Tuesday, July 23, 2013

EL KARI (EXPERTO SANADOR DE HUESOS)

Un personaje como pocos en Tarija fue Kari, curandero famoso que trascendió las fronteras del propio terruño. Campesino de nacimiento, entendido en todos los males, pero más famoso como sanador de huesos, destacado por sus métodos nada delicados ni ortodoxos, más bien rudos, de una rudeza que daba pavor, pero con resultados asombrosamente positivos y sorprendentes.
Además de rudo y tosco, tenía un físico impresionante, medía más de un metro ochenta y cinco de estatura, de espaldas anchas como las de un deportista de lucha olímpica, llevaba puesto un sobrero de ala grande al estilo del Moto Méndez, era tuerto o bizco, nunca parecía mirar de frente, sino de “reojo”, lado o costado; hasta que un jalón, estirón o un buen remesón acompañado de un dolor infernal despertaba o devolvía a la realidad al paciente, el que ya no podía escapar porque se encontraba aprisionado entre sus no tan finas y tampoco delicadas manos.

Hablando de manos tenía unas manazas como mazos y unos dedos que parecían tenazas, con las que inicialmente saludaba al paciente y después cuando realizaba la curación, lo atenazaba desde la parte dañada antes del desmayo que regularmente ocasionaba. Con posterioridad al desvanecimiento el paciente se despertaba cagado u orinado, no sólo del susto, sino principalmente del dolor que el Kari le producía al momento de la curación.
Antes de entregarse en cuerpo y alma en manos del Kari, con solo verlo y conocerlo uno se ponía a temblar. Tal era el miedo o pavor que se apoderaba de uno, que deseaba salir corriendo cuando caía en cuenta que ese ser gigante, casi mitológico, era quién le iba a tratar de una quebradura o torcedura de huesos o de cualquier otro mal, con métodos cercanos o propios de la era cuaternaria.
A diferencia de los días que corren, donde existen corrientes de opinión que hablan de unificar la medicina ancestral o tradicional con la medicina occidental o por lo menos de integrarla en las estructuras oficiales de la salud estatal, por la década de los sesenta-noventa; Kari sanador criollo, se convirtió en el terror y la competencia de los médicos de la ciudad y de la medicina occidental, al punto que hemos perdido la cuenta las veces que el Colegio Médico de la Capital intervino en su intento por inhabilitarlo en el ejercicio de la profesión. Se lo acusaba de ejercer ilegalmente la medicina y en suma se consideraba su saber incómodo a los intereses de los matasanos que habían estudiado en las universidades públicas.
Sin embargo, nunca lograron ponerlo totalmente fuera de competencia -salvo por periodos cortos que fue arrestado o aprehendido- más debido a metidas de pata en las que incurría y según las malas lenguas tenían que ver con algunas prácticas ilegales que nunca se esclarecieron en el ámbito jurídico del medio, como otros tantos casos de mala praxis ocasionados oficialmente. Sin embargo la enorme popularidad y demanda de la que gozaba Kari entre sus pacientes, le permitió seguir ejerciendo el curanderismo desde cualquier lugar en el que se encontraba, inclusive desde el lugar donde alguna vez guardó detención y luego en libertad hasta su muerte.
La auscultación inicial: Como cualquier médico, lo primero que hacía Kari con respecto a sus clientes era averiguar sobre los antecedentes, circunstancias o síntomas que sentían quienes llegaban hasta su consultorio popular. Si la consulta no trataba sobre huesos sino sobre otros males, primero auscultaba al paciente no con estetoscopios o algo parecido sino con sus propias manos y ojos, para ser más exactos tomándole el pulso y mirando fijamente al paciente.
Mediante su tacto prodigioso no sólo era capaz de detectar alguna rotura, fisura o fuera de lugar de cualquier hueso del sistema óseo, sino que podía percibir alteraciones del ritmo cardiaco lo que a su vez le permitía diagnosticar si el enfermo arrastraba o no otro tipo de dolencias. La observación directa del enfermo de otra parte le brindaba la ocasión de informarse sobre su aspecto general, si presentaba un aspecto pálido o más o menos amarillento, mayor o menor hinchazón del cuerpo o partes del cuerpo, el color de los ojos, lengua, manos o pies, cierto tipo de ulceraciones, etc. Las que complementaba con un análisis a ojo de buen cubero de muestras de sangre, orina y saliva para determinar una mayor o menor viscosidad de estos líquidos corporales, la existencia de impurezas o la presencia de algo anormal, lo que le permitía diagnosticar enfermedades renales, estomacales, biliares, etc. Y cuando descubría que el mal no le correspondía curar, derivaba de inmediato al paciente para su atención por la medicina occidental.
