ángeles y muñecos. También se encuentran suspiros de colores con diseños en alto relieve. En la oferta de la época se incluyen maicillos, bizcochuelos y chambergos. Los precios van desde los 50 centavos hasta 1,20 bolivianos la unidad.
De igual manera, la población podrá adquirir urpus por arrobas, cuartillas y quintales. La representante de las vendedoras dijo que una cuartilla se cotiza desde los 40 bolivianos y las arroba desde 160. Entretanto, la docena de masitas se vende desde los 6 bolivianos.
“Este año han rebajado los productos. El año pasado estaba más caro porque la harina y el azúcar incrementaron (...) Lo que antes vendíamos a 1,50 bolivianos, ahora vendemos a 1,20”, explicó.
Entre los elementos indispensables para decorar el mast’aku o mesa en honor al difunto están las guirnaldas, banderines, cadenas y arreglos de flores o cruces elaborados en base a plástico y papel de diferentes colores. Por la naturaleza de la fiesta, los tonos que se destacan son el negro, morado, plateado e incluso dorado para difuntos adultos. Además del blanco, celeste y rosado para representar almas de niños y jóvenes. Las comerciantes expresaron que la alta demanda de productos iniciará el miércoles hasta el viernes.
Se prevé que la oferta de fruta aumente hasta el viernes con la llegada de productos del trópico y de La Paz, como piñas y papayas para decorar la mesa para el difunto.
La dirigente de la Asociación de Comerciantes de Todos Santos Calatayud, Selma Castellón, informó que 228 vendedoras ofrecerán sus productos hasta el 2 de noviembre. Sin embargo, la demanda más altas se registra antes de la llegada de las almas, al mediodía del 1 de noviembre.
La novedad de este año son las galletas de diferentes formas como cruces, llamas, ángeles y muñecos. También se encuentran suspiros de colores con diseños en alto relieve. En la oferta de la época se incluyen maicillos, bizcochuelos y chambergos. Los precios van desde los 50 centavos hasta 1,20 bolivianos la unidad.
De igual manera, la población podrá adquirir urpus por arrobas, cuartillas y quintales. La representante de las vendedoras dijo que una cuartilla se cotiza desde los 40 bolivianos y las arroba desde 160. Entretanto, la docena de masitas se vende desde los 6 bolivianos.
“Este año han rebajado los productos. El año pasado estaba más caro porque la harina y el azúcar incrementaron (...) Lo que antes vendíamos a 1,50 bolivianos, ahora vendemos a 1,20”, explicó.
Entre los elementos indispensables para decorar el mast’aku o mesa en honor al difunto están las guirnaldas, banderines, cadenas y arreglos de flores o cruces elaborados en base a plástico y papel de diferentes colores. Por la naturaleza de la fiesta, los tonos que se destacan son el negro, morado, plateado e incluso dorado para difuntos adultos. Además del blanco, celeste y rosado para representar almas de niños y jóvenes. Las comerciantes expresaron que la alta demanda de productos iniciará el miércoles hasta el viernes.
Se prevé que la oferta de fruta aumente hasta el viernes con la llegada de productos del trópico y de La Paz, como piñas y papayas para decorar la mesa para el difunto.
ESTAMPAS ALTEÑA Ofrecen caretas para tantawawas
Una de las tradiciones familiares que encierra la festividad de Todos Santos es la elaboración de masitas, entre las que destacan las tantawawas, ‘wawas de pan’.
Para cumplir con la tradición, en diferentes sectores de la ciudad se ofrecen las caretas necesarias para esta elaboración, donde destaca la variedad de los distintos colores, tamaños y formas. EL DIARIO le presenta estampas de estos productos.
Todos Santos es una práctica incluyente
La celebración es una ceremonia en la que se recuerda al difunto reciente, pero también a otros que pudieron haber fallecido hace varios años y que permanecen en la memoria colectiva de las personas asistentes.
La celebración de Todos Santos, si bien tiene como una figura central, el recuerdo del difunto familiar más reciente, la mesa-altar o apxata también está destinada para aquellos difuntos que aún están en la memoria colectiva de las personas asistentes a la festividad, de esa manera la ceremonia se convierte en una práctica intercultural de dimensiones incluyentes.
La aseveración corresponde al delegado municipal para el Fomento de la Interculturalidad, Marcelo Fernández, quien sostuvo que el proceso intercultural –enmarcado en la celebración de los muertos en Todos Santos– “se va ampliando en términos del pasado y presente”.
