Los callos de la mano de doña Vicenta son los únicos malos recuerdos que tiene de trabajar en el Cementerio General como prestadora de escaleras. Para ella, estar cada día en el camposanto le permitió conocer a las 40 "ñatitas” (calaveras) que la protegen dentro la necrópolis.
"Por la mañana vengo a persignarme. Les rezo un Padre nuestro y les pido que me cuiden y me ayuden en el trabajo”, relata doña Vicenta.
Según la mujer de 53 años, la mayoría de los trabajadores acuden "al rincón” de las "ñatitas”, que está ubicado en el lado noreste del camposanto, para brindarles ofrendas.
"Yo les traigo coquita, a veces alcoholcito. No es nomás pedir, sino también hay que dar”, afirma don José, quien se dedica a arreglar los nichos.
Él recuerda que antes no creía en el poder que tienen las "ñatitas”, pero hace 12 años se convenció de lo contrario. "Estaba a unos pasos de donde están enterradas las calaveritas y de pronto una persona se me acercó con un cuchillo con intención de robarme lo poco que gané en el día, pero un hombre alto, robusto, que dijo que se llamaba Jorge se paró detrás mío y lo espantó. Sólo alcancé a ver su silueta”, señala.
Aseguró que inmediatamente se dio la vuelta y no había nadie, corrió hacia los mausoleos cercanos y no vio a nadie, luego retornó al lugar y lo primero que observó en la pared fue al "Tío Jorge”. "Estoy convencido de que él me protegió”, afirma tras señalar que desde entonces él acude a ese espacio para pedir custodia de las "ñatitas” del lugar. "Desde entonces ya no me pasa nada. Camino seguro”, añade.
Don José asegura que hoy irá al lugar para ofrecerles una oración antes de que las desentierren. "Mañana (hoy) los sacarán para que los arreglen y el día martes luzcan guapos”, destaca luego de lanzar una carcajada.
Mañana, cientos de personas acudirán a ese lugar para rendir culto a las "ñatitas” del Cementerio. La mayoría les lleva guirnaldas de flores, dulces, coca y bebidas alcohólicas.
El administrador del Cementerio General, Ariel Conitzer, indicó hace unos días que se prevé que 120 policías y guardias ediles custodien el camposanto para evitar que los más de 10.000 asistentes ingresen con bebidas alcohólicas.
Además, aseguró que habilitarán cuatro puertas: la principal, la cuatro y la ocho, que están sobre la avenida Baptista y la nueve, en la avenida Entre Ríos a la altura del teleférico.
Sin embargo, ayer el espacio donde se encuentran enterradas las calaveritas estaba lleno de flores, cigarros, alcohol, dulces, coca y el piso negro, como huella de la cera que se derritió de las velas que colocaron en el lugar.
"Este lugar es lleno todos los lunes porque es día de las almas, pero yo vine igual porque mi familia está a punto de destruirse, mi marido está andando con otra mujer. Sé que el Martín le jalará las orejas”, aseguró la mujer de pollera que minutos antes se hincó, agachó la cabeza y rezó llorando en voz baja.
Agregó que su visita será constante, pues según la tradición debe acudir al menos 15 días. "Así el pedido es más efectivo. Si tienes respeto y fe. Ellos te cumplen todo lo que pides, te hacen volver con tu pareja, te ayudan en el trabajo, en la salud, en los estudios. Apoyan en todo hasta lo que crees imposible”, dijo mientras se llevaba a la boca un puñado de hojas de coca.
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