Si se trataba de huesos, averiguaba si la lesión era antigua o reciente, dónde se había producido y bajo qué circunstancias; luego ordenaba que se compraran algunos utensilios indispensables para la curación entre los que no podían faltar algodón, cartón o cartulina, retazos de madera para entablillar los miembros superiores o inferiores en caso de fractura de algún hueso, algún guato o hilo duro, retazos de goma o elásticos para amarrar, una o dos cápsulas de darbón compuesto -analgésico fuerte de fácil obtención- que ordenaba tomar con agua unos diez o quince minutos antes de cada intervención para mitigar el dolor y, pócimas o ungüentos que entregaba a modo de tratamiento dependiendo del tipo de enfermedad o problema que sufría el enfermo.
Cumplido el tiempo en que se suponía hizo efecto el calmante, empezaba la curación propiamente dicha, para lo que tomaba con sus manazas la parte afectada del paciente sea cabeza, tórax, dedo, mano, codo, brazo, pie, tobillo, rodilla o pantorrilla, que inicialmente masajeaba delicadamente como dando confianza al paciente, a tiempo que preguntaba o comentaba sobre cualquier tópico como el estado del tiempo o sobre la noticia más sobresaliente de la jornada; hasta que imprevistamente y sin ningún aviso o pre aviso, remordimiento o acto de conciencia, remataba su actuación con un fuerte apretón, jalón, estirón o aventón que no solo hacia ver estrellas a sus pacientes sino también el propio infierno.
El consultorio: El lugar de atención a los enfermos se asemejaba a un consultorio médico popular o a una clínica del pueblo; que se convirtió en algo así como la casa del jabonero, en la que el que no caía, resbalaba.
Quién ingresaba al consultorio del Kari, lo primero que percibía era un fuerte olor a alcohol, mezclado con infundia (grasa) de gallina y alcanfor característica de esta clase de inmuebles propios de curanderos. El consultorio se instalaba en el mismo domicilio que habitaba, incluía algunos ambientes a saber, una pequeña antesala de espera y a falta de ésta se recibía a los enfermos en un zaguán, donde se apiñaban en una que otra silla o en un largo madero asentada en ladrillos o adobes.
Luego se pasaba a una segunda habitación algo más grande, en la que siempre esperaba el Kari y donde los únicos que podían ingresar eran el paciente, uno o dos acompañantes que por lo general eran un familiar o un amigo muy cercano que tenían la misión de sujetar al enfermo por las axilas y no dejar que se moviera cuando chillara de dolor, cooperar adquiriendo los remedios o medicamentos requeridos y ofrecerle al aterrado amigo o pariente una especie de asistencia sicológica pre y post curación; para que superara sin mucho trauma semejante experiencia.
Lo visitaban todos quiénes sufrían algún problema óseo, pero también lo hacían a hurtadillas familiares de los médicos occidentales y los propios médicos que requerían de sus servicios; los que además no dudaban en recomendar y derivar bajo cuerda a sus conocidos porque era una forma de desviarle casi dolosamente la clientela al colega no muy apreciado y entendido en traumatología.
Métodos de curación: Variados fueron los métodos que utilizaba Kari al tratar a sus pacientes, en realidad dependían de la dolencia que los atormentara. Cuando los problemas se ubicaban en la columna vertebral, si venía enyesado luego de haberse escapado del hospital o alguna clínica particular; ordenaba o participaba directamente en el sacado del yeso para lo que se recurría a elementos comunes como tijeras, alicates, punzones de hierro o lijas.
Después colocaba al paciente de bruces sobre un “pullo” que tenía extendido en el suelo, se trepaba sobre el mismo y previo a sujetarlo por los hombros, procedía a frotarle una de sus tremendas rodillas a lo largo de la columna vertebral, comenzando desde la base del cráneo hasta llegar al coxis, una o dos veces por cada sesión, generando una explosión de sonidos similar al que se produce cuando revienta el maíz purita (tostau) dentro de un tiesto o cacerola; a los que se agregaban los gritos desgarradores de dolor que profería el infeliz que confió su integridad en las manos de no tan fino doctor.