Recordamos al difunto que recientemente falleció –explicó la autoridad intercultural–, también se rememora a otros fallecidos de hace muchos años. “Los traemos a la actualidad con el recuerdo colectivo de las personas”, remarcó.
LA FIESTA
Cada 1 de noviembre se celebra la fiesta de Todos Santos, una costumbre que se remonta a la época prehispánica. Se arma la apxata o mesa-altar en las que una serie de objetos adquieren determinados significados como la tantawawa que es el pan con forma antropomorfa y que representa a los difuntos.
A ello se suman otros objetos, como la escalera, animales como el caballo, también se coloca en la mesa, que tiene un color de mantel de acuerdo a la edad y sexo de la persona fallecida, fruta en sus diversas especies, además de otros.
“La fiesta que se celebra, si bien en su aspecto morfológico está montado y ubicado en el calendario Gregoriano, se sabe que su matriz que la soporta es de la época prehispánica y sobre cuya base se ha venido configurando históricamente”, explicó Fernández.
VIVIR CON LOS MUERTOS
Dijo que en esta cosmovisión aymara, los muertos “no van al cielo, ni al infierno”, sino viven en el Aka pacha –los pueblos andinos, aún mantienen la división del pacha o tiempo/espacio en tres dimensiones el alaj pacha o la parte de arriba, el aka pacha o el actual tiempo y lugar, el manqha pacha o la parte de abajo– o este mundo, ya que forman parte las “fuerzas vitales transformadoras”.
“En la época prehispánica, los difuntos no eran enterrados, sino que formaban parte de la sociedad, en noviembre se los celebraba, se conversaba con ellos, se constituían en consejeros, vigilantes y vivían con los vivos”, resaltó Fernández.
LAS ÑATITAS
Se refirió también a la Fiesta de las Ñatitas, que se celebra el 8 de noviembre, y que forma parte de la Fiesta de Todos Santos. “Las personas guardan el cráneo de los fallecidos, les ponen nombres según el sexo del difunto, a ellas les atribuyen una serie de capacidades como el cuidar las casas de los ladrones y el de ser consejeras para algunos problemas.
De allí que nuestra sociedad, principalmente, de la ciudad de La Paz/Chukiyawu Marka es una ciudad intercultural, ese carácter se constata en los niveles festivos como los que refleja esta fiesta en honor a los difuntos.
La celebración de Todos Santos, si bien tiene como una figura central, el recuerdo del difunto familiar más reciente, la mesa-altar o apxata también está destinada para aquellos difuntos que aún están en la memoria colectiva de las personas asistentes a la festividad, de esa manera la ceremonia se convierte en una práctica intercultural de dimensiones incluyentes.
La aseveración corresponde al delegado municipal para el Fomento de la Interculturalidad, Marcelo Fernández, quien sostuvo que el proceso intercultural –enmarcado en la celebración de los muertos en Todos Santos– “se va ampliando en términos del pasado y presente”.
Recordamos al difunto que recientemente falleció –explicó la autoridad intercultural–, también se rememora a otros fallecidos de hace muchos años. “Los traemos a la actualidad con el recuerdo colectivo de las personas”, remarcó.
LA FIESTA
Cada 1 de noviembre se celebra la fiesta de Todos Santos, una costumbre que se remonta a la época prehispánica. Se arma la apxata o mesa-altar en las que una serie de objetos adquieren determinados significados como la tantawawa que es el pan con forma antropomorfa y que representa a los difuntos.
A ello se suman otros objetos, como la escalera, animales como el caballo, también se coloca en la mesa, que tiene un color de mantel de acuerdo a la edad y sexo de la persona fallecida, fruta en sus diversas especies, además de otros.
“La fiesta que se celebra, si bien en su aspecto morfológico está montado y ubicado en el calendario Gregoriano, se sabe que su matriz que la soporta es de la época prehispánica y sobre cuya base se ha venido configurando históricamente”, explicó Fernández.
VIVIR CON LOS MUERTOS
Dijo que en esta cosmovisión aymara, los muertos “no van al cielo, ni al infierno”, sino viven en el Aka pacha –los pueblos andinos, aún mantienen la división del pacha o tiempo/espacio en tres dimensiones el alaj pacha o la parte de arriba, el aka pacha o el actual tiempo y lugar, el manqha pacha o la parte de abajo– o este mundo, ya que forman parte las “fuerzas vitales transformadoras”.
