Wednesday, January 2, 2019

Reyes, sin mistelas, pero con “niñitos” y trenzadas

Una celebración particular de Tarija es la de los Reyes Magos, el 6 de enero. Para esta fecha se prepara una fiesta en la plazuela Sucre que contará con música propia del ámbito rural, trenzadas, adoraciones al Niño Jesús y regalos para los chicos que se animen a participar de las rondas y juegos que se instalarán en este lugar, Sin embargo este año no habrá la premiación a las mistelas.

Actividades
Según el director de Cultura del Gobierno Municipal, Gustavo Ruiz, se preparó una serie de actividades para este día en ese espacio ubicado en el barrio Las Panosas con la intención de recuperar las tradiciones tarijeñas en el marco de la política de acercar las costumbres rurales hacia la ciudad.

Por ejemplo, en cuanto a lo gastronómico habrá las acostumbradas mistelas y masitas preparadas con los motivos navideños. Respeto a la Música se invitó a una banda campesina compuesta por jóvenes egresados de la Escuela Municipal de Música Regional “Pastor Achá Martínez”.

También se dispuso instalar una batería de palos de trenzar a lo largo de las calles 15 de Abril y Suipacha, habrá amplificación con música propia de la festividad y se ofrecerá un refrigerio, panetones, caramelos y regalos para los niños que vayan a adorar al Niño Jesús
Por su parte, la presidenta del barrio Las Panosas, María Julia Boyán Godoy, anunció que se premiará al Niño Jesús mejor presentado “en una fiesta que es las más renombrada en Tarija y se caracteriza por el uso de instrumentos como la quena y el tambor, por las trenzadas y las varias figuras que se forman y que se van perdiendo “con el avance de los tiempos y la globalización”.

En años pasados, la celebración aglutinaba a una gran multitud de Niñitos en su pesebre o nacimientos que por lo general son sacados en procesiones por la mañana. Las diferentes iglesias y parroquias de Tarija realizan misas para quienes visitan esos recintos para rendir culto y devoción a sus imágenes al son de villancicos y bandas musicales con temas alusivos a la festividad y que son danzados por parejas de jóvenes y niños en el recorrido entre los domicilios y el templo.

Según el gestor de la Casa de la Cultura, Eddy Arce Birbueth, esta celebración es una fiesta muy importante para los pobladores de la tierra chapaca, porque si bien desde inicios de diciembre los Niños son llevados a escuchar misas acompañados de banditas compuestos por instrumentos típicos es en este día que lo hacen por última vez.

“Muchos lo hacen en Reyes, el templo ese día está lleno de niños que son llevados para escuchar misa, además se dan los regalitos que uno por alguna causa no tiene la oportunidad de dar el 24 en la noche como se acostumbra, entonces es una excusa darle a los chicos que siempre esperan recibir algo”, apuntó.

En algunos templos se escenifican de manera teatral la adoración de los Reyes Magos, el momento en que llegan al lado del Niño Jesús y que se solía hacer en la plaza Luis de Fuentes, organizado por el municipio.

Una antigua tradición propia de Tarija

Era en la Tarija de antaño que en esta fecha al mismo lugar acudieran en andas los niños que pertenecían a tradicionales familias chapacas que desde los cuatro barrios que entonces conformaban la ciudad (La Pampa, El Molino, San Roque y Las Panosas) fueran llevados desde sus domicilios acompañados de una procesión de invitados, cuyos hijos adoraban en una seguidilla callejera hasta la plaza Sucre.

Alrededor de la plaza, sobre las calzadas, se colocaba mesas a cargo de la familia Paredes para recibir a todas las imágenes del Niño Jesús y hasta se decían que eran tallados de procedencias peruanas, ecuatorianas o desde la misma Italia por los misioneros franciscanos.

Los actos comenzaban por lo general a las once de la mañana y se prolongaban hasta altas horas de la noche, por lo que cuando terminaba la festividad, quedaba en las familias la nostalgia de lo que fueron las navidades y comprometía que el venidero año serían realizados con mayor fervor religioso y tradición cultural chapaca.

Hasta ahora se recuerda a María Ortega, la camargueña que cuando realizaba la adoración al Niño, en su antiguo domicilio de las calles Domingo Paz y Colón, las noches de trenzadas eran famosas por las masitas abundantes y las inolvidables mistelas vinos, ratafias y singanis que de diversas maneras las preparaba, elíxires que los traía desde sus viñedos situados en el cañadón de Camargo.

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