Cuando el enfermo era un niño o una dama, convocaba a un escuálido ayudante al que ordenaba pararse encima de la espalda, para que le aplique unos pases con sus no siempre muy aseados pies, al mejor estilo de una masajista o geisha japonesa. Terminada la sesión los fajaba, es decir les envolvía el tórax con una tela, goma o cartulina con algodón y les recetaba algunos calmantes post intervención.
Aseveran algunas malas lenguas haber visto lazos, sogas o tientos de cuero colgados de los tijerales de madera que sostenían los tejados, los que utilizaba para sujetar por las axilas, pies o manos de pacientes con problemas de columna vertebral. Cuando eran sujetados por las axilas ordenaba que el enfermo se parara sobre una silla o banca de madera, la que de manera sorpresiva y brusca era expulsada, dejando al aterrorizado cliente colgado y dando de alaridos. Otras lenguas no menos filosas afirman que la forma en la que sacaba de circulación el apoyo en cuestión era mediante un simple y certero puntapié; logrando que la columna vertebral se enderezara o se estropeara definitivamente.
Además de huesos, Kari trataba otras dolencias, en una oportunidad llegó a su consultorio un paciente con problemas respiratorios propios de la estación invernal, lo atendió y le pidió que abriera la boca como lo hacen los médicos occidentales, pero a diferencia de éstos en vez de usar una delgada maderita para observar la cavidad bucal o la garganta, le introdujo sin ninguna contemplación la totalidad del mango de una cuchara de tamaño normal; ocasionando que al incauto se le desorbitaran sus ojos, a tiempo de salpicar al propio curador con un torrente de lágrimas que saltaron abruptamente de sus orbitas oculares. Posteriormente le receto un menjunje casero elaborado en base a yerbas diversas para que lo bebiera y una pócima preparada en base a grasas de diferentes animales: cocodrilo, víbora, ranas, sapos, gatos, etc. para que se untara en el cuerpo y la garganta, de acuerdo a una directiva verbal que ordenaba las cantidades y horarios en que debía usar uno u otro medicamento.
Asimismo fue muy comentado el método de curación a niños de corta edad y a personas adultas que sufrían el mal de cola, que aparecía cuando un bebé se caía de nalgas al intentar dar sus primeros pasos por cuenta propia o cuando un adulto se caía de cola. Este accidente, genera un malestar que se traduce en poco apetito, estreñimiento o diarrea y llanto continuo en el niño o dolor en la persona mayor; lo que Kari detectaba casi inmediatamente. Luego y sin ningún tipo de miramientos procedía a introducir en el ano del paciente el dedo más grande de una de sus inmensas manos, envuelto en algún nylon, con el que realizaba un brusco jalón, hasta que lograba poner en su lugar los pequeños huesitos que se ubican donde termina la espalda.
La manteada: Muchas mujeres embarazadas, como consecuencia de algún brusco o mal movimiento, caída o accidente, sufrían el cambio de posición del feto en el vientre materno, lo que ocasiona un terrible dolor y padecimiento. Son tres las situaciones que se generan al interior de la matriz: que el feto se corra colocándose de costado; que el movimiento lo sitúe en forma transversal y que se produzca la rotación total del feto invirtiéndolo en relación a su posición original. Ante estas circunstancias, Kari como posiblemente hacen otros curanderos, utilizaba un método poco convencional y criollo pero muy eficaz para revertir la situación.
Se denomina como “manteada”, que consistía en colocar a la mujer embarazada recostada en una manta o pullo, que se sujetaba por los extremos por dos personas adultas, las que mediante bamboleos y remesones más delicados que bruscos lograban remitir al feto a su posición inicial. El mismo mal se trataba optativamente mediante masajes suaves efectuados sobre el vientre materno, lo que se conoce con el nombre de “sobada”, por tener similitud con el acto de sobar la masa para elaborar el pan.
Este mal muy frecuente en el pasado, lo padecían ante todo las madres campesinas, cuando efectuaban viajes a lomo de animal, en el mejor de los casos, en camiones antiguos que recorrían por caminos de tierra y piedra apenas transitables, que provocaban tremendos sacudones en su humanidad que a su vez producían el movimiento del feto y su cambio de posición en el vientre materno. Como no existían postas sanitarias u hospitales, ni pensar en médicos en estos lugares alejados de los pueblos o ciudades, los únicos a los que se podía recurrir fueron ante los curanderos tradicionales o médicos campesinos.
