Es el público más fiel de la Feria de Alasita. También el más variado, cambia de generación en generación. ¿Quién no ha crecido con un juguete en miniatura, al que por cierto había que comprarle sus complementos y novedades en las siguientes ferias?
Acompañados por sus familiares, las niñas y los niños son los visitantes más pequeños y habituales de este evento, que comienza el próximo viernes. Una cita que tiene siglos de existencia y continúa cargando de magia y misticismo andino la posibilidad de materializar los pequeños y grandes deseos.
Carlos Nina Flores se prepara para recibir al público "que se enamora a primera” vista de sus juguetes. Fabrica productos en miniatura tipo rings, campings, sleepings, máscaras, cargadores de celular; así como pequeños roperos a escala en los que colgar los vestidos de las muñecas.
Cada año sorprende a los asistentes con nuevas ideas, tanto en juguetes como en complementos, que se convierten en las novedades, las más solicitadas: "los catrecitos (camas) de las Monster High es lo último que tengo”, comenta.
Cuida hasta el último detalle para que cada una de sus artesanías, armadas totalmente a mano, parezcan reales a pesar de su minúsculo tamaño. En ese caso los bordes de la cama en madera están tallados e incluyen las mantas y todo lo necesario para conciliar el sueño. Todo el material que utiliza para su trabajo es de origen nacional.
También confecciona los vestidos de las muñecas. La Monster High sigue siendo desde hace varias temporadas la protagonista, es la más requerida.
Con encajes y variadas telas, Nina elabora sofisticadas piezas que parecen sacadas de la mejor boutique paceña. También dispone del correspondiente ropero para colgar los vestidos.
Muchas de las ideas que Nina convierte en miniatura provienen de la televisión. "Los niños y las niñas están muy influenciados por este medio de comunicación y luego quieren tener lo mismo que ven en la tele”, asegura.
Por eso, una parte de su trabajo consiste en adaptarse a las nuevas demandas. Las máscaras son un claro ejemplo, "directamente se las llevan porque ven las luchas que salen en la tele”.
En esta renovación constante, el artesano lleva 20 años. Forma parte del sector decano de la Feria de Alasita, a la que se incorporó a través de la familia de su esposa, Candelaria Vargas Celada, que se dedica a este tipo de artesanías desde hace décadas.
La familia comenzó haciendo pequeñas cajas y billetes. Con el tiempo han ido cambiando sus artesanías. "Me animé con las miniaturas de los juguetes cuando me di cuenta de que a mis hijos les gustaba, así que podía hacerlos también para otros niños”, comenta Carlos.
Con este trabajo mantenemos a la familia”
Sustento El artesano Carlos Nina, que trabaja junto a su esposa, sostiene que este trabajo les ha permitido mantener económicamente a la familia. Tienen dos hijos, de 14 y 19 años, y ambos estudian.
Obras Trabajan durante todo el año para elaborar los productos. También generan empleo para otras personas, puesto que tienen contratados a varios trabajadores para realizar las artesanías. Éste es uno de los logros profesionales que más satisface a Nina.
Precios Los precios de los juguetes en miniatura varían "de acuerdo al trabajo y el producto”. Por ejemplo, el ring cuesta 20 bolivianos, los catrecitos 50 y el ropero de las muñecas, que incluye colgadores, 50 bolivianos.
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