Thursday, June 23, 2016

Prohibiciones y consumismo apagan tradición de San Juan



La noche de San Juan, la más fría del año, en la actualidad fue congelada por varias normas nacionales, departamentales y municipales. El propósito es: “evitar daños al medio ambiente”.

Para algunos esto es una ventaja; sin embargo para los amantes de las tradiciones esto es un gran problema, pues muchas costumbres se han dejado atrás y la aculturación se ha hecho presente.
El escritor René Aguilera Fierro cuenta que años antes el apóstol San Juan era tan idolatrado por los campesinos tarijeños que su imagen era llevada en rogativa por los campos cuando tardaban las lluvias. Incluso la capilla de San Juan fue dispuesta por Luis de Fuentes y Vargas para que el santo cuide de la población, sembradíos y clima de Tarija
De esta manera, se acostumbraba ofrecerle vísperas con llamiantes luminarias que se encendían por todas las calles de la ciudad, al igual que en el campo. Para éstas se juntaban grandes cantidades de “sunchu” seco, (unos arbustos que crecían por todas partes). “Se los amontonaba en enormes piras sujetas con cañas huecas verdes y se encendían las tradicionales luminarias. Éstas daban agradable calor a aquellas frecuentemente frías noches de junio”, relata.
Tanto la “champa” como las cañas al quemarse producían un alegre chisporroteo con reventazones que gustaban a todos los asistentes y cuando estaban quemándose por la mitad comenzaban los saltos de los chicos y grandes sobre las llamas y brasas, siguiendo quizás costumbres ancestrales. Según dice, se preparaban ponches, té con trago y pata de cabra, (chicha hervida con singani). “La gente charlaba a la luz de la fogata, algunos tenían luz y sacaban su foco. Estamos hablando de los año 60 y 65 que es cuando empieza a decaer, pero siempre se hacía”, afirma.
Luisa Valencia, de 70 años, recuerda que en el campo los chapacos aprovechaban las brasas y el rescoldo para hacer cocer choclos a los que llamaban “tistinchos” y se comían con gusto. Relata también que cuando toda la luminaria estaba por extinguirse la gente se ponía a jugar con agua, así continuaban las carreras y la general “vocinglería” principalmente de la chiquillada y de la juventud.
Al día siguiente volvía la gente a jugar con agua en el mercado y en ciertos barrios se echaban suertes, fundiendo plomo. Cuando estaba derretido lo vaciaban en tiestos con agua, formándose figuras de diversa clase a las que ciertas personas que sabían interpretarlas les encontraban determinados significados, sea de la fortuna o de desgracia.
Sin embargo, han pasado los años y todo esto ha cambiado. Hoy ya no se hacen fogatas. Por lo tanto no se realizan saltos sobre el fuego, ni se juega con agua a manera de apagarlas.
Las prohibiciones transformaron a la tradición en una reunión restringida, de familia o amistades, en la que el consumismo ha creado la necesidad de comer salchichas, tirar fuegos artificiales y tomar licores u otras bebidas alcohólicas.

Normas medioambientales
Empero, a pesar de que las prohibiciones son muchas, los gobiernos municipales se basan en la normativa 178 que prohíbe a nivel nacional la realización de fogatas. De esta manera, el director de desarrollo Productivo del Gobierno Municipal, Sadog Torrejón, manifestó que se hará un control la noche de San Juan.
Adelantó que el control lo realizarán una comitiva conformada por la Policía boliviana, la Unidad de Bomberos junto a sus carros bomba y cisternas, personal del Área Naval y la Intendencia municipal.
Agregó también que la gente aprovecha esa noche no sólo para quemar madera, sino también la basura que se tiene en casa, inclusive gomas. Resaltó así, que esto ha hecho que el gobierno nacional tome medidas en favor del medio ambiente.

Daños al medio ambiente
Patricia Venegas, ingeniera de profesión, especialista en medio ambiente y miembro de Asociación de Pro-defensa de la Naturaleza (PRODENA), explica que después de la noche de San Juan, los residuos que quedan en el ambiente producen efectos inmediatos como irritación de ojos, de garganta y vías respiratorias, lo que afecta de manera especial a los ancianos, niños o personas que padecen de asma o bronquitis.
Entre los efectos a largo plazo, Venegas explica que cualquier quema produce ciertos gases, algunos de ellos tóxicos como es el caso de algunos plásticos, que contienen dioxinas, compuestos sumamente dañinos, que al introducirse en el organismo pueden producir enfermedades cancerígenas.

