Cientos de pasteles en miniatura se disponen ordenada y armoniosamente en el sector de masitas, uno de los más coloridos y apetecibles de la tradicional Feria de Alasita. Los preferidos del público son los maicillos, suspiros y cortaditos de chocolate, revela Ruth González, una de las pasteleras.
Hay una amplia variedad con sabor a chocolate, crema, merengue, miel, peras en almíbar, etcétera. También por regiones: las blanqueadas de Tarija y las rosquillas de Sucre. Para los que optan por lo salado: empanadas y rollitos de queso.
Las masitas constituyen una parte relevante de la historia de la Alasita. La pastelera más antigua del sector, Leonor Uriarte, lleva 65 años vendiendo en el marco de la feria.
Su sobrina, Elisabeth Uriarte, que continúa la tradición familiar con un puesto en la feria, recuerda los primeros pasteles que vendía su tía en la plaza de San Pedro: alfajores, panqueques, maicillos, hojarascas y cachitos con miel. "No tenían tantos adornos como ahora”, matiza. Tenía un horno en su casa de San Pedro para elaborarlos.
González lleva 15 años vendiendo su producción casera de pasteles en la feria. Entre ellos cada año hay novedades que llaman la atención del público. Los pirotines, hechos con harina, clara de huevo, azúcar, royal y bañados en chocolates son una de las últimas creaciones de la pastelera.
"La gente los compra por unidades para probarlos y también en grandes cantidades para los cumpleaños”, cuenta González. Incluso llegan a otros países. Desde Perú una clienta le encargó 10 docenas de cajitas con todas las variedades.
Cuenta que el secreto reside en que los pasteles están elaborados artesanalmente, sin conservantes y se venden siempre frescos: "en mi puesto no duran más de una semana”.
Hace 15 años empezó como ayudante de su cuñada y aprendió a hacer las masas: "Lo primero que hice eran alfajores de maicena”. Posteriormente estudió en el Instituto Nuestra Señora de La Paz. Ahora trabaja con sus dos hijos para perpetuar la tradición.
Atracción para los extranjeros
La Feria de Alasita en el Parque Urbano Central registró una importante afluencia de público en los tres primeros días desde su apertura, coinciden varios vendedores. Entre las personas que acuden al recinto ferial para pasear, comprar las illas que desean y degustar delicias culinarias hay decenas de extranjeros que se ven atraídos por esta tradición paceña.
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