Monday, February 23, 2015

Emerge un “negocio” en plena Curva del Diablo de la autopista

Luego de comprar una vela azul para el estudio y una verde para la salud, cada una a tres bolivianos, se acerca un joven de unos 25 años con una libreta en las manos. Pregunta mi nombre y lo anota. Luego expresa: "Son tres bolivianos por colocar las velas”. Son las 23:00. Es viernes y estoy en la Curva del Diablo, donde están congregadas no más de 15 personas.

Suena música chicha de fondo, amplificada por parlantes medianos. Don Néstor, un hombre que tiene la mirada firme, me da la bienvenida con un apretón de manos. Comenta que antes el lugar era "mal visto”, debido a las noticias que hacían referencia a que iban delincuentes y malvivientes, y que, por tanto, era un espacio inseguro para los visitantes.

Por ello menciona que él junto a otras personas decidieron tomar una medida: brindar seguridad a cambio de venta de insumos de ch’alla y el cobro por colocar velas para venerar a la figura del "tío”. Néstor cuenta que ahora funcionan como una especie de asociación denominada Waca Katari.

A pesar de estar todo tranquilo y seguro en apariencia, hay una tensa calma. Los autos y las flotas pasan a escasos dos metros. Las bocinas se mezclan con los acordes musicales y los brindis de los asistentes, quienes están parados.

Doña Adriana está sentada junto a un minicomponente portátil. Ella vende velas de todos los colores, azúcar en bolsita, coca, alcohol, cigarros Astoria y té con té.

En varias ocasiones, transeúntes y trabajadores de la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) denunciaron que en este sitio se realizaban ritos que incluían sacrificio de animales e incluso "actos de brujería”.

Marcial Condori y Catalina Quispe, obreros de la ABC, cuentan que en varias ocasiones se toparon con situaciones por demás extrañas, al día siguiente de los días en que se realizan los rituales (martes y viernes).

"Una vez he visto un ataúd en miniatura, como de Alasita, con foto y nombre de una persona”, relata Condori. "Varias veces alzamos gallos muertos, gatos, o sólo la cabeza metidos con locoto y alfileres”, cuenta Quispe.

En 2011 encontraron un cadáver cerca del lugar y hubo quienes interpretaron que el cuerpo tenía que ver con una ofrenda al diablo. Entonces, las autoridades quitaron la roca que se creía tenía la imagen de satanás. No obstante, los rituales continuaron.

"Tenemos comentarios de que incluso había una piedra (la original) donde hacían ritos incluso con animales muertos y se hizo el retiro para que ya no hayan estos hechos”, afirma el jefe de la División de Accidentes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, Ramiro Venegas.

Luego de conversar con don Néstor y de que éste sostenga que todo lo que se dice no pasa de ser un rumor, surge la pregunta: ¿qué es lo primero que se hace al llegar a la Curva del Diablo? "Hay que saludar al ‘tío’” con respeto y con creencia sincera, responde.

La reverencia se realiza a través de "invitarle” los elementos que vende doña Adriana. No obstante, si el visitante lleva sus propios insumos tampoco hay problema.

Esta noche reposan dos imágenes que parecen ser de yeso pintado y que representan el perfil convencional del diablo. Las caras rojas con miradas de ojos saltones, una más sonriente que la otra, tienen cigarrillos en la boca.

"En realidad son tres, uno no salió porque está feo el clima”, manifiesta Adriana, propietaria junto a Néstor de las figuras.

A la derecha –dicen los anfitriones- se debe prender las velas para desear "cosas buenas”: pedir para el estudio, salud, dinero, etc. A la izquierda está el espacio para pedir "cosas malas”. A este lado se colocan velas de colores oscuros.

De pronto llegan dos jóvenes, con sus parejas, con aspecto de deportistas. Cada uno lleva un maletín deportivo cruzado en el pecho. Adquieren lo necesario de la ventera y saludan al "tío”.

Los rostros afanados de estos sujetos se entremezclan con sus manos que lanzan coca, esparcen alcohol y espolvorean azúcar para endulzar su pedido: ganar la final de un campeonato de fútbol que tienen al día siguiente.

Al lado de las representaciones demoníacas, veneradas y saludadas a cada instante por los asistentes, hay una pequeña caja de madera con una ranura como si fuera una alcancía. Según Adriana sirve para que las personas dejen una ofrenda monetaria sin importar el monto. Esto, por supuesto, no es obligatorio.

Con lo recaudado, cada martes y viernes -explica- suele comprarles flores a las imágenes en señal de ofrenda.

Muchas cosas se han dicho sobre la Curva del Diablo: ritos extremos que incluyen sacrificios de animales, asaltos, gente "pildoreada”, "nido” de rateros y malvivientes y brujería negra contra las personas.

Más allá de ser cierto o no, al parecer quienes decidieron "administrar” los rituales en el lugar ofrecen cierta tranquilidad a quien visita por uno u otro motivo las figuras. Una de las principales metas que tienen es erradicar la mala fama y dar seguridad a través de los cobros.

Puntos de vista
Édgar Arandia Antropólogo
Ese lugar era una waca sagrada
Esa no es la Curva del Diablo. Ése es el nombre que le han puesto los curas desde la extirpación de las idolatrías. Ese lugar era una waca, es decir un lugar sagrado de la naturaleza. Desde ahí se veía perfectamente el Illimani. El Supay, que los españoles confundieron con el diablo, sale en agosto a partir del 15 hasta el 30, según los mitos indígenas. Salen a desordenar el mundo, es la entropía creativa. Son los que saben dónde están los minerales.



AlExis Pérez
Sociólogo
Prima la lectura antropológica
Hay todavía estas culturas primitivas en el país que se las fomenta desde los medios de comunicación. Estamos viviendo en un tiempo donde predomina la lectura antropológica del país. Y también el demonio y todas estas cosas, y realmente no tiene ningún asidero. (Se sigue haciendo) porque no transformamos el aparato productivo, no hay una transformación acelerada. El área rural conti núa migrando hacia la ciudad.

ramiro venegas Jefe División Accidentes FELCC
Hacen una serie de adoraciones
Como anécdota e historia de este sector, la gente hace una serie de adoraciones en la llamada Curva del Diablo. Muchas de estas personas parqueaban en el lugar en doble sentido, en contrarruta, y ocasionaban hechos de tránsito y atropellos de personas.
Tenemos comentarios de que incluso había una piedra (la original) donde hacían ritos incluso con animales muertos y se hizo el retiro para que ya no hayan estos hechos.



Tonny López
Periodista digital
La seguridad por unas monedas
Es importante este tipo de seguridad por el mismo antecedente del lugar, el precio es económico para muchos que visitan el sitio. La asociación Waca Katari creada por los comerciantes del lugar brindan esa seguridad para el visitante ajeno o regular.
La seguridad por unas monedas van de la mano, quizá en el futuro no muy lejano exista un guía del lugar o un maestro de ceremonias para guiar el culto al lugar.



Milton Eyzaguirre Antropólogo
Es una lógica de comercialización
Se está entrando en otra lógica, que es una lógica de comercialización y eso es totalmente diferente. Estamos tergiversando la actividad como tal y estamos entrando a otro tipo de cánones.
Se está corrompiendo una lógica. Antes tenía una imagen de sapo, se habla de una piedra antigua que existía ahí. El lugar en sí mismo tiene el contexto de sagrado y ya entrando a este tipo de mecanismo está distorsionándose.

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