“En la época prehispánica, los difuntos no eran enterrados, sino que formaban parte de la sociedad, en noviembre se los celebraba, se conversaba con ellos, se constituían en consejeros, vigilantes y vivían con los vivos”, resaltó Fernández.
LAS ÑATITAS
Se refirió también a la Fiesta de las Ñatitas, que se celebra el 8 de noviembre, y que forma parte de la Fiesta de Todos Santos. “Las personas guardan el cráneo de los fallecidos, les ponen nombres según el sexo del difunto, a ellas les atribuyen una serie de capacidades como el cuidar las casas de los ladrones y el de ser consejeras para algunos problemas.
De allí que nuestra sociedad, principalmente, de la ciudad de La Paz/Chukiyawu Marka es una ciudad intercultural, ese carácter se constata en los niveles festivos como los que refleja esta fiesta en honor a los difuntos.
Monday, October 27, 2014
cochabamba Artesanos de Feria de Alasitas arrancan ventas
Los artesanos de la Feria de Alasitas, que este año se realiza por primera vez en la avenida Sajama, en Villa Coronilla, iniciaron con las ventas de productos miniaturas desde ayer. La feria en honor al Ekeko o dios de la abundancia será inaugurada oficialmente el 28 de octubre.
Sin embargo, cerca de 700 comerciantes ya comenzaron a vender sus novedades. El dirigente de los gremialistas, Mario Rodríguez, indicó que los horarios de atención de lunes a viernes es de 16:00 a 23:00; sábados y domingos de 12:00 a 24:00.
Artesanos de Santa Cruz, La Paz, Oruro, Sucre y Perú ofrecen sus productos en base a metal, madera, cuero y otros. Rodríguez aseguró que los precios son “accesibles” y van desde 5 hasta 20 bolivianos, según el modelo.
Los asistentes también podrán disfrutar de la gastronomía cochabambina en el sector de comidas de la feria, ubicada en la Manco Kapac y Juana Azurduy de Padilla. Se anunció que el 2 de noviembre tendrá lugar la primera “Mini Kermesse de comida típica en miniatura”.
Sin embargo, cerca de 700 comerciantes ya comenzaron a vender sus novedades. El dirigente de los gremialistas, Mario Rodríguez, indicó que los horarios de atención de lunes a viernes es de 16:00 a 23:00; sábados y domingos de 12:00 a 24:00.
Artesanos de Santa Cruz, La Paz, Oruro, Sucre y Perú ofrecen sus productos en base a metal, madera, cuero y otros. Rodríguez aseguró que los precios son “accesibles” y van desde 5 hasta 20 bolivianos, según el modelo.
Los asistentes también podrán disfrutar de la gastronomía cochabambina en el sector de comidas de la feria, ubicada en la Manco Kapac y Juana Azurduy de Padilla. Se anunció que el 2 de noviembre tendrá lugar la primera “Mini Kermesse de comida típica en miniatura”.
Con mast’akus, t’anta wawas y wallunk’as revalorizan Todos Santos
En medio de coplas, armado de mast’akus y elaboración de t’anta wawas, ayer tuvo lugar la tercera jornada sociocultural de la Wallunk’a Nativa y el Mast’aku en la plaza de Las Banderas, organizada por el Centro de Encuentros Interculturales Andino–Amazónico- Chaqueños.
Decenas de estudiantes jóvenes y adultos se volcaron a la actividad que contó con 30 expositores quienes tuvieron como principal objetivo “recuperar y revalorizar” la festividad de Todos Santos con las tradiciones de antaño, frente a la fiesta de Halloween, según informó su principal organizador, Wilfredo Camacho.
Camacho resaltó la importancia y riqueza de la simbología en los elementos que conforman el mast’aku. Aseguró que su armado es considerado “todo un arte” por lo que no puede ser realizado por cualquiera, sin previa información.
Durante la jornada los organizadores explicaron a los asistentes que la mesa del difunto cuenta con tres niveles: janaq pacha o mundo de arriba donde yace la fotografía del difunto el sol, la luna y la cruz católica; el kay pacha o mundo que habita la humanidad donde se ubican las escaleras, t’anta wawas, urpus, comidas y frutas que agradaban a la almita; y el ukhu pacha o mundo de abajo, donde se sitúan las víboras, sapos y lagartos que representan las profundidades.
