Las iniciativas, por parte de las autoridades, para fomentar la difusión y la práctica de los juegos tradicionales en Tarija, aquellos que formaron parte de la infancia de las generaciones pasadas, principalmente en la segunda mitad del siglo XX, nace de la preocupación por darle a la niñez actual la oportunidad de tener una infancia plena y sana.
Y es que la introducción de las nuevas tecnologías a la vida de los niños de hoy ha llevado a que muchos padres y maestros se preocupen por los cambios que se han ido produciendo en la manera en que los niños juegan, aprenden y en general se desarrollan.
Lo que los niños le pedían a su mamá hace 30 años era permiso para salir a jugar a la calle, era su máxima aspiración y la mejor manera de divertirse. “Recuerdo que era muy común que los amiguitos vinieran a la casa de uno a pedirle permiso a la mamá cuando uno estaba castigado y le rogaban hasta que nos dejara salir a jugar. Yo todavía me acuerdo cuando me castigaban por no hacer la tarea, era triste escuchar el griterío de los niños en la calle mientras uno tenía que ponerse al día en el cuaderno”, recuerda con una sonrisa Margarita Jerez, quien hoy tiene 50 años y cuyo juego favorito era la tuncuna (rayuela).
Es un juego que consiste en dibujar el diagrama de la rayuela que tiene los números del uno al 10 en cada cuadro. El participante se coloca fuera del dibujo y lanza una ficha hecha de cualquier material que permita ser certero y que no rebote para que caiga dentro del cuadro. Se lanza al número uno primero y luego saltando en un pie hasta llegar al final y regresar. De vuelta se levanta la ficha, sale y se repite lo mismo, pero cada vez debe lanzarse la ficha a un número distinto, pierde su turno el jugador que toque el suelo o la línea del dibujo, y le toca al otro. Gana el jugador que termine primero el recorrido.
“Cuando estaba en la escuela tenía una amiguita que se llamaba Naty –recuerda Margarita-, con ella todos los recreos salíamos directo a jugar, teníamos nuestra rayuela dibujada en el patio de tierra, ya tenía huecos de tanto saltar, hemos jugado durante todo el año en cuarto curso”.
Uno de los juegos más populares y que más gustaba a los niños eran “las pilladitas”, un juego que surge de manera espontánea en los niños, siempre que se encuentran juntos en espacios abiertos y se persiguen unos a otros hasta atraparse y que en Tarija se practicaba por las tardes, cuando se perdía el sol. “Cuando los niños ya hacían sus deberes y antes de irse a la cama en algunos barrios, donde no había tráfico vehicular o había una plaza, lo papás les daban permiso de salir un rato y ese era uno de los juegos favoritos”.
Correr hasta cansarse o saltar la cuerda o jugar a la “liga” eran formas de pasar un rato entre amigos que, además de relajar y divertir a los niños, les daba posibilidades de desarrollarse mejor en aspectos como la motricidad gruesa y otras áreas del desarrollo necesarias para rendir bien en la escuela y en la vida.
“Yo veo que hoy a los niños les gustan los mismos juegos pero no se les da la oportunidad- comenta Verónica Guzmán, maestra y madre de dos niños, de ocho y once años-, porque cuando vamos a un lugar donde hay niños, lo primero que hacen es ponerse a correr, y si algún adulto les dice que jueguen con una pelota o les muestra un juego como la liga, los niños lo juegan y les gusta”.
Para Verónica, lo que sucede es que hoy los padres ya no dejan a los niños salir a la calle y visitar a los vecinos debido a que ya no hay la confianza que había en otras épocas cuando todos se conocían y se podía confiar en la vecina para que les “eche un ojito a nuestros hijos”. Esto obliga a tenerlos en la casa y si son hijos únicos o solo dos, no siempre encuentran el estímulo necesario para jugar y se centran en la televisión o en los juegos de la computadora o el celular.
Un juego que actualmente se puede aún observar en las escuelas, principalmente fiscales y en el nivel primario, son “las bolitas” (canicas). “Recuerdo que mi hermano menor salía de la casa con unas cuantas bolitas y volvía de la escuela con los bolsillos llenos porque era muy bueno y siempre ganaba”, recuerda Verónica.
Es un juego tradicional que consiste en “golpear con los dedos las bolitas hasta pegarles a las de los otros competidores”. Para decidir quién comenzará el juego se traza una línea distante, que servirá de referencia. Cada jugador lanzará su bolita y quien se acerque más a dicha línea será el primero, y luego el segundo y tercero de acuerdo a la cercanía con la línea.
Es un juego que exige contacto directo con la tierra que es el lugar ideal para jugar. “Recuerdo a mi hermano con las manos secas y llenas de costras de tanto jugar”, comenta Miriam Vacaflor, quien también jugó estos juegos.
Otro juego que se practicó mucho en Tarija por décadas y se juega aún es el de hacer volar cometas. Se trata de un juguete hecho de un armazón poligonal que se compraba o a veces las mamás hacían de caña hueca y los forraban con papel de seda. Se hace volar con una cuerda larga y se estabiliza con una cola hecha de trapos o papel.
“Recuerdo que eso yo jugaba mucho, nos íbamos a La Loma y todos queríamos hacer volar el cometa más alto que los demás, recuerda, Luis Mogro-. Yo jugué muchísimo y todos los juegos que había hasta cansarme”, dice con la satisfacción que produce recordar una infancia bien vivida.
También jugó el trompo, un juego que pese a que ya no es tan popular sigue teniendo vigencia hasta el día de hoy. Se trata de un juguete de madera con forma de pera, con un hierro en la parte más aguda que es la punta o el pico del trompo. Se lo hace bailar envolviendo alrededor una cuerda fina muy apretada desde la punta hacia arriba.
El otro extremo de la cuerda se mantiene fijo entre los dedos. Si se arroja con fuerza el trompo y al mismo tiempo se tira de la cuerda, se le imprime un rápido movimiento rotatorio, que lo mantiene girando verticalmente y en equilibrio. “La idea era hacerlo girar más tiempo, lograr subirlo a la mano y hacerlo girar encima el mayor tiempo posible”.
También existían formas de lanzar y manipular el trompo con la cuerda de manera de demostrar la destreza del jugador. Era un juego que se podía jugar entre dos o más personas y que tenía un elemento de competencia, pero también de simplemente pasar el rato, charlar y reír.
En general, el juego es una actividad que durante la infancia cumple un rol determinante en el desarrollo de los niños y que afecta la forma en la que, en el futuro, socializará, resolverá problemas y enfrentará los retos de la vida.
Los juegos tradicionales que fueron parte del desarrollo de muchas generaciones deberían conservarse a través de la enseñanza y práctica en los recreos escolares para dar una opción a los niños de adquirir destrezas y conocimientos o simplemente de divertirse sanamente, considera Verónica Guzmán.
Las pilladitas
Es un juego que le da al niño la oportunidad de correr, gritar, reír, de modo que le sirve de ejercicio para gastar la gran cantidad de energía que tienen, además de disfrutar de la compañía de los amiguitos.
Las bolitas
Las canicas siguen siendo un juego vigente aunque se lo práctica más en la escuela y durante los recreos. Generalmente lo juegan los niños de primaria de escuelas fiscales debido a lo accesible del costo de las bolitas.
El trompo
Es un juguete que aún se práctica y se vende, los padres que lo han jugado siendo niños enseñan a sus hijos a lanzar el trompo, sin embargo no es un juego que se haya hecho popular, salvo en versiones más modernas como el bley bley.
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