Los vecinos que viven en las zonas que rodean el Cementerio General de la ciudad de La Paz y los trabajadores del panteón cuentan que durante la noche y la madrugada, en el campo santo aparecen monjas, curas, novias y otros fantasmas a los que no hay que mirar de frente, sino, más bien, "enfrentar” con padres nuestros y avemarías.
El cementerio, construido hace 184 años en la zona conocida actualmente como El Tejar, es el primer panteón legal de La Paz. Fue mandado a construir por el presidente de entonces Andrés de Santa Cruz ante la necesidad de establecer un lugar donde enterrar a los paceños muertos.
Hasta entonces las creencias mandaban que para alcanzar el cielo, los difuntos debían ser sepultados en los atrios de los templos. Las personalidades y la gente acomodada tenían el privilegio de ser enterrados en el piso de las mismas iglesias, se lee en el libro Tradiciones y leyendas de la ciudad de La Paz, escrito por Randy Chávez y Carlos Gerl y publicado por la Alcaldía de La Paz.
Así, el panteón de casi dos siglos es el hogar de cientos de almas, muchas de ellas condenadas, que todas las noches salen a llorar su pena, cuentan algunos hombres y mujeres que suelen pasar por el campo santo durante la noche.
"Son condenados que seguramente han actuado mal cuando estaban vivos. También se trata de gente que no se ha dado cuenta que ha muerto”, casi susurra Marina Campos, quien nació en la avenida Entre Ríos, que se encuentra detrás del Cementerio.
Pero la mujer añade inmediatamente que "no hay que tenerles miedo porque están muertos, no pueden hacer nada, sólo hay que orar por sus almas a Dios”.
Cuando la fiesta de Todos los Santos se acerca, las historias de almas y aparecidos en el Cementerio se vuelven a repetir entre la gente y pasan de padres a hijos.
Ana Paredes, la primera huésped del panteón
La gente no recuerda su nombre, sólo sabe que es la primera persona que fue enterrada en el Cementerio General. Sale algunas noches -dicen- vestida de negro, de "dama antigua”, con un gran sombrero que impide ver su cara. La mujer se para en la puerta del Cementerio, mirando hacia adentro, como si buscara a alguien. "No hay que acercarse. Muchos ya la hemos visto y nos pasamos nomás, rezando por su alma. Dicen que no quería que se construya el Cementerio aquí, pero ella lo estrenó”, cuenta Martha Choque. De acuerdo con el libro Tradiciones y leyendas de La Paz, la mujer que se opuso a la construcción del Cementerio fue Ana Paredes, quien murió de un paro cardiaco.
La novia condenada
Los que aseguran haberse tropezado con ella dicen que "los pelos se ponen de punta” al verla.
Aparece también entre los mausoleos. Vestida completamente de blanco inmaculado y con un velo que cubre su rostro, deambula sin rumbo.
"Dicen que es una mujer muy hermosa y que muchos hombres han querido acercarse, pero desaparece ese ratito. Cuentan que está condenada porque murió el día de su boda y no se dio cuenta, por eso no descansa en paz y sale en las noches a buscar a su novio, por eso atrae tanto a los hombres”, cuenta Ernesto López. El hombre de 72 años vive al principio de la Kollasuyo, una de las avenidas principales que pasa por el campo santo.
El cura del mausoleo Ascarrunz
Dentro del Cementerio General se encuentran decenas de mausoleos que datan de cientos de años. En ellos están enterrados familias completas de paceños ilustres y reconocidos.
Entre estos sepulcros suntuosos se destaca uno, el mausoleo Ascarrunz, que los trabajadores del Cementerio aseguran es el más lujoso, porque, de punta a punta, fue construido con un fino mármol importado.
Es allí donde muchos dicen haber visto a un cura que, envuelto en una sotana negra, ronda por el lugar, buscando quién sabe qué.
"No hay que mirarlo de frente porque enseguida uno comienza a sangrar de la nariz. Dicen que quienes lo miran pueden hasta desmayarse. Algunos se han vuelto locos”, cuentan.
La monja que se pierde en la capilla
La religiosa aparece en el atrio del pequeño templo construido a la entrada principal del Cementerio, donde se realiza la misa de cuerpo presente para los difuntos que pasarán a ocupar su lugar en el panteón.
Muchos han visto desde la calle a la "madrecita” cuando el campo santo está cerrado. Dicen que la mujer sale de los mausoleos a paso apurado y desaparece en la puerta de la capilla.
"Parece que tiene prisa de llegar a algún lado, pero desaparece en la puerta de la iglesia. Dicen que cuando se la ve, sólo se tiene que pedir a Dios”, cuenta una de las vendedoras apostadas en las afueras del Cementerio.
"Nosotras nos pedimos a los muertos que nos cuiden y nos hagan ir bien en la venta”, añade la mujer.
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