Camacho resaltó: “La pastillería hace la recreación de que todo tiene que ser dulce. Las floreas es para perfumar la mesa y el decorado artístico de las cadenas y guirnaldas le dan una fisonomía de amor y cariño por el ser que vamos a esperar”.
Los asistentes también disfrutaron de los platos típicos de Todos Santos elaborados en base al ají, en ollas de barro y a leña, además de la tradicional pastelería. Uno de las actividades más llamativas fue la elaboración colectiva de t’anta wawas y maicillos.
Camacho ponderó a Todos Santos como la festividad donde la muerte es comprendida desde la concepción andina como “un grito a la vida”. La comunidad de Tiataco, Tarata, despedirá a los difuntos con el mast’aku el 9 de noviembre.
Decenas de estudiantes jóvenes y adultos se volcaron a la actividad que contó con 30 expositores quienes tuvieron como principal objetivo “recuperar y revalorizar” la festividad de Todos Santos con las tradiciones de antaño, frente a la fiesta de Halloween, según informó su principal organizador, Wilfredo Camacho.
Camacho resaltó la importancia y riqueza de la simbología en los elementos que conforman el mast’aku. Aseguró que su armado es considerado “todo un arte” por lo que no puede ser realizado por cualquiera, sin previa información.
Durante la jornada los organizadores explicaron a los asistentes que la mesa del difunto cuenta con tres niveles: janaq pacha o mundo de arriba donde yace la fotografía del difunto el sol, la luna y la cruz católica; el kay pacha o mundo que habita la humanidad donde se ubican las escaleras, t’anta wawas, urpus, comidas y frutas que agradaban a la almita; y el ukhu pacha o mundo de abajo, donde se sitúan las víboras, sapos y lagartos que representan las profundidades.
Camacho resaltó: “La pastillería hace la recreación de que todo tiene que ser dulce. Las floreas es para perfumar la mesa y el decorado artístico de las cadenas y guirnaldas le dan una fisonomía de amor y cariño por el ser que vamos a esperar”.
Los asistentes también disfrutaron de los platos típicos de Todos Santos elaborados en base al ají, en ollas de barro y a leña, además de la tradicional pastelería. Uno de las actividades más llamativas fue la elaboración colectiva de t’anta wawas y maicillos.
Camacho ponderó a Todos Santos como la festividad donde la muerte es comprendida desde la concepción andina como “un grito a la vida”. La comunidad de Tiataco, Tarata, despedirá a los difuntos con el mast’aku el 9 de noviembre.
Feria de Todos Santos ofrece productos desde Bs. 0,40
En la feria de temporada de Todos Santos de la avenida 6 de Agosto entre Ayacucho y Caro, se oferta infinidad de productos para esta época desde la típica t’anta wawas de 0,40 bolivianos, hasta una reja para nicho de 185 bolivianos.
La feria que fue instalada el reciente miércoles, tiene cerca de 350 comerciantes que venden diversos productos, como t’anta wawas, bizcochuelos, maicillos, infinidad de masitas, dulces en diferente forma, además de guirnaldas, vino dulce, cadenas de plástico hasta cruces y rejas.
"Cada año traemos nuestros productos a la feria, tenemos diversidad de masitas de todo precio, el 100 de t’anta wawas es a 40 bolivianos, cada una a 0,40 bolivianos, los maicillos 5 o 4 por 10 bolivianos, las masitas unas de 1,50, otras de 2 y de 1 boliviano las galletas la docena 5 bolivianos", explicó Margarita, vendedora de masitas.
Por su lado los comerciantes de guirnaldas hechas con plástico de color blanco, celeste, rosado, negro y morado, ofertan la docena entre 25 y 30 bolivianos, también existen cruces que según el tamaño se comercializa entre 10 y 12 bolivianos. Todo elaborado artesanalmente.
En el caso de los dulces en forma de canastas, jarras, y otros, se encuentra desde el par a 5 bolivianos, otros más grandes ya superan incluso los 10 bolivianos.
"Ahora ya no tenemos tiempo como antes para preparar las masitas, por ello que asiste a esta feria para comprar, pero esta todo caro, ante las cosas eran más económicas", aseveró Nora Altamirano, doliente que buscaba productos para ésta temporada.
En el caso de los bizcochuelos, estos se ofertan desde 3 bolivianos hasta 6 bolivianos la unidad, esto según el tamaño.