Sanación de asustaus o desalmaus: No podíamos dejar de mencionar entre los diferentes males por los que se acudía donde el Kari, el de los asustaus o desalmaus, que en buen castellano significa “personas sin alma” por presentar ciertos desequilibrios emocionales que van desde un simple estado de ansiedad o stres hasta un desequilibrio mental de raíces mucho más profundas, los que se pueden rastrear desde el ámbito de la psicología o de la propia psiquiatría. Habiendo sido por tanto Kari, además de traumatólogo, sicólogo y psiquiatra.
La mayor cantidad de personas que padecían este mal, eran bebés o niños de corta edad, aunque tampoco dejaban de padecerlo los adultos y el método de curación que aplicaba Kari en estos casos, difiere radicalmente a los anteriores, ya que el contacto físico entre el curador y el enfermo era mínimo circunscribiendo el tratamiento a sólo ritos y formalismos.
Los síntomas más visibles que presentaba el enfermo tenían que ver con un continuo llanto, insomnio, pérdida total de apetito y sobresaltos permanentes del niño mientras intentaba descansar o dormir. Por lo que lo primero que solicitaba a los padres o parientes cercanos era la ropa que llevaba puesta el niño, la que sometía a algunos ritos entremezclando oraciones y santiguadas. Después, hacía sentar en una silla o banca a la madre o padre con el niño entre brazos, en torno a los que giraba rociándolos con alcohol en sustitución de agua bendita a tiempo de repetir oraciones y santiguadas, además de darle chupones en la parte de la coronilla del niño y escupir al suelo lo que supuestamente extraía con su boca, repitiendo el acto cuantas veces creía necesario.
Culminaba el proceso ordenando que los papás salieran a campo abierto y caminaran algunos metros con la ropa del niño entre manos, a tiempo de repetir una fórmula o llamado por el que se invocaba la presencia del espíritu o alma del niño y se suplicaba que regresara o no se fuera ni los abandonara, luego de lo cual solicitaba que las ropitas se mantuvieran bajo la cabecera o almohada del niño por algunos días.
El pago por la curación: Una vez cumplido el rito de curación cualquiera haya sido el mal por el que se acudía ante el Kari, no acostumbraba como los médicos occidentales a cobrar una suma fija de dinero según alguna tarifa o arancel mínimo que ponía en vigencia el colegio médico del lugar; sino que dejaba que el enfermo o su acompañante cancelara “según su voluntad”. A las personas que no tenían la posibilidad económica de pagar por los servicios recibidos con dinero contante y sonante, les permitía hacerlo mediante la entrega de otros bienes, por lo que no era raro ver en el interior de su consultorio popular: gallos, gallinas, corderos, chivas, huevos, maíz, fruta, pescado, quesos, etc. especies con los que muchos de los pacientes reconocían la labor del sanador. Lo que no significaba que dejara de expresar su desagrado, cuando alguna persona de la alta sociedad y de buenos recursos económicos se conformaba con dejarle unas cuantas monedas. Situación que se encargaba de hacérselo saber maldiciéndolo en voz baja.
Tampoco mostraba disposición para atender a jovencitas de la ciudad a las que calificaba de “chotas”, porque según su parecer eran débiles y propensas al llanto. Por lo que prefería a la gente de pueblo a las que creía más fuertes y por que soportaban con entereza las inclemencias de sus metodologías.
Más allá de todos los males que se le atribuía y de sus cuestionados así como tormentosos métodos de sanación a los que recurría, nadie pudo poner en duda el increíble tacto con que Kari fue dotado. Con solo palpar con sus prodigiosas manos y dedos era capaz de pronosticar en tiempo record –sólo algunos segundos- una fractura, fisura o fuera de lugar de cualquier hueso en el enfermo, algo que ni los mejores médicos occidentales ni los más desarrollados aparatos de Rayos x o de otra índole pueden hacer hoy. En definitiva fue un muy hábil sanador de huesos, que en la mayoría de los casos los ponía en su lugar aunque también, en algunos otros, los acababa de fregar.

