Llegó la Alasita, una fiesta típicamente artesanal y paceña, establecida por los antiguos habitantes de esta región. Según vestigios fueron hábiles artesanos que cultivaron la alfarería y la platería y por otro lado, la agricultura. Con la llegada de los españoles, estos trajeron otras expresiones artísticas y en una simbiosis dieron origen al arte popular que hoy conocemos y que se manifiesta en la tradicional feria de la Alasita.
De acuerdo a las crónicas de entonces, la feria se hacía cada cierto período, donde se hacia el trueque de productos llegados desde el altiplano, los valles y de los Yungas. Los antiguos aimaras desconocían el uso del dinero.
Con la colonización española se introdujo el uso de este recurso, pero el trueque continuó practicándose por un largo período, incluso hasta el republicano. En 1781 se produjo la rebelión indígena liderado por Tupac Catari, de consecuencias dramáticas para los habitantes de la ciudad de La Paz, vino la intervención de las fuerzas españolas y la pacificación momentánea del conflicto, es cuando en Gobernador Intendente de la ciudad de La Paz, Don Sebastián Segurola, dictó una resolución en gratitud de haber salvado a la ciudad a la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, a quien la ciudadanía tenía tanta devoción, que cada 24 de enero se realice una feria artesanal manteniendo las costumbres de los antiguos habitantes, cada 24 de enero y la consiguiente feria de artesanías. Desde entonces se acostumbra comprar todo lo que es artesanía pero en miniaturas.
Se cree que los artesanos en remedo al gobernador cambiaron la antigua imagen del Ekeko por la del Gobernador Segurola, representando desde entonces por una figura de rostro criollo, sonrosado y regordete con vestimentas mezcla de indígena y español.
De acuerdo a las crónicas, la primera feria se Alasita se realizó en la que es hoy la Plaza de San Francisco, luego se trasladó a la Plaza de Armas o de Murillo. Por largo tiempo a esta feria se la denominó itinerante por que no tenía un lugar preciso, hasta que finalmente está establecido en lo que es hoy el parque de los monos o ex zoológico.
Allí, los artesanos, verdaderos cultores de muestro de arte, exponen en carpas precarias sus trabajos de gran valor artístico. Lo que ca-racteriza a la feria paceña es que todo objeto es parte de nuestro vivir y viene en tamaño pequeño.
Vayamos a la feria, y allí encontraremos todo lo que soñamos y en la creencia que se hará en algún momento realidad. Esa es la magia de la Alasita.
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