Ya con las bosas de yute llenas de pan pasankalla, frutas y algunas golosinas, los niños de las zonas rurales recorren todas las casas en donde se despidieron a las almas como marca la tradición de Todos Santos.
Esta festividad que sobrevivió cerca de 500 años de colonización, establece que el 2 de noviembre (ayer), las almas que llegaron un día antes nuevamente parten al centro del cosmos, es por ello que las personas, especialmente los niños arman pequeños grupos para ofrecer rezos. Muchos de ellos, con toda emoción elevan sus plegarias en cánticos religiosos, mientras que los más tímidos sólo rezan por el feliz retorno de las almas. La gente los acoge con los brazos abiertos pues se cree que las oraciones que provienen del espíritu puro de los niños llegan con más eficacia a Dios.
“Los niños rezan con más cariño, le ponen más sentimiento y además a través de ellos esta tradición queda aún viva en nuestra sociedad”, comentó a Cambio Gonzalo Arnes, comunario de la población de Ocobaya en Sud Yungas de La Paz. Los adultos de este sector, también forman parte de estas prácticas y es que en realidad en esta parte del país la tradición se muestra más latente que nunca, el recojo de la mesa es tan ceremoniosa como el recibimiento.
Tras la última oración, todos los alimentos de las mesas se reparten entre los comunarios que visitan el hogar, al igual que un buen plato de comida y diversas bebidas.
No obstante, en muchas zonas de las principales urbes del país también se mostró ese compromiso con la tradición, los cementerios se llenaron para cumplir esta tradición. En el cementerio la Llamita de La Paz, por ejemplo, desde muy temprano las familias armaron faustuosas mesas de alimentos y después de las 12 del medio día comieron y compartieron todo lo que en vida le gustó a su familiar difunto.
Es un poco diferente en Beni, donde la tradición más extraña consiste en enviar mensajes a los difuntos a través de las gallinas.
“Nosotros pensamos que los animales también tienen alma y es por ello que se cría a unas gallinas especialmente para mandarles saludos o algún mensaje a nuestros difuntos”, contó Griegy Ojopi ciudadana de Trinidad.
En Tarija también se acostumbra armar la tradicional mesa, al medio día también se la recoge para el despacho de las almas hasta el siguiente año.
“Luego es necesario dirigirnos al cementerio para llevar velas y flores, también se realizan algunos arreglos a la tumba y se colocan guirnaldas”, contó Abel Flores de la comunidad de Turumayo.
Sentido
Cancio Mamani, jefe de la Unidad de Antropología del Ministerio de Cultura explicó que es importante que recordemos atendamos y despidamos a nuestros difuntos porque de no hacerlo ellos también se olvidan de las familias y de la comunidad, tiene que existir el principio de la reciprocidad y así se hizo a través de las prácticas tradicionales en gran parte del país.
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