Fuentes: Tradición oral y experiencias personales.

Friday, July 19, 2013

Compran casitas de barro hechas por niños de la zona Santa Bárbara

Con la esperanza que pronto contarán con una vivienda de verdad, decenas de personas se dieron cita a la avenida Santa Bárbara entre 6 de Octubre y Potosí, para comprar las casitas de barro que hicieron los niños de esa zona, desde muy temprano ayer.

Los niños contaron que comenzaron a trabajar desde las 08:00 horas de ayer para que a las 17:00 horas, aproximadamente sus casitas estén terminadas para que puedan ser vendidas al precio de 30 ó 40 bolivianos.

Esta actividad es tradicional en esta fecha, como una actividad más de celebración por el día de la Virgen del Carmen, siendo los vecinos de toda esa zona bastante creyentes.

Don Silvano Martínez es un lugareño que da testimonio de su fe, pues asegura que él ya no vivía en ese sector, aunque de niño cumplía con la tradición de hacer las casitas de barro, entonces compró una casa, y en el testimonio puso la dirección Santa Bárbara y Tarija, y hoy tiene una casa en plena esquina de esas calles.

Y así, expresó que mucha gente que fue a comprar las casitas de barro, luego hizo realidad su deseo y hoy cuenta con una casa propia en el lugar que soñaron.

Una de las niñas, que laboriosamente construía su casita, Alison Condori, nos contó que fue muy temprano a traer tierra del cerro para hacer sus adobitos, que formó con cajitas de fósforos. Su casita contaba con dos habitaciones, un baño, cocina y su sala comedor, además de su patio y garaje para su movilidad.

"La tierra era blanca, así que mezclé con tierra del suelo, y con un poco de agua, desde las ocho estoy aquí. Mi casita tiene dos cuartos, baño, cocina, garaje y patio para jugar, además de rejitas para que no se caigan los niños. Mi abuelito hacía casitas de barro", dijo la niña.

Abner Flores, otro niño, expresó su gusto por haber jugado haciendo las casitas, porque fue la primera vez que participó de esa actividad, considerando que es muy divertido y que se debe tener mucha imaginación.

Otros niños también se dieron otras formas de hacer sus pequeños adobes, ayudados por sus padres, por ejemplo los hermanos, Nayerly y Joel Maldonado Tola quienes usaron un adobero hecho de madera.

Además de la actividad de construcción, en horas de la tarde se celebró una misa, luego hubo una confraternización amenizada con música de banda y otros grupos musicales.

El Gobierno Autónomo del Municipio de Oruro, brindó algunos obsequios para los niños que se esforzaron por hacer sus casitas, premiando a los que las hicieron de barro, pues se observó que otros pequeños usaron materiales prefabricados como el ladrillo para construirlas, lo que no estaba permitido.

Thursday, July 18, 2013

Oruro Niños construyen casitas de barro como una tradición de varias generaciones

Los niños de la zona Santa Bárbara hoy construirán casitas de barro como una tradición de varias generaciones como parte de la festividad de la Virgen del Carmen.

La actividad se de-

sarrollará desde las 10:00 horas en las calles Santa Bárbara, Potosí y 6 de Octubre, para luego proceder a venderlas, a un precio simbólico, a quienes quieran comprarlas, en la creencia que si adquiere una casita de barro, pronto se hará realidad la adquisición de una vivienda, por la bendición de la Virgen del Carmen.

El oficial mayor de Cultural del Gobierno Autónomo Municipal de Oruro (GAMO), Miguel Guerra Tolín, informó que esta actividad se desarrolla desde hace muchos años, el 18 de julio, como parte de las tradiciones, especialmente de esa zona de la ciudad.

Indicó que los vecinos del sector, solicitaron su colaboración para apoyar esta actividad en la que los niños trabajan laboriosamente, jugando y divirtiéndose construyendo.

"Queremos amplificar la invitación que hacen los vecinos de la zona Santa Bárbara, hemos comprometido apoyarles y ayudarles con obsequios para los niños que se dan a la tarea de elaborar adobitos con sus propias manos, sin ayuda de ningún mayor, construyendo sus casitas hasta en horas de la tarde, y para concluir hacen la venta simbólica de las casitas, que según la fe se hará realidad", expresó Guerra.