CRUCES Y REJAS
Asimismo, algunos puestos de venta ofertan cruces metálicas de todo tamaño, en precios que van desde 45 hasta 135 bolivianos, en el caso de rejas para los nichos se ofertan desde 125 hasta 185 bolivianos con vidrio, también de diferentes tamaños.
Sunday, October 26, 2014
Los migrantes mezclan las costumbres en Santa Cruz
Las tradiciones de Todos Santos en el oriente, que se resumían en rezos, encendido de velas y colocado de flores en las tumbas de los seres queridos, ahora se ven combinadas con las t’antawawas, mesas y otras costumbres de migrantes del occidente.
“Nosotros los orientales no practicamos eso de llevar comida o t’antawawas a los cementerios, solo vamos a colocar flores, velas y un par de rezos, pero vemos que la tradición de otros lugares está aumentando”, afirma María Rivera. Las costumbres del oriente se mezclan con las tradiciones del occidente y los valles en el Día de Todos Santos, que se celebra en el país el 2 de noviembre.
Julia Juárez, que limpia el nicho de su padre en el cementerio del distrito de Pampa de la Isla, recuerda que antes en Santa Cruz los dolientes celebraban estas fechas con rezos, velas y flores. Humberto Melgar agrega que hasta se compartía un café y empanadas con los visitantes, pero más con el afán de conversar.
Mesas. En la actualidad, las mesas con las t’antawawas (panes con caretas y hechos en distintas formas), la comida, los dulces, las guirnaldas y la chicha forman parte de las celebraciones en el oriente. Cruceños atribuyen este cambio a la alta inmigración de familias de occidente y de los valles en el departamento. Según datos de los residentes paceños en Santa Cruz, la comunidad es la más numerosa, con 400.000 habitantes.
Juana León, oriunda de Potosí, señala que el próximo domingo comenzará con sus preparativos para esperar a las almas. “Este año ha fallecido mi papá y, por ser el primer año, vamos a esperarle con pan, comida, fruta y la bebida que le gustaba cuando vivía”, dice.
Catalina Flores, de Cochabamba, cuenta que alistará la comida y las t’antawawas. “Eso nos han enseñado nuestros abuelos y hoy lo seguimos practicando. Cuando llegué (a Santa Cruz) me sentía rara, porque vivo en un lugar de cambas pura cepa (cruceños oriundos), pero con el tiempo me acostumbré y ya no me incomoda poner mi mesa para las almas”.
La paceña Josefina Marquina, que le da color al nicho de su ser querido, asegura que las tradiciones del interior del país “han ganado a las del oriente”. “Acá ya es una costumbre ver t’antawawas, comidas o chicha en el cementerio”. No obstante, Suárez y Melgar criticaron algunos excesos con dicha costumbre, como el consumo de bebidas alcohólicas.
¿Todos Santos vs Halloween? La tradición convive con lo moderno
"Yo quiero disfrazarme en Halloween”, reclama un niño a su madre en el minibús. "Eso no es lo nuestro”, le responde ella. "¡Que sea pues...!”, ruega el pequeño que creció con la Noche de Brujas en la televisión y las t’anta wawas en su casa. Expertos coinciden en que las dos festividades conviven en diálogo sincrético.
La ciudad de La Paz conmemorará Todos Santos el 2 de noviembre y Hallowen, el 31 de octubre. Ambas festividades se relacionan con la muerte pero mientras que la primera, de raíces andinas, recibe a las almas con panes y comida, la segunda, importada relativamente hace pocos años, juega con la imagen del terror.
Según dos especialistas, la tradición de Todos Santos no se ha perdido por la llegada de Hallowen, sino que ambas prácticas culturales coexisten en un mismo espacio. "Actualmente hay una convivencia entre nuestra tradición y una costumbre que adquirió fuerza en La Paz”, explicó la responsable de investigación en folklore y artes populares de la comuna, Vida Tedesqui.
Para Antonio Villarpando, estudiante de 21 años, tradiciones y nuevas costumbres son parte de su cotidianidad. "No creo en ninguna de las dos, pero las sigo. En mi casa hacen comida especial por Todos Santos y eso me gusta. También me gusta ir a las fiestas de Halloween porque son divertidas... No hacen que pierda mi identidad”, afirmó.
