Ayer en el municipio de Quillacollo arrancó la fiesta de Alasitas con la presencia de aproximadamente unos 800 vendedores y artesanos que vienen de todo el país, sobre todo de La Paz.
Los expositores ya tomaron ubicaciones en la avenida Martín Cárdenas al sur de ese municipio y se quedarán hasta el domingo 24 de agosto.
En tanto, a dos días de concluidas las principales actividades en honor a la Virgen de Urkupiña, el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de Quillacollo Yuri Tapia evaluó a la festividad como “tranquila”, pues a diferencia de años anteriores no se registraron hechos de sangre ni disparos de arma de fuego. Dijo que una de las razones por el bajo índice delictivo fueron las detenciones preventivas de antisociales que hicieron antes de la fiesta.
La venta de las miniaturas ya comenzó y muchos devotos de Urkupiña se dieron cita ayer para abastecerse de productos de la canasta familiar. “Hemos comprado verduras, frutas. Todo lo que es necesario para el hogar, hay que tener mucha fe para que no falte nada”, dijo Hilda Pereira. Ella, como muchos, se preparaba para cocinar una “sopa” con las verduras adquiridas en la Feria de Alasitas de Urkupiña.
A primera vista lo que uno puede apreciar en la feria tradicional, de origen paceño, son miniaturas de: quintales de arroz, fideo, cereales como lenteja, cargas de papa, tomate, cebolla, carnes de res, pollo y chorizo cuyo valor oscila entre 1 y 5 bolivianos.
Varias miniaturas de apanados y huevos de codornices fueron comercializadas por Carola Flores, cuya familia se dedica a este negocio por generaciones. “Mi mamá nos ha inculcado en esta tradición”, expresó.
“Ahora estoy llevando abarrotes (macarrón, harina, arroz), a parte se llevar carnes y verduras. Una vez que se compra se cocina, se prepara”, dijo otra compradora, Lenny López, que recorrió las cuatro cuadras que abarca la feria, acompañada de su hija y esposo.
También, se encuentra el sector de los objetos de construcción y mobiliario. Ahí se comercializan carretillas, picotas, palas, bolsas de cemento y todo lo necesario en el rubro de la construcción de viviendas.
También se ofrecen miniaturas de autos de diferentes modelos y viviendas. “Todo completo para hacer una casa cuesta 15 bolivianos”, dijo Eva Limachi, artesana en miniaturas y herramientas hace 25 años.
Existen también televisores plasma, celulares, laptops, tablet y cámaras. Los comerciantes informaron que fabrican los pequeños objetos con dos meses de anticipación y llegan a vender un promedio de 5 mil bolivianos durante los siete días de la feria.
El ritual no se cierra con la compra de los objetos en miniatura, ya que estos deben ser llevados ante la Virgen de Urkupiña para ser bendecidos.
La variedad se extiende a los objetos de aseo personal, pasta para dientes y jaboncillos, como también a las comidas. Una gran cantidad de personas degustó los platos en miniatura de picante de pollo, pique macho, charque, chicharrón a un costo de 10 bolivianos. La inauguración de la feria se realizará oficialmente el miércoles. Se espera que la mayor cantidad de visitantes llegue el domingo.
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