Es una actividad vecinal, muchas de las personas que son adultas ahora, ya han trabajado y jugado de niños con esta tradición, por lo que se pretende incentivar la misma para que se mantenga, porque es una actividad manual que tiene relación con la naturaleza y con la cultura.

"Por eso es importante apoyar este evento, y esperamos que en otras zonas se generen estas actividades tradicionales, no copiando, pero sí que los niños se involucren en actividades que tengan que ver con las tradiciones", sostuvo la autoridad cultural del Municipio.

Tuesday, July 16, 2013

Miles de personas acuden con fe a celebrar Alasitas

Lo importante no es comprar sino tener fe para que los deseos se cumplan. Así resume la vendedora Genoveva Castellón el significado de Alasitas, cuya máxima característica se expresa hoy, a las 12:00, en Sucre cuando la gente ávida de esperanza no escatima esfuerzos para comprar casas, movilidades, sapitos, dinero y maletas, entre otros elementos que ansían tener mañana.
Castellón, una señora de 67 años de edad, de Sucre, contó que se dedica a la venta de miniaturas desde sus 14 años, y que en estos 53 años de presencia en la “feria de la esperanza”, constató que a la gente le interesa más comprar una casa.
Después, haciendo un orden de preferencia, las personas se inclinan por adquirir una movilidad, dólares, sapitos de la suerte y maletas.
A decir de la comerciante, la tradición indica que la gente debe “comprar sus esperanzas” con mucha fe a las 12:00 en punto, aunque por la gran demanda la venta masiva se extiende hasta las 14:00; después, la presencia de las personas disminuye considerablemente, no sólo en este día sino que también en los siguientes. Sin embargo, dijo que los domingos son también días de mejor venta.
Siguiendo la tradición, según doña Genoveva, una vez que se hace la compra, la vendedora realiza un suamerío en el que también pone toda su fe, para que el sueño de su cliente se haga realidad hasta el próximo año.
Cumplidos estos pasos, el comprador debe dirigirse hasta la Virgen del Carmen que está en La Rotonda para pedirle con mucha fe que su sueño se haga realidad. “La Virgencita es bien milagrosa”, aseguró.


EL PROGRAMA
La Junta Vecinal de La Rotonda de la Virgen del Carmen y la Alcaldía de Sucre elaboraron un programa especial para celebrar a su patrona y la fiesta de Alasitas.
Las actividades iniciaron el 7 de julio con una novena, mientras que ayer los vecinos embanderaron sus casas, se iluminó el frontis de La Rotonda, hubo en pequeña entrada folclórica y una serenata.
Hoy, a las 9:00, será la misa con la presencia de las Fuerzas Armadas y las 10:00, el Alcalde interino de Sucre, Nelson Guzmán, inaugurará la feria.

Programa

A las 9:00 se realizará la misa en honor a la Virgen del Carmen con la presencia de las Fuerzas Armadas y a las 10:00 el alcalde interino de Sucre, Nelson Guzmán inaugurará la fiesta de la miniatura.

Entrada folclórica y serenata abren fiesta de la miniatura


PRESENCIA. La morenada Unión Comercial participó en la entrada de anoche.


Una entrada folclórica sólo con danzas de la Morenada y una serenata fue el preámbulo de la fiesta de la Virgen del Carmen y de Alasitas, dijo el presidente de la Junta Vecinal de La Rotonda Virgen del Carmen, Teófilo Barrientos, quien, además, informó que ocho fueron las fraternidades participantes, mientras que en la serenata estuvieron siete grupos musicales.
Por su parte, la oficial Mayor de Cultura, Ana María Zanabria, dijo que intentaron que los comerciantes se asentaran lejos de La Rotonda, pero no fue posible.


Jaen y Sagárnaga Las calles mÁs cÉlebres de la paz

Muy cerca a la plaza Riosinho se encuentra la calle colonial mejor conservada de La Paz: la Jaen. También conocida como “la calle de los duendes”, tiene apenas unos 100 metros de largo, a lo largo de los cuales hay importantes museos dedicados a la historia e identidad nacional.

Por su lado, la Sagárnaga es una de esas estrechas callejuelas paceñas que exige al visitante ser escalada para poder recorrerla por completo. Su punto de partida es la plaza de San Francisco, desde donde se debe subir para apreciar la ajetreada vida de los mercados de fuerte sabor indígena.

