Friday, July 29, 2016
Los aparecidos, una tradición oral que pervive en Tarija
No todos pueden ver un fantasma pero en Tarija muchos se mantienen abiertos a la posibilidad de que existan. Algunos simplemente no creen en ellos, los consideran personajes ficticios enaltecidos en la creencia popular de las películas de terror.
Empero, para muchos como para el escritor René Aguilera Fierro estos son parte de la creencia tarijeña.
Doña Lucha que vende zapatos y sandalias para niños en el mercado Central, ahora reubicado en la avenida Domingo Paz, dice convencida: “de que existen, existen”.
Ella cuenta que sabe de una aparición en Tarija que asusta solamente a los hombres. Se trata de una joven y hermosa mujer que camina por las calles oscuras de la ciudad, sobre todo cuando la noche está muy avanzada, asustando a los que salen de las fiestas en estado de ebriedad.
“Mi compadre trabaja de taxista y una noche llevando a la gente de las fiestas, volvía a la ciudad del barrio Senac, cuando en la bajada antes de llegar al surtidor vio que una mujer joven, vestida de blanco, cruzaba corriendo la calle. Cuando pasó la curva a la altura de las gradas del mirador pensó que tendría pasajera, pero no vio a nadie. De repente se percató que al lado derecho, en la medianera, estaba parada la misma señorita como mirándolo y el compadre entonces pasó de recto como alma que se lleva el diablo”, relata.
Algunas investigaciones científicas sobre los fantasmas analizan el tema como una creencia muy fomentada por el cine, el teatro, la música y muchos otros ámbitos, esto habría hecho que el mito de los fantasmas crezca enormemente, tanto que millones de personas en todo el mundo afirman rotundamente que los han visto. Sin embargo, en Tarija las historias se alimentaron en noches interminables de fogatas y mate.
La comerciante vecina, atenta al relato de doña Luchita, se suma y comenta: “también hay aparecidos en el lago San Jacinto. Ahí vive mi suegra que vende chirriadas, ella me cuenta que por las noches se suelen escuchar suspiros como si fueran los últimos que se da en vida, porque además hay muchas almas penando de los ahogados en el lago”, cuenta.
Las almas condenadas
Las almas condenadas son también una creencia con testimonios muy recurrentes en nuestro medio. Se habla de que los niños que fallecen sin ser bautizados quedan deambulando como almas sin poder llegar a la gloria de Dios. Se dice también que alguien que murió dejando asuntos pendientes no puede pasar a mejor vida, por lo que anda penando y asustando a la gente.
Las religiosas del convento franciscano de clausura, al respecto, indican que estas historias parten de la idea concebida en Tarija sobre los condenados, “gente que no vivió en la gracia de Dios”.
De ahí surge la concepción de que están cumpliendo una sentencia, llegando a la afirmación de que existe una vida fuera de este mundo.
De acuerdo a las religiosas, si bien en la creencia católica existe un mundo espiritual, el hablar de fantasmas es considerar que hay personas que no están gozando de Dios, pero desde la fe no existe tal tipo de cumplimiento de sentencias, por lo que esto solamente respondería al imaginario popular. “Se habla del cielo porque Jesús nos habló de esa realidad. Es más, él murió y resucitó para hacernos entender que hay una realidad donde acaba el mal y existe el bien”, afirman.
Los aparecidos en Tarija
En Tarija los aparecidos más mencionados son la viuda negra, el duende, el silbaco y la viuda blanca. Es tan fuerte la creencia en el departamento que los relatos de las apariciones de la mayoría de todos estos, los recogió René Aguilera Fierro en su libro “Leyendas y Tradiciones”.
Pero más allá de esto, se constató que las leyendas viven en la mente del chapaco. Intrigados por el tema nos dimos a la tarea de preguntar a la gente si sabía de éstos y otros aparecidos. La mayoría tenía algo que decir.
Don Fernando es taxista hace 25 años, cuenta que en una ocasión tomó de pasajera a una religiosa, quien abordó su vehículo desde la puerta del cementerio General. La noche estaba muy avanzada.
La hermana le pidió que arrancara y que ya le diría a dónde se dirigía, obedeció avanzando un par de cuadras, pero cuando quiso preguntar el destino él volteó y se dio cuenta que se encontraba solo en el taxi.
Otra versión de algunos taxistas tiene un matiz diferente, se dice que existe una aparecida que en las noches se sube a un taxi y en el trayecto desaparece. Al respecto creen que es un alma doliente, que fue violentada y asesinada por algún taxista y que se encuentra buscando a su perpetrador en diferentes lugares de la ciudad. Algunos afirman también que podría tratarse de la viuda negra.
En otra historia. Doña Celia, quien vive en el casco viejo de la ciudad- en la calle Ingavi entre Suipacha y Méndez- cuenta que en una ocasión bajaba apresurada las gradas que separaban los dormitorios principales del gran patio de su casa, pasó por la lavandería a toda prisa sin reparar demasiado en una persona que tenía las manos dentro de la lavandería.
Pensó que era su suegra, avanzó unos metros y en la cocina vio a su suegra, volteó enseguida pero en la lavandería ya no había nadie.
Se dice que las mujeres son más propensas a creer en fantasmas por un referido sexto sentido que las hace más perceptivas, no hay datos científicos que lo confirmen, pero “la creencia popular afirma que ellas son sensibles a escuchar, por ejemplo, llantos de niños que murieron sin ser bautizados”, así lo narra doña Luchita.
“A los hombres los asustan las aparecidas y a las mujeres los bebés que buscan a su madre”, asegura. Sin embargo, a pesar de la enorme popularidad del mito de los fantasmas, no existe una evidencia clara o concisa de que el mito sea algo real o sólo parte de la imaginación.
No todos los
fantasmas asustan
Para José, un hombre profesional, los fantasmas no son algo de lo que haya que preocuparse, pues en su experiencia de vida hay que tener más temor a los vivos que a los muertos, debido a que éstos ya no pueden hacer ningún daño.
Recuerda que a sus nueve años de edad, en una pelea muy frecuente con su hermano, vio a su bisabuela mirándolos en el pasillo, como siempre solía hacerlo en vida, recomendando que no peleen.
“La visión no me asustó, dejamos de pelear en el momento y fue algo que lo vimos como normal”, comenta sobre esta única experiencia.
Por su parte, las religiosas afirman que la mentalidad de muchas personas es que el duende o fantasma existen para algo malo, es distinto a la concepción de la aparición de la Virgen o los santos, que son personas que hicieron bien y su actuación deja huella entre la gente.
“Las personas que mueren no tienen la potestad de hacer daño a otro. Sobre la creencia de los niñitos no bautizados que mueren, ¿qué culpa tendría un niño si no lo bautizan?, eso no puede ser”, afirman y agregan que esa idea de Dios no es muy lógica, pues “el bautizo es una necesidad fuerte a la importancia de la fe, además no se puede juzgar a una persona que muere. Si se arrepiente, Dios es bueno. Ama a los pecadores”, concluyen.
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