Tuesday, October 29, 2013

Las “t’anta wawas”

Dentro de esta tradicional costumbre se destaca la “t’anta wawa” (que en quechua significa “niño de pan”), una de las ofrendas más bellas y dulces que se le puede hacer al difunto, sobre todo si es un niño o una niña. La t’anta wawa es un pan dulce y delicioso. Al pan o bizcocho le dan la forma de una muñeca o muñeco, incluso otra forma como la llama, y le agregan dulces como menudas grageas polícromas, pasas, etcétera. Lo hacen en varios tamaños, incluso con caretas de yeso. Cuando un niño o niña muere, siendo la prenda más querida de una familia, el dolor es inmenso, muere el futuro, mueren las esperanzas de la familia. Y, cuando llega el mes de noviembre los padres le llevan sus juguetes, su ropita, los potajes que más le gustaba y entre ellos el t’anta wawa que es una delicia para el paladar. Así surge esta costumbre, aunque no se sabe cuando surgió en su versión actual. Pero la t’anta wawa se extendió más allá, porque ya no solo es una ofrenda al niño o niña fallecida, sino a todo familiar querido que falleció, incluso es consumido por toda la familia: niños, adultos y ancianos, y por supuesto, uno de los más ricos está reservado para el fallecido.

Esta costumbre se extiende en todo la zona andina. En Bolivia genera una intensa actividad de la industria panificadora en las ciudades altiplánicas de La Paz, Oruro y Potosí, así como en los valles de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija, donde los niños adquieren este pan junto con otros manjares de harina y azúcar a cambio de rezos cantados frente a los altares que los hogares erigen en ofrenda a sus familiares fallecidos. Las migraciones del occidente hacia el oriente boliviano han instalado también este consumo ritual en la ciudad tropical de Santa Cruz.

También la “t’anta wawa” es muy común en el Perú (donde se lo alude en género masculino como “el t’anta wawa”); tiene mucho arraigo en Ayacucho, Huancavelica, Junín, Arequipa, Apurimac, Cuzco y Cerro de Pasco.

En la serranía del Ecuador, donde el Día de los Difuntos coincide con la efeméride cívica del Día del Escudo, la “t’anta wawa” se consume con la “colada morada”, que es una bebida tradicional del folclor de la serranía ecuatoriana, se prepara con harina de maíz morado, con piña, mora, mortiño, frutilla, babaco, manzana, uvas, hierbas aromáticas y especias dulces (canela, pimienta, ishpingo, clavo de olor) y azúcar, se la sirve caliente.

La creatividad popular deja ver en cada zona tantas formas, texturas y sabores elaborados con mucho primor y detalle en su ornamentación. Son verdaderas obras de arte para la vista y el sabor.


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