La joyería en plata y estaño es uno de los mayores atractivos de sus puestos de venta.

Monday, July 8, 2013

Un rayo llevó a una familia al camino de la predicción

Felipe Paredes Choque, un curandero con más de 40 años de experiencia, señala que es un dotado de sabiduría que le permite predecir la suerte de las personas y curar algunas enfermedades que en muchos de los casos fueron desahuciadas por los médicos, además asegura tener la facilidad de poder cambiar este problema en una esperanza de vida para aquellas personas que creen en estas curaciones.

El experto explica que todos los dones con los que cuenta en la actualidad son producto de la caída de un rayo, mismo que habría afectado a casi toda su familia, lo que hizo que ellos también, desde su padre, se dedicasen a realizar este tipo de trabajos.

“Es como cuando eres un elegido por Dios, y según nuestras creencias todos los curanderos provienen luego de la caída de una rayo, esto sucede generalmente cuando existe una torrencial lluvia como un granizo y producto de los truenos se genera los rayos”, asevera el entrevistado.

Cuando le tocó a Felipe Paredes, sus antepasados como sus abuelos le indicaron que debe cumplir la misión de dedicarse a la sabiduría, al pronóstico y que fue señalado por los dioses y la Pachamama, quienes le dotaron de esta sabiduría para interpretar el destino y en caso de rechazar esa misión la suerte le daría la espalda, llevándole problemas a toda su familia e inclusive a sus allegados y sus descendientes.

Paredes Choque dijo que para él no fue nada difícil entrar el ambiente, debido a que de muy niño fue como ellos lo llaman un soldado de su padre, ya que él le inculcó todos sus conocimientos ayudado por el destino que le dio el privilegio de leer la suerte de las personas, momento desde el cual tuvo el don de colaborar a las personas que tienen todo tipo de problemas de salud, trabajo, amor, estudio, negocio y otros.

“Gracias a estos dones que ahora tengo, tuve la oportunidad de conocer Perú y Chile, porque la efectividad con que trabajo ha hecho que se me abra el mercado internacional, en cuanto a la remuneración económica no me quejo, porque gracias a Dios, tengo una clientela que por día me visitan más de cinco personas con diferentes problemas y eso hace que pueda vivir de manera cómoda económicamente”, aseguró Paredes.

Entre sus clientes recuerda que en varias oportunidades recibió la visita de algunas autoridades municipales como el exalcalde de El Alto, José Luis Paredes y el actual de la urbe paceña Luis Revilla, quienes coincidieron en pedirle que la suerte le acompañe en su gestión.

En su haber tiene varios cursos de actualización efectuados en la Universidad Salesiana de Bolivia, en el programa de desarrollo y conservación del medio ambiente, su participación en cursillos de los médicos de medicina naturista de humanidad de vidas de la universidad de nueva generación.

Su participación en la Sociedad Boliviana de Medicina Tradicional, Asociación de Naturistas de Bolivia y el Instituto Boliviano de Medicina Tradicional.

Yatiris con 40 años de experiencia predicen el futuro en la urbe alteña

La avenida Panorámica es una de las vías más importantes de la urbe alteña y es la encargada de unir la zona Villa Dolores con La Ceja y de allí llegar hasta la zona Ballivián, sin embargo, este sector de El Alto es más que una simple ruta de acceso de automóviles.

En el lugar pueden encontrarse pequeños consultorios donde hombres y mujeres ofrecen la lectura de la suerte, predicciones del futuro y respuesta a preguntas que sólo los naipes, la coca y otros materiales podrían responder.

Adivinos, curanderos, espiritistas, consejeros, amautas o yatiris, son algunos de los denominativos que estos personajes reciben ya que ponen sus conocimientos a disposición de toda persona que se anima a conocer su futuro mediante algunas ofrendas y de esta forma preverlos hechos que vendrán para el negocio, los viajes, estudio, amor, salud o trabajo.

Uno de ellos, identificado como Felipe Paredes Choque, cuenta ya con 48 años de edad, dice ser el más antiguo del lugar y se califica a sí mismo como un espiritista con mucha fama a nivel nacional por su experiencia y el efectivo trabajo en la lectura de la suerte o la alza de mesas (huajta a la Pachamama).