¿Aculturación? El
debate de fondo
Sin embargo, el debate sobre esta tradición va más allá de la contaminación ambiental. Para la historiadora Ivica Tadic, las salchichas, los licores y los fuegos pirotécnicos tomaron el lugar de una fiesta que era familiar y de amigos muy cercanos. “Al estar los niños presentes, los mayores se inhibían de las borracheras. Ahora se da rienda suelta a aquello. Además, se sabe que en época de crisis la bebida es siempre un salida”, afirma.
Tadic considera que con las restricciones se está “castrando a la gente” en sus costumbres a título de ambientalistas y no se está encauzando esa festividad. Asegura que se está aculturizando a las personas y perdiendo costumbres nativas que no estaban motivadas por San Juan sino por el ciclo agrícola. “Las tradiciones que trajeron los españoles las fuimos adoptando como nuestras, pero modificando hasta convertirlas en una reunión familiar con nuestros matices” dice y añade que esta aculturación ha sido aprovechada por las fábricas de embutidos y de bebidas para lanzar una campaña de marketing e inducir al consumo de sus productos.
Ahora, también detalla que los niños asocian San Juan a lo foráneo, por lo tanto están perdiendo su raíz “y una planta sin raíz no dará frutos. Estamos castrando a nuestra juventud”, indica Tadic. Empero, va más allá y hace una propuesta para seguir con la tradición. Propone que en cada San Juan se realicen fogatas en cada distrito. “Para ello no es necesario que se talen árboles, se pueden recolectar aquellos que caen o mueren. Y, por último, al día siguiente de la quema se podría buscar la manera de que la gente se acostumbre a plantar un arbolito para preservarlos”, indica.

¿Por qué se celebra
la noche de San Juan?

El origen de esta tradición es pagano -y mucho más antiguo que su celebración cristiana- y se basaba en la conmemoración de la llegada del día más largo del año, con el solsticio de verano en el hemisferio norte, con un gran arraigo en países como España, Portugal, Noruega, Suecia, Finlandia o Dinamarca. En América Latina, en países como Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Puerto Rico o Venezuela, la noche de San Juan también está asociada a vetustas tradiciones y leyendas.
Para conmemorar el día más largo del año, lo tradicional era encender hogueras para purificar el sol y darle fuerza, ya que a partir de ese día, todos los días irían haciéndose más cortos (o más débiles) hasta llegar al siguiente solsticio, el solsticio de invierno con la llegada de la noche más corta del año.
Una vez que nació el cristianismo, muchas tradiciones paganas fueron absorbidas por el calendario cristiano y la conmemoración de la noche más larga del año fue asociada a un evento puramente cristiano: el nacimiento de San Juan Bautista que según la Biblia, tuvo lugar el 24 de junio.
Como curiosidad, se trata del único santo por el que se celebra una festividad en el día de su nacimiento, ya que lo habitual es festejar el aniversario de sus muertes o el traslado de sus reliquias.

Creencias
A nivel nacional, las creencias que existen sobre San Juan son muchas y a continuación damos a conocer algunas de ellas:
Saltos sobre la fogata: Los adultos e incluso los niños, saltan para que les vaya bien. Caminata sobre la brasa: A la medianoche jóvenes y adultos apartan los pedazos de leña y dejan la brasa, luego caminan sobre ella.
Huellas: Hay quienes sellan la planta del pie en la ceniza para que San Juan les traiga suerte.
Echar agua o tomar baño: Alusivo al bautismo. Se toma una ducha a medianoche y se moja a los vecinos la madrugada siguiente.
Fundir plomo: Se convertía el plomo en líquido, luego echado al agua dejaba formas caprichosas favorables o desfavorables. Si aparecía un ataúd, venía una muerte. Práctica frecuente porque los dentífricos venían en pomos de plomo.
Quema de trastes viejos: Quemar muebles en desuso, ropa o zapatos a la fogata, para renovar las cosas.
Humo blanco: Por la orilla de la fogata sale humo blanco. A mayor humo, hay mejores augurios para el resto del año.
Orinar en la fogata: Para evitar hacerse ‘pi-pi’ en la cama.
Chicoteada: Chicotearse, o que los padres chicoteén a sus hijos para que puedan crecer unos centimetros más.

SOBRE LA HISTORIA DE SAN JUAN

Leyenda

Una de origen danés da cuenta de que la víspera de San Juan siempre estuvo plagada de magia.
Era la noche en la que se recogía hierbas medicinales con poderes protectores y en la que el rocío y el agua del manantial tenían poderes curativos.
El manantial más famoso de Dinamarca es el de Kirsten Pil, cuyos poderes curativos fueron descubiertos el 23 de junio de 1583.

Propagación

La fiesta se esparció rápidamente por el Viejo Mundo y se trasladó a América en las carabelas de los conquistadores.
En España, San Juan es la celebración —en una sola— de dos fiestas, una profana que corresponde al 21 de junio (solsticio de verano, de culto o adoración al sol) y la otra, religiosa de San Juan Bautista del 24 de junio (se prende fogatas en la noche previa).

Año nuevo andino

Antes de la conquista y durante la Colonia los pueblos del altiplano se reunían para recibir la benevolencia del sol. Los conquistadores españoles traspasaron la festividad del Tawantinsuyo, la del solsticio de invierno, que coincide con el año nuevo andino. La festividad pasó del 21 al 23 de junio con el afán de abolir un ritual consistente en la quema de thola yareta esperando la llegada de los primeros rayos del sol del nuevo año.

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