Las tradicionales calaveras "catrinas" mexicanas y los panes antropomórficos bolivianos conocidos como "t’antawawas" se encontraron frente a frente en una exposición conjunta de ambos países para recordar el Día de los Difuntos.
La muestra fue inaugurada por la Alcaldía de La Paz y la Embajada de México en el museo Tambo Quirquincho de esta ciudad, con el fin de estrechar lazos entre ambos países a través de la cultura, explicó a Efe el oficial mayor de Culturas paceño, Walter Gómez.
"La cultura es el mejor puente para hermanarnos. Además, a través de las manifestaciones populares es donde nos reconocemos como pueblos. Aquí encontramos similitudes de tradición, identidades que nos hacen un solo pueblo", sostuvo.
Indicó que es la tercera vez que se realiza esta actividad con la embajada mexicana, pues ese país, al igual que Bolivia, "tiene una fuerte tradición" para celebrar el Día de los Difuntos.
Otro objetivo de la exposición es mostrar las tradiciones para que las nuevas generaciones "asuman un sentido de pertenencia con estas manifestaciones populares" y se pueda "alimentar el ‘ajayu’ (alma, en aymara) de nuestras culturas", según Gómez.
Así, en un extremo de la sala, la Oficialía de Culturas paceña armó la tradicional mesa de culto a las almas, cuyos protagonistas son las "t’anta wawas", unos panes antropomórficos que llevan una cara hecha de cerámica que representa al muerto recordado.
Además, hay panes con rostros de caballos o cóndores y también hogazas con formas de escalera, que son una especie de vehículos que facilitan el tránsito de las almas entre el cielo y el mundo de los vivos, según la creencia popular boliviana.
La tradición boliviana indica que las almas llegan al mediodía del 1 de noviembre y retornan al cielo al día siguiente, después de haber "disfrutado" la comida y bebida colocada por sus familiares en la mesa, que también está llena de frutas, dulces y los platillos y bebidas preferidas del difunto.
En el caso de México, los altares en honor de los difuntos también se instalan en las mismas fechas, aunque el 1 de noviembre está dedicado a recordar a los niños y el 2 a los adultos, explicó a Efe la agregada cultural de la embajada mexicana, Nuria Zúñiga.
"El mexicano tiene una relación muy particular con la muerte y muy diferente a otras culturas, en la cual la muerte no es vista como un final, sino como parte de un ciclo. Nos gusta tener esa relación porque así esa muerte no es algo temido sino es parte de la misma vida", sostuvo Zúñiga.
El colorido altar mexicano instalado frente a la mesa boliviana está dedicado a tres literatos latinoamericanos: el mexicano José Emilio Pacheco, el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Juan Gelman, estos dos últimos "mexicanos por adopción", según la agregada cultural.
Además de las fotografías de los tres, el altar lleva elementos típicos de la gastronomía mexicana, como el maíz, el fríjol, además de botellas de tequila y cerveza, refrescos, panes, objetos de cerámica y, por supuesto, las tradicionales "catrinas", creadas en el siglo XIX por el grabador mexicano José Guadalupe Posada.
Zúñiga indicó que con sus elegantes "catrinas" Posada hacía "una crítica a las señoras de alcurnia" durante los regímenes de Porfirio Díaz (1876-1880 y 1884-1911), una especie de "burla" a las élites porque "al morir, todos vamos a ser iguales".
"A partir de estas reminiscencias prehispánicas y de este uso cultural que se le ha dado a la ‘catrina’ es que conservamos la representación de la calavera en nuestros altares de muertos", dijo.
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