Aunque los amautas reciben el Año Nuevo Aymara el 21 de junio, también celebran el Año Nuevo occidental con ritos tradicionales, aunque algunos califican esta fiesta como "importada” e "impuesta”.
Un recorrido por las calles de El Alto permite ver esta dualidad, donde las mesas de ofrenda a la Pachamama y los ingredientes para la tradicional k’oa se intercalan con la ropa interior de colores, los billetes, pequeñas maletas, velas y otras cábalas para recibir el Año Nuevo.
De acuerdo al amauta Justo Cruz Bernabé, cada 31 de diciembre a medianoche los sacerdotes aymaras preparan dos mesas de ofrenda, porque todo debe ser par. Una mesa blanca representa al chacha, que trae las bondades inmateriales: salud, bienestar, armonía en la familia. Paralelamente, una mesa colorida representa a la warmi, lo femenino y las bondades que da la Pachamama: el hogar, la comida y la ropa.
Cruz asegura que el pedido que elevan los amautas el 31 de diciembre trae bondades para todos, mientras que las tradiciones extranjeras sólo piden el bienestar individual. "No podemos hacer a un lado la celebración gregoriana. Pero lo hacemos con nuestro conocimiento ancestral. El Año Nuevo del gregoriano es más comercial, se hace comercio de todo y de nada”, señala.
Ponerse ropa interior roja o amarilla o comer 12 uvas para Cruz son rituales que tienden al aislamiento. "Pero si la gente tienen fe, sea en la cultura tradicional o en la aymara, les va a ir bien”, asegura el amauta.
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