Cuando en nuestro rostro se dibuja una sonrisa tal vez es porque recibimos una noticia agradable o simplemente porque alguna golosina comprada en el puesto de la "caserita" provocó levantarnos el ánimo aquel día.
Escuchar o prestar atención por un instante a las anécdotas que narran los abuelitos o padres acerca de su infancia coadyuvaría en gran medida a entender y comprender mejor nuestra historia.
Hablar de los "dulces hechos a mano" es la oportunidad exacta para rememorar y trasportarnos años atrás, cuando los productos comestibles por ejemplo, eran producidos naturalmente, ahora es probable encontrarlos en uno que otro puesto de venta que tiene la fortuna de ponerlos a disposición de su público.
Y quién mejor para refrescar la historia de las golosinas que don Leonardo Cabrera Poma, los años son su mejor confidente para contar el "origen de los manjares" que revolucionó las épocas que le tocó vivir.
¿Tal vez se quedaron en el tiempo? Era la pregunta que nos hacíamos, pero cuando LA PATRIA accedió a conversar con Cabrera se evidenció cómo los transeúntes entre ancianos y personas adultas que iban de la mano con sus hijos, se detenían en el puesto de venta para comprar y contemplar manjares que casi están extintos.
La sorpresa de encontrarlos todavía "vivos" y sobre una base de madera transportable y antigua que utilizaron los grandes "confeccionistas de dulces", se convirtió en el regreso de memorias inolvidables e imposible no compartirlos con la nueva generación.
El mejor denominativo que los distingue es el de pastilleros, estos apostados en las esquinas de la plaza "Manuel de Castro y Padilla", de quienes tenemos la dicha todavía de degustar golosinas en base a maní elaboradas por manos bolivianas.
La anécdota que más recuerda Cabrera después de casi 55 años en la elaboración de los "trocantes de maní" es cómo su producto traspasó fronteras, "viene a mi mente que cuando llegaban embajadores a Oruro acompañados de sus choferes, estos últimos se acercaban a nuestros puestos y degustaban de los manís, en su caso la calle Adolfo Mier se constituyó en el punto de parada y de esa manera se expandieron por Europa", enfatizó.
La imagen vale más que mil palabras, solamente con observarlos podemos estar seguros de que robarán muchos "mm…mm….." de nuestro paladar, el sector más interesante es conocerlos uno por uno: el salado, confitado, la pepita elaborada en base a coco y leche, la tablita, la chasca, el quesito, el turrón igual a un pedazo de adobe que era partido con martillos, todos tienen como ingrediente y capitán de preparación el maní.
En su caso le consultamos acerca de la preparación y remarcó que "amasarla en su punto" era el mejor secreto que tenía; además de los beneficios alimenticios que brinda el maní ya que consumirlo ayuda a mantener huesos fuertes "este mensaje lo da una persona que con 66 años se mantiene hasta la fecha fornido" recalcó Cabrera.
El olor, la textura y la proteína que aporta a la salud es casi incomparable e inconfundible encontrar en un producto llamado el "trocantito de maní" y sus derivados.
Al parecer en nuestras manos está encontrar y consumir productos nacionales y no permitir que se queden en el tiempo y pasen desapercibidos. Con unas monedas o centavos que tengamos en el bolsillo aprovechemos para retrotraernos en el pasado.
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