Tuesday, June 24, 2014

Hubo música, teatro y danza en celebración de año 5522 Aymara

Autoridades del Gobierno, representaciones sociales y varios grupos artísticos se dieron cita en el la Isla Incahuasi, en medio del Salar de Uyuni, para celebrar el Año Nuevo Aymara.

Bola Suriana (música latinoamericana), de México; María Juana, de Cochabamba; La Nueva Skina, de Potosí; grupo de teatro Albor, de la ciudad de El Alto; el Ballet Folklórico Nacional; Mohoseñada de Oruro y Sikuris del lugar deleitaron, a pesar del frío, a las miles de personas reunidas para el recibimiento del Año Nuevo Aymara 5522.

EL DIARIO estuvo, inicialmente, en el municipio de Tahua, donde se realizó una ceremonia, a primeras horas del sábado. Luego de la ceremonia ancestrales, a cargo de amautas que llegaron al lugar de distintas partes del país, en el poblado de Tahua, Segunda Sección de la Provincia Daniel Campos, departamento de Potosí, realizada a las 0.00 del sábado 21, las delegaciones de autoridades, medios de prensa, turistas extranjeros y locales, entre otros, se trasladaron hasta la Isla Incahuasi, levantaron sus manos a las 7.07 de la mañana, cuando los primero rayos del sol resplandecieron en lo blanco del Salar de Uyuni.

SEGURIDAD PRECARIA

Si bien se quiere exaltar el valor patrimonial y cultural de la Isla Incahuasi, en el Salar de Uyuni, departamento de Potosí, que conglomeró a miles de personas en el acto celebratorio del Año Nuevo Aymara, las distintas delegaciones se vieron afectadas por el mal estado de nuestras carreteras, en ese lugar inhóspito de nuestro país, y la total falta de señalización.

“Ahora, ¡¿dónde está ‘Juan Reporte’?!”, bromeaban los jóvenes dentro de uno de los buses que trasladaban hasta el lugar señalado a las delegaciones; algunos se perdieron y “plantaron”, ya sea al ir hacia el salar por la carretera que pasa por la comunidad Tahua o en el mismo Salar, donde se reportó un resultado de tres buses “perdidos”, en medio de la nada, y uno semi hundido, esto porque no se informó que el camino improvisado en el interior del desierto blanco no era apto para vehículos pesados.

Un enviado del Decano de la Prensa Nacional vivió un “extravío” y un “plantón” en la carretera a hacia Tahua y en medio del salar, respectivamente; este último obligó a los pasajeros (en el que también contaban los mexicanos) a tomar medidas drásticas y caminar durante horas al poblado más cercano. El problema fue solucionado 14 horas después.

Lamentablemente, la magia de lo vivido, de la experiencia ancestral, de lo místico, fue opacada por la falta de mejora en nuestras carreteras.

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