Cuarenta kilos de fritanga, treinta de conejo, doce de trucha y cinco de chorizo es lo que prepara cada día del fin de semana Nora Gómez en su puesto de la Feria de Alasita. Son algunas de las comidas tradicionales que se ofrecen cada año en el evento, junto al plato paceño. Este último es con diferencia el más solicitado, sobre todo por los clientes bolivianos.
Durante los días ordinarios hay menos visitantes a la feria y las cantidades de comida se reducen a la mitad. Lo que no varía es el nivel de trabajo y esfuerzo para estar cada mañana en el puesto y listos para encender los fogones de la cocina.
Gómez asegura que se trata de un trabajo muy sacrificado. "Nos levantamos a las cinco de la mañana, vamos al mercado Rodríguez, al Tejar y a la Garita a comprar los ingredientes de la comida que vendemos todo el día”. El trabajo dura hasta que se acaba el último plato, sobre las 22:00
En los puestos lucen grandes sartenes, parrillas, calderos rebosantes de colorido y sabores sobre el fuego. En cambio, no son necesarios los refrigeradores porque toda la comida es del día. "Por suerte no sobra nada”. Todos los días hay revisiones sanitarias de la Guardia Municipal.
En el puesto de Gómez nunca han tenido quejas, "gracias a Dios”, según la cocinera. Ella se dedica a la cocina únicamente durante la época de Alasita: "Me sirve para prosperar y darle estudios a mis hijos”.
En un puesto vecino de similares características, Juan Carlos Usnayo cuenta que dedica sus vacaciones para trabajar en la feria "porque se gana más que en el trabajo habitual”.
Su hijo de tres años corretea de un puesto a otro mientras se tuestan los chorizos y las fritangas van tomando color en las sartenes.
"Pase, mamita, le serviré. Hay api, tojorí, pastelito caliente”, invita Patricia Reyes desde su puesto del sector apis Oruro. Tres enormes calderos invitan a probar cada una de las variedades de la bebida de maíz: morado, blanco y amarillo.
La artífice es su madre que lleva 40 años en el sector. Uno de los secretos confesables es la harina que contiene la bebida y que procede de Sucre. También lleva canela, clavo de olor, anís y "es fundamental que hierva bien el agua”. El acompañamiento infaltable es el pastel especial o normal y el buñuelo.
Los churros son otro de los productos imprescindibles de la feria por su valor tradicional y artesanal. Carlos Herrera es el encargado de Rch (Ricos Churros) en el sector B. "El proceso de elaboración es totalmente artesanal, de la misma forma que hace 40 años cuando empezamos. Traemos la harina de Argentina”, cuenta.
Poco más revela porque la elaboración de estas golosinas "se silba pero no se canta” y cada pastelero tiene su secreto.
Los servicios han mejorado en 20 años
Evolución En los 21 años que lleva Nora Gómez vendiendo en su puesto de comidas ha observado la evolución favorable de la feria. "Antes era un desastre porque no teníamos dónde tirar el agua hervida y teníamos que llevarla hasta el río de la avenida del Poeta”, recuerda.
Típico El característico plato paceño contiene choclo, habas, papa, chuleta y queso. Hace años no llevaba carne.
Precios Este año no han subido los precios de los platos. El plato paceño se mantiene a 20 bolivianos o la fritanga a 25, en general.
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