Del aymara, derivado en quechua, Pacha: palabra primordial que significa hacedor del mundo, y la voz españolizada mama: madre. Es la diosa de la tierra, esposa y hermana de Willka, el sol que la fecunda eternamente para que brinde frutos, reproduzca el ganado y oriente el trabajo de hombres y mujeres hacia el buen vivir (o vivir bien). Engendra vida, fecunda los campos y protege la naturaleza como fuente vital de prolongación de la especie. Dentro del espacio-tiempo andino, la Pacha representa la dimensión temporal del continuum pasado-presente-futuro: lo mismo joven y virgen que anciana madre (awichamama), que se renueva sin cesar, brindando cobijo y sustento diario a todos, junto a los achachila (antepasados), por lo cual también se la considera protectora del hogar, la vida familiar y su economía.
Luego de la creación, cuando según la leyenda el Supremo Hacedor (Wiracocha), desde el Titikaka hace subir a los cielos el Sol, la Luna y las estrellas, aparece como deidad secundaria protectora de la naturaleza. Sin embargo, al pasar su culto al Tawantinsuyo como esposa de Pachajcamaj (principal divinidad inca), que declarándose los monarcas del imperio, descendientes de Inti (“con deficiente integración en la teología solar”, a decir de Barnadas) pierde toda sacralidad, pasando la Pachamama de su simple intermediaria a ser ella misma objeto de ofrenda, como divinidad mayor gestora de la vida.
Un magnifico documental difundido en la TV por History Channel, la presenta como la más joven y bella pretendiente de los dioses, que tras la derrota que su hermano Pachacamaj (dios del cielo) inflige a Huacon (dios del fuego), la pareja reina dichosa en el Hananpacha (orbe de arriba) y tiene dos vástagos gemelos (hombre-mujer) que dentro la dualidad andina llevan un mismo nombre (Willka).
Sin embargo Huacon, llevándose consigo el fuego, con rencor vengativo baja al plano terrenal para quitar el agua y convertir la tierra en un desierto, por lo cual Pachacamaj baja a la región de los Andes, donde en un nuevo combate lo derrota, pero cuando volvía a su reino en un desfiladero, resbala y cae en un lago cercano a Lima (Lurin) para convertirse en agua, sumiéndose los cielos en tinieblas con su desaparición.
Pachamama con sus hijos baja a la tierra a buscarlo, sin sospechar el trágico destino que le aguarda al dirigirse hacia el único punto de luz que se distingue entre las sombras, donde le aguardaba el terrible Huacon que los cobija, y mientras envía a los niños a traer agua la mata y se la come, pero como los dioses no mueren se transforma en la Madre Tierra, para restablecer en forma de monte la luz en la tierra y los cielos...
Imposibilitada en la nueva condición de socorrer a sus hijos, la Pacha envía un pajarillo que les advierte huyan del “Tío” que busca devorarlos, y al llegar la noche encarga a la zorra los guarezca y alimente en su guarida. Huacon que los estaba persiguiendo, al preguntar la mañana siguiente sobre su paradero al cóndor, el jaguar y la serpiente, estos animales (sagrados entre los incas) le dicen que suba a la parte más alta y grite sus nombres para que ellos acudan; pero la tierra tiembla y precipita al dios del fuego en el inframundo. Por su parte, el Padre le los dioses tiende a los gemelos una cuerda de oro para subirlos al cielo convertidos en la pareja sagrada del Sol y la Luna, que inicia la dinastía de los Incas en el plano terreno…
En la capital del Tawantinsuyo, el templo principal de Pachamama se levantó al sur de Cusco, hoy zona Wanchaj, y la fiesta central de la Madre Tierra, llamada Pachamama Raymi, se celebraba cada primero de agosto. En la actualidad en el distrito de K’atqa (provincia Quispicanchis), se realiza una escenografía ritual con la participación de actores profesionales; comenzando con la convocatoria a los Apus para culminar con la quema del llamado “despacho”. El Diccionario enciclopédico del Qosqo (Cusco, 1995), registra que con una convocatoria cercana al millar de personas de diversas comunidades, “es una fiesta conmovedora y de profunda significación religiosa por el fervor de los concurrentes”.
En nuestros días, la Pachamama es objeto de invocación en la mayoría de los rituales andinos, consagrándose todo el mes de agosto para realizar ofrendas y ch’allas, que comienzan el primer día de mes seguido por el primer viernes, fechas que a decir de los amawtas la tierra se abre y tiene hambre, ofreciéndole mesas para atraer la suerte en los negocios, salud, estudio, amor y viajes; lo mismo que para retribuir los favores recibidos durante el año anterior.
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