En permanente diálogo cultural, las costumbres andinas relacionadas a la muerte se modificaron con la llegada de las tradiciones españolas. Ambas, según Tedesqui, lograron fusionarse -por imposición religiosa o negociación- en lo que ahora conocemos como día de Todos Santos.
El delegado municipal para el fomento de la interculturalidad, Marcelo Fernández, explicó que esta adaptación de costumbres es una característica del sector andino. "En un momento hubo una pelea entre lo andino y lo católico; sin embargo ahora vemos un sincretismo pleno”, afirmó.
La modernidad significó otro momento de conflicto para el ya establecido Todos Santos. Un ejemplo de ello son los mariachis, que forman parte de las visitas al cementerio características de estas fechas. Esta adaptación de "lo moderno” es uno de los factores que, según Fernández, garantiza que la tradición perdurará.
A la universitaria Ximena Sanjinés le gusta Halloween: los disfraces son divertidos y permiten explorar la creatividad. "No lo veo como algo malo. Es un día en el que te puedes disfrazar y no resulta ridículo”, expresó.
La convivencia entre prácticas es posible y hasta saludable según los especialistas. "La Noche de Brujas no es una tradición nuestra, pero tampoco podemos discriminar esas visiones. Halloween muestra una imagen divertida e incluso graciosa que es aceptada con facilidad por los niños y jóvenes. Si conocemos nuestras tradiciones y el significado de las mismas, no tenemos por qué negar la otra”, agregó Tedesqui.
Aunque se describe como "boliviana orgullosa de su tradición”, Ángela Saravia celebra Halloween cada año. Se prepara para estos festejos con dos meses de anticipación, lo cual considera parte de la diversión. Elige su disfraz y lo confecciona ella misma, ya sea uno de princesa o de un personaje de Plantas vs Zombies.
"Cuando era niña salía en octubre disfrazada por la ciudad y en noviembre iba a hacer pan y galletas al horno. Mi familia es muy tradicionalista y es algo que tampoco quiero perder. ¿Por qué no puedo tener lo mejor de ambos mundos?”, pregunta.
En este mes, La Paz se llena paulatinamente de t’anta wawas y de disfraces de terror. Los puestos y tiendas son un ejemplo de esta mezcla de costumbres. "Por eso se caracteriza nuestra cultura -dijo Fernández- en que no excluye, sino que integra a las demás”.
La celebración de "Noche de Brujas” crece cada año en La Paz
"Hace ocho años que vendo trajes para esas fechas y cada vez son más las personas que buscan disfraces”, contó Ramiro Chávez, vendedor de una tienda en la calle Illampu. Como él, muchos gremialistas optan por comercializar productos relacionados a Halloween. "Es negocio”, dijo.
"Cada año hay más niños que compran disfraces. Los padres igual buscan dulces o adornos de calabazas para su casas. Cada vez crece más y más”, aseguró Mabel Montaño, encargada de una tienda de la calle Illampu.
Explicó que, en los cinco años que vende productos para Halloween, ha visto crecer la demanda. "En este tiempo ha crecido mucho. Por eso muchos vendedores ya se están adaptando a este festejo con nuevos productos”, aseguró.
Según la investigadora Vida Tedesqui, la Noche de Brujas tomó fuerza en la zona Sur. "Actualmente vemos que es en allí donde más se ha aceptado esta costumbre extranjera; sin embargo, cada vez crece más toda la ciudad”, afirmó.
Importada de la cultura estadounidense, la costumbre de disfrazarse de seres de espanto tiene origen en los pueblos celtas y era asociada a la época de cosecha. Creían que en esa fecha comenzaba la etapa oscura del año relacionada con la muerte y que era necesario emular a los seres maléficos para ahuyentarlos.
Con el tiempo y en su migración a América del Norte, la práctica de la Noche de Brujas adquirió otras facetas como fiestas y salidas de niños disfrazados que piden golosinas en las casas con la frase "dulce o truco”.
La ciudad de La Paz conmemorará Todos Santos el 2 de noviembre y Hallowen, el 31 de octubre. Ambas festividades se relacionan con la muerte pero mientras que la primera, de raíces andinas, recibe a las almas con panes y comida, la segunda, importada relativamente hace pocos años, juega con la imagen del terror.
Según dos especialistas, la tradición de Todos Santos no se ha perdido por la llegada de Hallowen, sino que ambas prácticas culturales coexisten en un mismo espacio. "Actualmente hay una convivencia entre nuestra tradición y una costumbre que adquirió fuerza en La Paz”, explicó la responsable de investigación en folklore y artes populares de la comuna, Vida Tedesqui.
