"Yo quiero disfrazarme en Halloween”, reclama un niño a su madre en el minibús. "Eso no es lo nuestro”, le responde ella. "¡Que sea pues...!”, ruega el pequeño que creció con la Noche de Brujas en la televisión y las t’anta wawas en su casa. Expertos coinciden en que las dos festividades conviven en diálogo sincrético.
La ciudad de La Paz conmemorará Todos Santos el 2 de noviembre y Hallowen, el 31 de octubre. Ambas festividades se relacionan con la muerte pero mientras que la primera, de raíces andinas, recibe a las almas con panes y comida, la segunda, importada relativamente hace pocos años, juega con la imagen del terror.
Según dos especialistas, la tradición de Todos Santos no se ha perdido por la llegada de Hallowen, sino que ambas prácticas culturales coexisten en un mismo espacio. "Actualmente hay una convivencia entre nuestra tradición y una costumbre que adquirió fuerza en La Paz”, explicó la responsable de investigación en folklore y artes populares de la comuna, Vida Tedesqui.
Para Antonio Villarpando, estudiante de 21 años, tradiciones y nuevas costumbres son parte de su cotidianidad. "No creo en ninguna de las dos, pero las sigo. En mi casa hacen comida especial por Todos Santos y eso me gusta. También me gusta ir a las fiestas de Halloween porque son divertidas... No hacen que pierda mi identidad”, afirmó.
En permanente diálogo cultural, las costumbres andinas relacionadas a la muerte se modificaron con la llegada de las tradiciones españolas. Ambas, según Tedesqui, lograron fusionarse -por imposición religiosa o negociación- en lo que ahora conocemos como día de Todos Santos.
El delegado municipal para el fomento de la interculturalidad, Marcelo Fernández, explicó que esta adaptación de costumbres es una característica del sector andino. "En un momento hubo una pelea entre lo andino y lo católico; sin embargo ahora vemos un sincretismo pleno”, afirmó.
La modernidad significó otro momento de conflicto para el ya establecido Todos Santos. Un ejemplo de ello son los mariachis, que forman parte de las visitas al cementerio características de estas fechas. Esta adaptación de "lo moderno” es uno de los factores que, según Fernández, garantiza que la tradición perdurará.
A la universitaria Ximena Sanjinés le gusta Halloween: los disfraces son divertidos y permiten explorar la creatividad. "No lo veo como algo malo. Es un día en el que te puedes disfrazar y no resulta ridículo”, expresó.
La convivencia entre prácticas es posible y hasta saludable según los especialistas. "La Noche de Brujas no es una tradición nuestra, pero tampoco podemos discriminar esas visiones. Halloween muestra una imagen divertida e incluso graciosa que es aceptada con facilidad por los niños y jóvenes. Si conocemos nuestras tradiciones y el significado de las mismas, no tenemos por qué negar la otra”, agregó Tedesqui.
Aunque se describe como "boliviana orgullosa de su tradición”, Ángela Saravia celebra Halloween cada año. Se prepara para estos festejos con dos meses de anticipación, lo cual considera parte de la diversión. Elige su disfraz y lo confecciona ella misma, ya sea uno de princesa o de un personaje de Plantas vs Zombies.
"Cuando era niña salía en octubre disfrazada por la ciudad y en noviembre iba a hacer pan y galletas al horno. Mi familia es muy tradicionalista y es algo que tampoco quiero perder. ¿Por qué no puedo tener lo mejor de ambos mundos?”, pregunta.
En este mes, La Paz se llena paulatinamente de t’anta wawas y de disfraces de terror. Los puestos y tiendas son un ejemplo de esta mezcla de costumbres. "Por eso se caracteriza nuestra cultura -dijo Fernández- en que no excluye, sino que integra a las demás”.
La celebración de "Noche de Brujas” crece cada año en La Paz
"Hace ocho años que vendo trajes para esas fechas y cada vez son más las personas que buscan disfraces”, contó Ramiro Chávez, vendedor de una tienda en la calle Illampu. Como él, muchos gremialistas optan por comercializar productos relacionados a Halloween. "Es negocio”, dijo.
"Cada año hay más niños que compran disfraces. Los padres igual buscan dulces o adornos de calabazas para su casas. Cada vez crece más y más”, aseguró Mabel Montaño, encargada de una tienda de la calle Illampu.
Explicó que, en los cinco años que vende productos para Halloween, ha visto crecer la demanda. "En este tiempo ha crecido mucho. Por eso muchos vendedores ya se están adaptando a este festejo con nuevos productos”, aseguró.
Según la investigadora Vida Tedesqui, la Noche de Brujas tomó fuerza en la zona Sur. "Actualmente vemos que es en allí donde más se ha aceptado esta costumbre extranjera; sin embargo, cada vez crece más toda la ciudad”, afirmó.
Importada de la cultura estadounidense, la costumbre de disfrazarse de seres de espanto tiene origen en los pueblos celtas y era asociada a la época de cosecha. Creían que en esa fecha comenzaba la etapa oscura del año relacionada con la muerte y que era necesario emular a los seres maléficos para ahuyentarlos.
Con el tiempo y en su migración a América del Norte, la práctica de la Noche de Brujas adquirió otras facetas como fiestas y salidas de niños disfrazados que piden golosinas en las casas con la frase "dulce o truco”.
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