Los creyentes de la fiesta de Alasita se apostaron en las puertas de las iglesias para hacer que el dinero de Alasitas circule y éste se multiplique. Los prestamistas y clientes hicieron circular los billetes de una manera peculiar.
Con un “préstame” y “te devolveré” o simplemente contando grandes sumas de dinero, la iglesia de la San Francisco se constituyó en un banco público popular dónde los creyentes de la fiesta de Alasita se dieron cita.
Con fajos de dinero, las prestamistas buscaban a sus clientes y haciendo el intercambio de billetes que según relató Carmen Melchor, “Esta actividad otorga mucha suerte y llama a tener dinero, yo vengo hace siete años a la puerta de la iglesia de San Francisco y hago bendecir mi platita y me paro en la puerta para prestarles dinero, algunos me piden diez mil, otros cinco mil, lo que quieran les presto, al siguiente año me devuelven así hago circular mi platita”.
EL DIARIO ayer pudo conocer el procedimiento del préstamo y la devolución, más de una persona se convierte en prestamista, se quedan en las puertas de las iglesias, pero sobre todo en la iglesia San Francisco, dónde en pequeñas cajitas cargadas de dinero, se ofrecen préstamos al instante. Se hace un trámite de anotar el nombre y apellido del prestatario para garantizar la devolución del mismo el siguiente año.
Todas las personas que se acogen a esta creencia, realizan una bendición de los billetes de Alasita posteriormente proceden a realizar los préstamos, para muchos esto es algo novedoso, para otros esto atrae la suerte y cada año se trabaja con mayor fuerza para conseguir los sueños.
Durante el recorrido se pudo observar que en medio de esta práctica, la iglesia Cristiana de la congregación Cristo Viene y otras, profesaban su religión en medio del bullicio, explicaban y decían: “ No hagas bendecir tus cosas en miniatura, no es bíblico. No entregues tu alma al diablo por cosas materiales”.
La fiesta de Alasita es una tradición de la ciudad de La Paz. Se remonta a antiguas tradiciones tiwanacotas y posterior Aymaras que después de la colonia se convirtieron en prácticas religiosas, respondiendo a ese habitual sincretismo que caracteriza a los ritos y costumbres de América Latina.
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