Sunday, January 19, 2014

El Ekeko aporta abundancia pero es celoso con la pareja

El Ekeko paceño más antiguo que conserva el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) data de 1930, aproximadamente. Por casualidad es el de menor tamaño de la colección de 20 piezas de la misma época. Está hecho de yeso, el material más habitual para este tipo de artesanía, aunque tiene contemporáneos de bronce. Más tarde llegarían los de metal, cerámica y tela.
Su historia más remota se asocia a la época prehispánica. "Se dice que se ha encontrado un amuleto en Tiwanaku muy parecido al Ekeko, un personaje jorobado con el miembro bastante grande y agarrando unas espigas de trigo. Se lo asocia al dios Tunupa y está muy ligado con la fertilidad”, narra Varinia Oros, responsable de la colección de Alasita del repositorio.
Es un personaje pequeño al que se vinculan los valores de abundancia, fertilidad y buenas temporadas de siembra y cosecha. Durante la Colonia su figura se occidentaliza y se sustituye a Tunupa por otro personaje que está con los brazos extendidos y desnudo, cuya versión más reciente nace con el cerco a La Paz, ocurrido en el siglo XVIII.

Con estas premisas históricas, el Ekeko llega a nuestros días como el portador de todos los deseos, que se cuelgan en su pequeño cuerpo, como miniaturas.
A cambio, el Ekeko cuando está en casa (es mejor que sea regalado) se convierte en un "pequeño santo” al que hay que atender, especialmente los viernes, cuando se le obsequia con cigarros y unas copas de alcohol. Su día es el 24 de enero, cuando muchas personas lo llevan a las iglesias para que reciba la bendición.
La creencia indica que aporta abundancia y cuanto más cargado de cosas esté, más devuelve. Antiguamente se acostumbraba regalar el Ekeko sin añadirle ninguna carga. Así la persona que lo recibía podía colgar los elementos que considerara oportunos. Actualmente, la figura se ha transformado y aparece colmada de autos, casas, terrenos, billetes, teléfonos celulares, alimentos, maletas de viaje, entre otros muchos elementos, que se van modificando según las aspiraciones de quien lo adquiere.
Sin embargo, acoger un Ekeko en casa, según la misma creencia, tiene algunos inconvenientes. "Se dice que si una mujer soltera lo tiene en su casa tendrá problemas porque es muy celoso y no permite que entre otro hombre en el hogar”, explica Oros.
También la Alasita está plagada de simbologías de este tipo. Una de las más extendidas es la relacionada con los gallos y gallinas, que representan la posibilidad de tener pareja masculina y femenina, respectivamente.

"Lo interesante es que la gente va creando sus propios significados de las cosas, como que los gallos si son de color rojo significan que el posible novio será muy mujeriego, y los negros son los mejores, porque representan a hombres muy trabajadores”, destaca la responsable de la colección.

Entre las múltiples novedades presentadas en los recientes años destacan los pequeños registros civiles donde se celebran ceremonias ficticias para casarse.

La Alasita como referente social
La encargada de la colección de Alasita y Ekekos del MUSEF, Varinia Oros, destaca el valor de esta fiesta como referente para realizar estudios de distinta índole. Por ejemplo, en relación con la evolución de la moda, se puede analizar las diferentes vestimentas de cada una de las épocas registradas en el museo.
También en cuanto a la economía del país, comparando los billetes que se conservan de distintas décadas, así como los cheques de gerencia. Siempre a partir de los años 70, que es cuando comienza la colección en el repositorio.
Cuenta con alrededor de 6.000 piezas en miniatura. Cada año aumenta esta cifra con las novedades que salen en la Feria de Alasita. De las miniaturas más antiguas, que ya no se fabrican, se conservan las latas de alcohol Caimán, anafes (antiguas cocinas). Lo más reciente, los certificados y la chompa de Evo en miniatura, entre otros.



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