Para Antonio Villarpando, estudiante de 21 años, tradiciones y nuevas costumbres son parte de su cotidianidad. "No creo en ninguna de las dos, pero las sigo. En mi casa hacen comida especial por Todos Santos y eso me gusta. También me gusta ir a las fiestas de Halloween porque son divertidas... No hacen que pierda mi identidad”, afirmó.
En permanente diálogo cultural, las costumbres andinas relacionadas a la muerte se modificaron con la llegada de las tradiciones españolas. Ambas, según Tedesqui, lograron fusionarse -por imposición religiosa o negociación- en lo que ahora conocemos como día de Todos Santos.
El delegado municipal para el fomento de la interculturalidad, Marcelo Fernández, explicó que esta adaptación de costumbres es una característica del sector andino. "En un momento hubo una pelea entre lo andino y lo católico; sin embargo ahora vemos un sincretismo pleno”, afirmó.
La modernidad significó otro momento de conflicto para el ya establecido Todos Santos. Un ejemplo de ello son los mariachis, que forman parte de las visitas al cementerio características de estas fechas. Esta adaptación de "lo moderno” es uno de los factores que, según Fernández, garantiza que la tradición perdurará.
A la universitaria Ximena Sanjinés le gusta Halloween: los disfraces son divertidos y permiten explorar la creatividad. "No lo veo como algo malo. Es un día en el que te puedes disfrazar y no resulta ridículo”, expresó.
La convivencia entre prácticas es posible y hasta saludable según los especialistas. "La Noche de Brujas no es una tradición nuestra, pero tampoco podemos discriminar esas visiones. Halloween muestra una imagen divertida e incluso graciosa que es aceptada con facilidad por los niños y jóvenes. Si conocemos nuestras tradiciones y el significado de las mismas, no tenemos por qué negar la otra”, agregó Tedesqui.
Aunque se describe como "boliviana orgullosa de su tradición”, Ángela Saravia celebra Halloween cada año. Se prepara para estos festejos con dos meses de anticipación, lo cual considera parte de la diversión. Elige su disfraz y lo confecciona ella misma, ya sea uno de princesa o de un personaje de Plantas vs Zombies.
"Cuando era niña salía en octubre disfrazada por la ciudad y en noviembre iba a hacer pan y galletas al horno. Mi familia es muy tradicionalista y es algo que tampoco quiero perder. ¿Por qué no puedo tener lo mejor de ambos mundos?”, pregunta.
En este mes, La Paz se llena paulatinamente de t’anta wawas y de disfraces de terror. Los puestos y tiendas son un ejemplo de esta mezcla de costumbres. "Por eso se caracteriza nuestra cultura -dijo Fernández- en que no excluye, sino que integra a las demás”.
La celebración de "Noche de Brujas” crece cada año en La Paz
"Hace ocho años que vendo trajes para esas fechas y cada vez son más las personas que buscan disfraces”, contó Ramiro Chávez, vendedor de una tienda en la calle Illampu. Como él, muchos gremialistas optan por comercializar productos relacionados a Halloween. "Es negocio”, dijo.
"Cada año hay más niños que compran disfraces. Los padres igual buscan dulces o adornos de calabazas para su casas. Cada vez crece más y más”, aseguró Mabel Montaño, encargada de una tienda de la calle Illampu.
Explicó que, en los cinco años que vende productos para Halloween, ha visto crecer la demanda. "En este tiempo ha crecido mucho. Por eso muchos vendedores ya se están adaptando a este festejo con nuevos productos”, aseguró.
Según la investigadora Vida Tedesqui, la Noche de Brujas tomó fuerza en la zona Sur. "Actualmente vemos que es en allí donde más se ha aceptado esta costumbre extranjera; sin embargo, cada vez crece más toda la ciudad”, afirmó.
Importada de la cultura estadounidense, la costumbre de disfrazarse de seres de espanto tiene origen en los pueblos celtas y era asociada a la época de cosecha. Creían que en esa fecha comenzaba la etapa oscura del año relacionada con la muerte y que era necesario emular a los seres maléficos para ahuyentarlos.
Con el tiempo y en su migración a América del Norte, la práctica de la Noche de Brujas adquirió otras facetas como fiestas y salidas de niños disfrazados que piden golosinas en las casas con la frase "dulce o truco”.
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