“Todo lo que soy ahora yo he rescatado de mis abuelos y especialmente de mi padre, Angelino Paredes Barra, y hasta de mis abuelos, quienes son de la localidad de Chanca, provincia Murillo perteneciente a la población de Mallasa, donde desde muy niño comencé a trabajar junto a mi padre”, manifestó el yatiri.

“Fui soldado de mi padre, a mi corta edad casi desde mis ocho años, lo que quiere decir que yo aprendí mucho de él, me llevaba a todos los lugares donde trabajaba haciendo este tipo de curas en diferentes sectores del país”, añadió.

Curandero hace 40 años, hasta la fecha muestra una gran dedicación al armado de mesas para las personas, no sin antes ver la suerte de cada uno de ellos a través de la coca o los naipes, trabajo por el cual pide una remuneración que va entre los 400 hasta los 600 bolivianos. Esta labor consiste en el preparado de la mesa con todos los ingredientes y el infaltable sullu (feto de llama), junto a inciensos, copales, grasa de animales, lana de oveja de colores, vino blanco, dulces de colores y otros.

“Todo depende del tipo de trabajo que se presente, como el llamado de ánimo o susto, tiene un precio de 100 a 120 bolivianos, pero todo depende de la edad de la persona y entre ellos también tiene otros costos aparte el armado de la mesa que es más caro, aunque ahora las personas ya no quieren pagar lo que realmente cuesta este tipo de trabajitos, pero nosotros les pedimos a las personas que si quieren que todo sea efectivo no tienen que escatimar en el esfuerzo económico porque las personas que tienen fe en lo que están haciendo vencen sus problemas, porque a mi consultorio vienen personas hasta con enfermedades de cáncer que el médico no puede curarlos y fueron desahuciados”, manifestó el curandero.

Sondeo de opinión

ARMANDO ÁLVAREZ

“Todas las personas que alguna vez hemos asistido a este tipo de lugares, sabemos que existen dos tipos de brujos o curanderos, unos son falsos y otros de alguna manera tienen algo de verdad, por eso tenemos que conocer bien a este tipo de personas, porque lamentablemente muchos de ellos solamente se han dedicado a este tipo de negocio por una necesidad económica, pero también hay personajes dedicados a este tipo de trabajos que realmente tienen ese don de adivinarle la suerte a una persona. Dicen que para esto algunas personas se dedican desde muy temprana edad, casi desde niños porque tienen algunas virtudes para leer la suerte de las personas”.

FRUCTUOSO MITA

“Existen de todo hay aprendices, por eso por momentos es peligroso para las personas que asisten a estos lugares, pero todos los que alguna vez hemos recurrido a los yatiris, sabemos cuándo están mintiendo y cuando nos dicen la verdad. Hay formas de descubrirles, por ejemplo, cuando ellos están viendo la coca, aquellas personas que conocen realmente y saben leer la coca lo hacen con una seguridad que hasta no necesitan volver a repetir lanzar la sagrada hoja al tari que siempre utilizan. Mientras que aquellos curanderos que solamente tienen la intención de ganar dinero y su inexperiencia se ve en su actitud, no son nada seguros en su actitud y si tienen que decirte algún problema que tienen primero te sondean”.

CLARA CATUNTA

“Bueno yo no creo en estas personas que solamente lo único que hacen es engañar a la gente para conseguir dinero a cambio, porque la única persona que puede y tiene estas virtudes es nuestro señor que es el todopoderoso. Además yo pertenezco a una religión que no me permite asistir a estos lugares, mi esposo si lo hace aunque no estoy de acuerdo con este tipo de personas, debo respetar la decisión de las personas aunque en este caso es mi pareja el que cree en estas personas, que solamente tratan de perjudicar a sus ocasionales víctimas que de manera inescrupulosa les sonsacan dinero a la gente”.

ROSA TANCARA

“Para mí son personas nada creíbles, porque son personas normales como nosotros y que no es posible que puedan tener esos dones de leer la suerte de las personas y finalmente en algunos casos hasta se toman el privilegio de querer decidir la suerte de nosotros. Son gente que se aprovecha de la desgracias de uno porque tengo conocimiento de que a estos lugares asisten familias que tienen problemas de pareja, de salud y otras situaciones, entonces como la mayoría cree que son sabios ellos confían sus problemas y lo peor que puede pasar es que en vez de ayudarles generalmente les complican sus problemas”.