Los primeros pobladores de esta región andina fueron hábiles artesanos que llegaron a una perfección asombrosa especialmente en la alfarería y la platería. Durante la colonia, los españoles trajeron otras expresiones artísticas que se mezclaron con las nativas, dando origen al arte popular que actualmente conocemos, y que se manifiesta en su mayor dimensión en la tradicional feria de la Alasita.
Esta feria, que hoy ha trascendido nuestras fronteras, se celebra cada 24 de enero en la ciudad de La Paz, como una expresión de la tradición y el folclore paceño. Su origen, según algunos cronistas se remonta a los antiguos habitantes de Chuquiago Marca, cuando ya se realizaba una feria muy similar a la conocida actualmente. Otra versión nos refiere a los dramáticos días que vivió la ciudad de La Paz a consecuencia del cerco indígena a que sometida por los indígenas mandados por Túpac Catari, en el año 1781. Pacificada la rebelión con una bárbara represión, el brigadier español Sebastián Segurola, entonces Gobernador de La Paz, que había sometido a los indígenas, en acción de gracias a Nuestra Señora de La Paz, a cuya intercesión se atribuyó que la ciudad se librara del terrible cerco, dispuso para el 24 de enero de 1782 una serie de actos religiosos y festivos como consagración a la Virgen.
Al mismo tiempo, los mestizos e indígenas instalaron una feria artesanal en la que se ridiculizaba a los españoles, con la venta de objetos en miniatura: casas, personajes, muebles, víveres, enseres, vestidos y otros artículos, y la figura central de esta feria fue la aparición del “Ekeko”, un hombrecillo regordete, vestido a la usanza de los chapetones, además llevaba sobre sus espaldas infinidad de objetos pequeños, además de fumar un cigarro, de acuerdo a algunos cronistas, esta figura bonachona de cara sonrosada sería un remedo del Gobernador Sebastián Segurola.
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