En el país surge una fuerte presión sobre diferentes animales y aves requeridos para los rituales ancestrales, la curación de enfermedades y el alejamiento de infortunios.
A las especies silvestres, útiles para las prácticas rituales y populares, se las caza y se las recolecta muertas, según este reportaje elaborado por Zulma Camacho y Jhenny Nava, publicado el 21 de julio de 2013.
“Si manejas la lengua de oso hormiguero en tu billetera nunca te faltará plata”, “Los contrabandistas usan el hocico de zorro para que la Policía nunca los atrape”, “El caballito de mar atrae la buena suerte”, son algunas de las recetas que vendedoras de la sección de q’oas en el mercado La Pampa ofrecen. Animales disecados o algunas partes de ellos son ofertados como amuletos que avivan el gran comercio de la “buena fortuna”.
Después de la destrucción del hábitat, la demanda de animales para rituales y prácticas populares es la segunda causa de la reducción de especies en peligro de extinción de Bolivia, según datos del Museo de Historia Natural “Alcide d´Orbigny” de Cochabamba.
Otras prácticas, que incorporan el uso de animales, están orientadas a los rituales ancestrales de reciprocidad con deidades como la Pachamama (Madre Tierra), el Tata Inti (Padre Sol) y los Achachilas (dioses tutelares de las montañas). En estas prácticas se muestra la incorporación, principalmente de sullus (fetos) de llamas, ovejas y vicuñas, entre otros.
La medicina tradicional y prácticas populares para la curación de algunos “males” son también actividades que requieren, en menor grado, la utilización de animales.
TODO ANIMAL TIENE
UN FIN Y UN PRECIO
El zorro y al menos 27 especies de animales silvestres cuelgan de los mostradores del mercado y otros están en pequeños sacos, escondidos de las autoridades.
Picos de tucán, lenguas de oso hormiguero, caballitos de mar, colibríes, patas de zorro, cola de serpiente de cascabel, garras de quirquincho, pumas y osos son parte de un mundo de ofertas, recetas y secretos que son divulgados de boca en boca.
Algunos animales son desmembrados en diferentes partes, ya que a cada parte del cuerpo se le atribuye una función o ‘poder’ específico.
Un trocito de carne cuesta 5 bolivianos y sirve para curar el “mal parto” de las mujeres; el hocico entre 60 y 80 bolivianos -según el tamaño- y es usado por los contrabandistas para no ser atrapados por la Policía; un puñado de pelo a 5 pesos, sirve para hacer un collar a los niños cuyos padres se ausentarán por mucho tiempo. Evita que los niños se “tiricien” (depresión y falta de apetito).
La serpiente de cascabel es vendida por cada “gradita” que lleva en la cola, cada una vale entre 25 y 30 bolivianos, sirve para aumentar y fortalecer el coraje de los varones.
Un picaflor disecado cuesta entre 30 y 50 bolivianos. Antiguamente, la gente creía que el brillo de su pecho se debía a que llevaban plata y oro. En comunidades del Cono Sur como Mizque aún se cuelgan a estas aves disecadas en el dintel de la puerta para atraer la buena fortuna.
El oso hormiguero está entre 180 y 400 bolivianos; y los sullus de llama se encuentran desde 40 hasta 500 bolivianos, según el tamaño y color del animal.
“Una paceña (oriunda de La Paz) nos trae”, relata Rosa G. una de las vendedoras. Explica que esta persona recorre comunidades con vocación llamera desde Perú hasta el altiplano boliviano. Las temporadas de sequía o de heladas intensas serían los momentos propicios para recolectar los fetos de las llamas que no resisten las inclemencias del tiempo y abortan.
Otras especies como el puma, quirquincho, zorro y murciélago son víctimas de un conflicto irreconciliable en las zonas agrícolas.
“Los campesinos los matan porque estos animales atacan a su ganado”, según explica el director del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón, Luis Fernando Aguirre.
QUEMAN QUIRQUINCHOS
Y HIERVEN MURCIÉLAGOS
Quirquinchos disecados son quemados como parte de ofrendas rituales a las deidades o dioses tutelares de las montañas. Camioneros y comerciantes realizan sus peticiones en las carreteras para evitar sufrir desgracias porque para ellos este animalito simboliza la protección.
Bajo esta misma creencia, el quirquincho es desmembrado en cuatro partes para luego ser enterrado en los cimientos de grandes edificios.
En algunos grupos de la cultura popular andina se dice que el quirquincho protegerá la construcción de cualquier siniestro.
En torno al murciélago existen creencias que ponen en peligro a varias especies. El director del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Luis Fernando Aguirre, señala que en comunidades andinas, y ahora en tierras bajas, su sangre es considerada un “santo remedio” para las personas que padecen de epilepsia.
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