Según el libro “Tradición oral” de Ángel Zeballos Batallanos, el Gringo Frazada era un hombre grande, robusto, de aproximadamente 1.85 metros de estatura o más. Su apariencia era la de un extranjero llegado recientemente a Tarija, pero lo más extraño era que no se sabía de dónde.
- Publicidad -
Cuentan que siempre su piel se mostraba colorada, tenía barba tupida y pelirroja, ojos claros y mirada perdida. Uno de sus características más particulares es que en todos los dedos llevaba anillos, aunque la mayoría de hojalata.
Casi siempre portaba consigo una lata vacía que le servía para recibir la comida que mendigaba, pero también la usaba para tomar agua o para guardar algunas monedas que la gente le daba.
Otra de sus características era que no podía faltarle un cigarro en su caminar diario. Cuentan que muchas veces se tomaba las sobras de los cigarros y algunas veces de marca como los “Sucrenses” o “Chesterfield”.
El Gringo Frazada nunca o casi nunca pedía ayuda directamente, aparecía de pronto y se plantaba firme y frontalmente en las puertas de las casas privadas o en las puertas de los negocios extendiendo su mano en dirección del dueño o encargado, en una actitud que a muchos parecía arrogante, pero no violenta. Esperaba silenciosamente que el dueño le brinde caridad y sea generoso.
Infaltablemente llevaba como signo distintivo que dio origen a su sobrenombre: una frazada vieja que colgaba de su cuello y caía sobre su espalda como un superhéroe.
Ésta le servía de abrigo en el invierno o cuando se hacía de noche y le pillaba el sueño en cualquier calle. Además llevaba siempre consigo una bolsa de tela sucia, que contenía algunos harapos y otras pertenencias. De acuerdo a Omar J. Garay Casal, al Gringo no se le conocía ningún nombre y menos apellidos, nacionalidad, edad, profesión u ocupación.
“Nunca lo oímos proferir palabra o vocablo alguno, aunque otros afirman que con la única persona con la que se atrevía a conversar en idioma francés, fue con don Eduardo Granchand, un próspero y conocido comerciante de aquellos tiempos en Tarija”.
Según explica Vicente Guerra, tarijeño de 70 años, en esas épocas mucha gente no sabía si el Gringo hablaba o era mudo, pues la mayoría de las veces no soltaba palabra.
Cuentan que una vez salvó a una mujer de ser atropellada.
La mujer apenas vio al Gringo trató de esquivarlo por su aspecto, lo que la obligó a bajar de la acera sin haberse percatado de la presencia de un automóvil que se aproximaba por su espalda.
Imprevistamente el Gringo Frazada, la levantó por los aires y con gestos y ademanes poco entendibles le reclamó por su descuido y su imprudencia. En retribución, se hizo acreedor a una limosna que religiosamente y durante mucho tiempo depositó en sus manos la agradecida mujer.
Sobre su origen, muchas personas rumoreaban que se habría escapado de la Segunda Guerra Mundial, por lo que podía tener un estigma de desertor, otros decían que era parte de la Gestapo o SS alemana.
La Papa Frita, una comerciante callejera
Se trata de una mujer humilde que vivía del comercio de papa fritas, ofrecía sus productos gritando fuertemente en cualquier lugar de la ciudad. Ella fue protagonista de un momento muy gracioso, pues cuentan que cuando se inauguró el primer coliseo deportivo, más conocido como “Patio Prefectural” invitaron a una famosa cantante internacional.Se trataba de Mercedes Sosa, ella antes de comenzar con su concierto pidió al público silencio para que puedan apreciar su arte y cuando todos callaron un estridente grito irrumpió: ¡papa frita!, ¡papa frita!
Era la comerciante que ofrecía su producto a su fiel estilo, en ese momento la cantante expresó: ¡He ahí una mujer del pueblo!
Todos Santos o Rico Mambito
El Todos Santos era un hombre de baja estatura, era “bizco” como lo expresa el lenguaje popular, cuentan que cubría su cabeza con un sombrero andrajoso y puntiagudo. Lo curioso era que siempre llevaba puesto un traje remendado y viejo.En ocasiones portaba botines de diferentes colores, llenos de agujeros que dejaban al descubierto algunos dedos de sus pies. De acuerdo al libro “Tradición Oral” llevaba “un pantalón corto de bayeta que le llegaba a media canilla y por unos centavos que le ofrecía el público, se ponía a bailar y entonar cualquier canción en forma apenas rítmica, audible y muchas veces ininteligible”.
Cuentan que nadie se lo pedía pero él se ponía a cantar y bailar cualquier momento, lo que servía para el entretenimiento de la gente. Aunque no se entendía lo que cantaba ni bailaba muchas personas del pueblo afirmaban que tenía un parecido al mambo, por lo que no tardaron en apodarle “Rico Mambito”.
El otro apodo que poseía, el de Todos Santos se lo ganó debido a su presencia infaltable en todas las fiestas de los santos que había en Tarija. Por lo cual parecía que se sabía de memoria el calendario religioso.
“Estaba en Guadalupe en Entre Ríos, en la fiesta de La Cruz en Palos Blancos, en la fiesta de la Pascua Florida en San Lorenzo como en Chaguaya o en las fiestas de la Purísima Concepción o Todos Santos en Padcaya, en la fiesta de Santiago en Bermejo así como en cualquier otro lugar donde los carnavales le sorprendían” (Tradición oral/ Ángel Zeballos Batallanos).
Detalles del cariño a estos personajes
Los personajes
Los personajes llamados con cariño “Sonsos vivos” transitaban por las calles e hicieron de éstas su hogar. Antes había más de uno, por lo que sus historias siempre se recuerdan
Bibliografía
Muchos son los escritores que han recogido la semblanza de estos personajes. Entre los consultados por El País está el libro Tradición oral de Ángel Zeballos Batallanos y el artículo publicado en Cántaro de Omar J. Garay Casal.
Cuadros del recuerdo
En Tarija son muchas las personas e instituciones que poseen fotos o cuadros sobre estos personajes inolvidables de la tradición oral chapaca. Entre los cuadros que vimos están el del Eu Eu, Gringo Frazada y el Atatau Muelas.
No comments:
Post a Comment